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La piedra que escondía a Alfonso IX en la Plaza Mayor

Óscar Alvariño es el escultor que realiza el Medallón de Alfonso IX en la Plaza Mayor
Óscar Alvariño, el escultor que talla el Medallón de Alfonso IX.
Óscar Alvariño, el escultor que talla el Medallón de Alfonso IX.

Sus respuestas son tan certeras como los golpes de cincel en la piedra donde esculpe cada día el rostro de Alfonso IX. Ese rey que puso hace 800 años los cimientos a la Salamanca que tenemos hoy gracias a su Universidad. El escultor madrileño, Óscar Alvariño, es un viejo conocido de la Plaza Mayor, suyos son otros seis bustos más -Unamuno, Antonio de Nebrija, Alfonso XIII, La I República, Fernando VII, don Juan de Borbón- y en el mes de junio se podrá disfrutar de Alfonso IX.

Una duda. ¿Cómo es su preparación física? (Talla directamente en la piedra)
(Risas)

¿eh?
No es ninguna bobada lo que acabas de preguntar. Me ha hecho gracia. Es cierto que el proceso de talla en piedra, como ocurre en los medallones de la Plaza Mayor, requiere una preparación mental y física muy determinada.

¿Cuéntenos?
Una escultura la haces en el taller, la modelas allí, preparas el bloque de madera o piedra. Una vez modelada, preparas los moldes, pasas a fundición,… El grueso del trabajo se hace en mi taller. Eso tiene una ventaja: es más cómodo. Estás en casa, manejas la luz, temperatura, altura, limpieza, suciedad, recoges,… Lo de Salamanca es único en el mundo.

Explíquelo.
Se talla in situ en la Plaza Mayor. Estoy subido en un andamio y ahí es donde realizó el Medallón. Esto es único. Subirte en un andamio para actuar en un monumento BIC, Patrimonio de la Humanidad y con una piedra que lleva colocada ahí más de 250 años. El riesgo es muy importante, por eso tienes que estar muy mentalizado psíquicamente, porque es un trabajo muy duro. Trabajo más de 10 horas diarias. Tengo que aprovechar la luz, aislarme del ruido de la Plaza Mayor, que a veces es infernal, la cabeza se me pone como las maracas de Machín. Los camiones de reparto,… ¡Madre! Si lo piensas, recoges, porque económicamente no te compras la finca del Capea con esto. (Risas) Te das media vuelta y vuelves a casa, donde tengo el taller y hago piezas mucho más grandes, más complejas, más ambiciosas,… ¿Qué hago aquí?

Vaya dilema.
No puedes entrar en ese bucle, porque te desmotivas del todo.

Óscar, con este Medallón ya firma siete. ¿El próximo que se coloque en la Plaza Mayor será su busto?
(Risas) En el sitio de Franco, para liarla un poco, porque sino no tiene gracia.

(Carcajada)

Volvamos a la parte del trabajo.
Sí. Es muy importante, por resistencia, estar muy bien físicamente. De hecho, en el 2005 tallé cuatro medallones, me reventé el codo izquierdo. Me he estado preparando con mi fisioterapeuta desde diciembre con ejercicios específicos. Lo veo todas las semanas, llevo codera, me dan masajes, punciones secas,… Es todo manual y si tu brazo no está bien o está fatal, que no puede dar un solo golpe, fastidias todo el proyecto.

¿Cómo está?
De momento, parece que el brazo va bien. La escultura es dolor, suciedad, estar siempre cargado con materiales, escombros, polvo, ruido,… esto es lo peor.

No tanto. Tiene que haber una parte bonita.
Cuando te marchas. (Risas)

Óscar Alvariño, el escultor que talla el Medallón de Alfonso IX
Óscar Alvariño, el escultor que talla el Medallón de Alfonso IX.

No me diga que cuando sale del cubículo en el que talla a Alfonso IX, al pasar por delante de Unamuno no le hace un guiño.
Sí, ya somos amigos. (Risas)

Puede ser que usted sea el único de toda la Plaza Mayor que sepa quién ha esculpido el Medallón de Unamuno.
Sí, seguro. No somos figuras públicas. Tengo una anécdota. El primer día que monté el andamio y bajé los materiales, cuando me iba por la noche, se acercó un hombre y me dijo: ‘¿Es usted Óscar Alvariño, el escultor del Medallón?’. Sí, le contesté. Se alegraba de que hubiéramos comenzado el Medallón, porque estaba expectante por verlo.

