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“La vanidad rige el mundo”

José Luis Encinas, musico y escritor, autor del libro ‘El ego nunca duerme’
José Luis Encinas, autor del libro 'El ego nunca duerme'.

La excusa fue la presentación de su libro El ego nunca duerme. Lo cierto es que un rato de conversación con José Luis Encinas, el guitarristas salmantino, que toca el palo de la escritura, se convirtió en un juego donde la risa se tomó muy en serio al hablar de la inteligencia artificial, de la vanidad y del olor de la tortilla de patatas.

Si una persona no duerme en 11 días muere. ¿Cómo podemos hacer que nuestro Ego duerma -aunque sea a ratitos- para que no acabe con nosotros?
(Silencio) Abría que hacer una toma de consciencia. Lo que propongo en el libro –El ego nunca duerme– es aprender a observarlo. Hay muchas personas que hacen seminarios y cursos muy caros y este tema no lo tocan, ni forma parte de lo que puede ser un auténtico obstáculo para el individuo y su bienestar. Por lo tanto, el simple hecho de aprender a observar el ego, existe una construcción paralela a nosotros y que vive con nosotros, eso es un mérito enorme.

La vanidad está considerado como la madre de todos los vicios. Siguiendo con el subtítulo de su libro. ¿Cuánto nos esclaviza la vanidad?
La vanidad rige el mundo. Los periodistas sois expertos en gestionarla y observarla. Es un valor de mercado. (Risas) El problema con la vanidad es que socialmente es aceptada.

¡Qué miedo!
E incluso potenciada, porque contribuye a vender más artículos, no solo la cosmética y productos de belleza. No solo lo que se asocia a la apariencia de las personas, también al estatus que emana directamente de los tres principios básicos del ser humanos: Comida, jerarquía y reproducción.

Hablemos…
Sobre esas tres patas se sustenta todo un sistema en el que la vanidad es un valor admitido socialmente y potenciado.

Explíquenoslo un poco más.
Comida, jerarquía y reproducción es un símil rápido de cómo el ser humano se comporta como un mamífero cuya supervivencia es algo innegociable. Tenemos que comer, cuando hablamos de ganar un salario, se dice sin ningún tipo de eufemismo: ‘Tenemos que comer’. En este sentido, la comida engloba todo lo básico, al igual que la reproducción.

¿Dónde coloca la jerarquía?
Es fundamental en todos los mamíferos gregarios, el que tenga más jerarquía tiene más acceso a la comida y a la reproducción. En el mundo humano está permanente presente.

¿En serio piensa que los que están arriba de la jerarquía humana son los mejores?
(Risas) No digo que en esa jerarquía nos estén gobernándolos mejores, lo que quiero decir es que es un principio importante. El ser humano lucha por estar más arriba en la jerarquía. Eso no quiere decir que arriba estén los mejores, lo que quiere decir es que es muy importante.

En los demás mamíferos el mejor, el más fuerte, es el que defiende al rebaño y es el líder…
En la especie humana tenemos un componente nuevo, que es una anomalía, y desequilibra a todo el mundo natural, que es la capacidad de abstracción. Cuando entra la abstracción cambia la ecuación de supervivencia.

José Luis Encinas, autor de ‘El ego nunca duerme’.

Vamos a darle la vuelta a la moneda. ¿Podríamos vivir sin ego?
No. El ego es constitutivo de la formación de la psique. El ego se puede ver. Empecé a escribir el libro con unas ideas intuitivas, cuando después miré la definición, llevaba ya casi un cuarto del libro, de lo que decía Freud y Jung, los padres del psicoanálisis, sobre el ego, me llamó la atención que no podemos vivir sin ego. El niño desde que está en el jardín de infancia, desde la más temprana edad, necesita desarrollar lo que llaman una entidad psíquica que lidie con el mundo exterior.

¿Cuáles son las características del ego?
En el entorno familiar, la escuela, los amigos,… siempre vamos a construir una especie de personaje paralelo que nos ayuda en la vida. Es una construcción psíquica, pero va paralela al individuo. Es fácil de ver. Por ejemplo: Si tu naces en Corea del Norte, tú tienes que construir un coreano, con su idioma y sus costumbres. Vas a ser un coreano. Con tu mismo cuerpo y tu misma mente, si te educas allí, harás un coreano y tendrás problemas si quieres salir del país. Si creces en Estados Unidos, harás un americano con sus tradicionales. Construyes una personalidad adaptativa, a grosso modo, para entendernos, es lo que yo llamo el ego. El ego llega un momento que tiene tanta fuerza que se come al individuo, que ya no sabe lo que había antes. Al ser humano le da pánico sentirse excluido del grupo. Si se siente fuera se complica mucho el triángulo: comida, jerarquía y reproducción.

Cambiamos de tema. Buceando en sus redes parece que está un poco preocupado por la inteligencia artificial…
Preocupado no, estoy aterrado. Estamos acostumbrados a estar adormecidos con todo. Confiamos en que el Estado nos cuida. El otro día vi un documental de un taxista chino que estaba vigilado por miles de cámara en Shanghái, estaba contento y confiaba en el Estado. Confía en una maquinaria terrible que lo está privando de todos sus derechos más básicos y es feliz.

Quizá inconsciente.
Antes no había cámaras en cada esquina en Shanghái, llevan poco tiempo. Han puestos gigantescos puestos de observación ciudadana, donde monitorizan si los vecinos tiran bien la basura. En esos puestos hay un computador para ver si todos los obreros llevan casco en la obra. Se acabo la libertad en cosas básicas.

José Luis Encinas.

