A la hora de consumir pescado congelado, deben tenerse en cuenta una serie de cuestiones para que este se encuentre en un estado adecuado. Desde la forma en que se lleva a casa hasta un correcto proceso de descongelado son importantes. También existe un sencillo truco que aportará al pescado una textura como si fuera fresco.
Lo primero que debe tenerse en cuenta es que el pescado congelado no puede perder la cadena del frío. Por ello, debe utilizarse una bolsa térmica para llevarlo desde el supermercado hasta el congelador. Una vez vaya a consumirse, muchos cometen un error al descongelarlo: sacar la pieza del congelador y dejarla a temperatura ambiente.
Sin embargo, en estos casos, el pescado pierde demasiada agua y, por tanto, jugosidad. Además, es más fácil que aparezcan bacterias que provoquen una intoxicación alimentaria. Por tanto, lo ideal es descongelar el pescado en la nevera, sobre una rejilla con un recipiente en la parte inferior, que recoja el agua sobrante.
Por último, para mantener el pescado con la misma textura que si fuera fresco, una vez descongelado, hay que sumergirlo en un recipiente con leche durante una hora. Pasado este tiempo, simplemente hay que secarlo con papel absorbente antes de cocinarlo.
Además, para que tenga un mejor sabor y más suave, puede aliñarse con un chorrito de limón, lo que también evitará el fuerte olor que desprende en ocasiones.