¿Qué le dijo usted?
Que me hacía ilusión el interés, porque se habían acercado a saludarme al saber que comenzaba ese día. Me emocioné, porque en general Salamanca no es tan generosa. Os cuesta sonreír.

Con permiso de Unamuno y Nebrija, su última obra, el busto de Alfonso IX es una de las personas que más han hecho por asentar los cimientos de Salamanca. ¿Qué personalidad ha querido darle a ese rostro?
Era un tipo con las ideas claras de lo que quería hacer e impulsar tanto a nivel político, social, como en este caso, el Estudio Salmantino. Era un adelantado a su tiempo, seguro que un bestia, si lo miramos con los criterios de hoy en día.

¿Qué no podríamos entender ahora de cómo actuó Alfonso IX hace 800 años?
Eso me parece muy grave. ¡Qué manía nos ha dado por juzgar la historia con nuestros criterios de hoy! Podemos hablar de algo que ocurrió hace un año, pero de hace 8 siglos. No tiene sentido juzgar con las premisas de hoy la cultura o los parámetros sociales que se hicieron hace 800 años, no tiene fundamento. Hay que verlo con el prisma de aquel momento. No estoy diciendo que sea fácil. Hay que hacer más pedagogía y menos populismo. Cortamos cabezas a la menor. Me parece complicado hacer algo serio, en cualquier faceta, desde la que cualquier ciudadano pueda emitir una acción en la sociedad.

¿A qué se refiere?
Me da lo mismo que sea un médico, un literato, un escultor, un periodista, el ejercito o la religión. Me parece tan difícil hacer algo interesante, novedoso,.. en una palabra: aportar.

Alfonso IX puso la primera piedra a la que sería la primera Universidad de España.
Claro. Y, pregunto: ¿Dime de qué vive Salamanca?

¿Cree que Salamanca tenía una deuda pendiente con este rey?
Sí. Desde que se anunció el compromiso con el Medallón han pasado unos cinco años. La pandemia paró, pero cuando estaba parado todo. Esto mueve pocos votos.

Óscar Alvariño, el escultor que talla el Medallón de Alfonso IX
Óscar Alvariño, el escultor que talla el Medallón de Alfonso IX.

Hay mucha diferencia entre su Unamuno y su Alfonso IX. ¿En cuanto a la moda, el gusto, la técnica?
No tienen nada que ver. El de Unamuno es un planteamiento mucho más contemporáneo y el de Alfonso IX es mucho más Barroco, por definirlo de alguna manera. Unamuno lo hice con 23 años. No me imaginaba que iba a hacerlo. Fueron mis amigos Damián e Ignacio Villar, profesores de la Escuela de Artes y Oficios, que me animaron. Me lo pasé fenomenal haciendo el Unamuno.

¿Hay diferencia por usted o por las circunstancias?
Estoy más preparado que cuando tenía 23 años. El de Unamuno era ‘fácil’, había una documentación importante, era reconocible por todos. En cambio, Alfonso IX se han mezclado una serie de circunstancias y me apetecía hacer algo mucho más Barroco, enlazado de claroscuro, de laberinto, más complejo. Me apetecía el reto, porque no voy a hacer más medallones.

Nunca se sabe.
No. Era como mi reto, mi despedida. No lo digo en plan melancólico. Lo digo porque al paso que va esto, tengo 60 años, si piensan hacer algo, hasta que lo llevan a cabo,… pasan 10 o 15 años. Dentro de esos años no tendré ninguna ilusión de subirme a un andamio, porque no es muy apetecible por las circunstancias de la climatología: el aire, el sol,..

Ha dicho que cuando se enfrenta a una obra, al menos al principio, lo hace como si fuera un adolescente. ¿De ahí toma la inocencia, inconciencia, osadía o atrevimiento? Porque la formación vino después.
El atrevimiento y el coraje. La inocencia, no, es imposible, porque cuando tienes 23 años crees que todo puede cambiar. Crees que hacer el Medallón de Unamuno te puede cambiar la vida y no te cambia absolutamente nada. Ni Unamuno, ni si hiciera todos los de la Plaza Mayor, porque Salamanca no es adoptiva en ese sentido. Es un punto y final. Nadie te va a llamar porque hayas hecho siete medallones. No me van a llamar desde el Ayuntamiento para hacer la escultura ecuestre de Julián Sánchez ‘El Charro’ y eso que me encantaría.

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