¿Se puede plasmar el ‘quejío’ de una guitarra con la inteligencia artificial?
Los desarrolladores de este tipo de programas, le están diciendo al ser humano: ‘tu cerebro es un programa de 100 o 200 megas’. Voy a clonar todo lo que hagas. Al principio puede que no sea perfecto, pero lo mejorarán y será perfecto. Lo del ‘quejío’ de la guitarra está ya ahí, porque hay que tener en cuenta que hay programas software que se alimentan de samples de Paco de Lucía, de Sanlucar, Barrueco, de todo Cristo. Estoy tan concienciado con esto que iba escuchando Radio Clásica en el coche y había un chelista tocando a Bach, me entró tal paranoia que lo veía ya programado. Es que se puede hacer. Al concluir se oyó la voz del locutor diciendo: ‘Acabamos de escuchar la suite numero 3 de… “. Te lo tienes que creer. (Risas)

Vamos a creerlo, por qué no.
La cuestión de la inteligencia artificial es así de grave. Es que ahora mismo esta conversación que estoy teniendo contigo…

Juro que estoy aquí, al otro lado del teléfono.
Puedo hablar con una máquina que hable igual que tú y que al mismo tiempo ha recogido todos tus giros, capacidad de expresión y la tiene convertida en un banco de datos. La inteligencia artificial nos está diciendo que tú eres un banco de datos.

(Risas)

Prometo que estoy en la Gran Vía.

(Carcajada)

Vamos a ser un poco más prosaicos. ¿El olor de la tortilla de patatas se puede hacer con la inteligencia artificial?
Tengo un banco de datos muy croquetero y tortillero de patatas. (Risas) La gastronomía ibérica puede conmigo.

Vamos de bares. Está emergiendo el tema de la salud mental, quizá por las campañas electorales. ¿Cuánto de importante es para usted la charla con los camareros?
Es fundamental. Cuando salimos de casa, donde estamos viendo noticias que dentro de poco no sabremos si son verdaderas o falsas (risas).

Me quedo sin trabajo…
El que avisa no es traidor. ¡Nos van a echar a todos! (Risas)

Vamos a pensar que no. Volvamos a la barra del bar y esperemos que no desaparezcan…
Sería un drama, porque el camarero hace una función muy importante. Es un interlocutor social de primer grado e insustituible. El camarero te va a contar lo que pasa en el mundo. Además, te va a querer y cuidar. Te va a poner un café y el pincho o el dulce. Te va a mimar. Si es un sitio habitual, te llama por tu nombre y te pregunta qué estás haciendo. Son un tesoro. Hasta que no tomo el café y cambio tres o cuatro palabras con el camarero, no me atrevo a descolgar un teléfono y llamar a nadie. Lo digo en serio.

José Luis Encinas.

Es muy activo en las redes sociales. ¿Qué retorno tiene de sus seguidores?
Tengo unos seguidores maravillosos, muy cariñosos y respetuosos. Me encantan.

¿Qué importancia le da?
Le doy mucha importancia a sus silencios. A veces, tengo un componente muy provocativo y disparatado. Me gusta mucho Nietzsche, lo tengo metido desde adolescente, estaba como un cencerro y era un provocador. Tengo ese modo de escribir con aforismos muy interiorizado.

¿Le da importancia a los silencios porque es músico?
Hay personas que son muy prudentes y no dicen nada. Si es así, es como si gritaran muy alto. Hay que estar muy atento a esto.

Escritor y músico, casi es un hombre del Renacimiento, ¿también pinta?
Dibujaba de pequeño. Me parece muy difícil. Admiro mucho a las personas que dibujan y pintan.

El mundo sin música, sin cultura ¿cómo sería?
Hay una definición del ser humano, la de homoludens, el hombre que juega. Estamos continuamente jugando con algo y la música tiene un componente de juego, de entretenimiento, de estímulo. En todos los idiomas, excepto en el español, jugar y tocar se dicen igual.

Para usted la cultura y el juego, entendido como crecimiento, podrían ser sinónimos..
Absolutamente. La cultura tiene que tener un componente lúdico y el individuo tiene que disfrutar. Si no disfrutas no haces nada. Una persona que no disfruta pintando, no lo hace.

¿Cómo ha cambiado, si es que lo ha hecho, ese muchacho que se fue a Baltimore hace 30 años y ensayaba en la cocina de un guitarrista venezolano?
(Risas) Somos siempre el mismo. Aprendemos más cosas, pero hay una esencia básica. Por eso, cuando recordamos se comete un error muy importante, que olvidamos quiénes somos.

¿Qué diferencia ve entre el éxito y el reconocimiento?
(Silencio) Es uno de los temas que toco en el libro, lo que es éxito y la cultura del éxito. Tiene un componente enorme de otro tema, que es el concepto de carencia, que está vinculado al éxito. El concepto de éxito es abstracto, cuando lo concretamos, que es lo que busca la sociedad, porque el individuo se sienta muy carente. ¿Por qué? Porque es rentable. Siempre se potencia la carencia del individuo. No se les dice. ‘Tienes todo lo que necesitas, cuando nos damos cuenta que lo tenemos todo y no nos falta nada, el mundo entero te pertenece’. Aunque sea una abstracción y se suele llevar a un terreno materialista inmediato y no es así. Es parar ese sentimiento permanente de carencia, que crea el mercado, porque es rentable. No es una manifestación anticapitalista. Es: ¿Cómo te voy a vender algo si no te falta?

José Luis, ¿se puede morir de éxito?
(Risas) El lenguaje es diabólico. Esa frase de morir de éxito es muy cómica. Si alguien muere de éxito es que ya estaba muerto.

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