Tanto hosteleros como comensales han hablado en numerosas ocasiones sobre la embarazosa situación que puede darse en bares y restaurantes cuando el cliente se encuentra un pelo en el vaso o plato. En estos casos, las reacciones de cada uno pueden variar, así como la forma de proceder de cada establecimiento.
El programa de la Cadena SER ‘Gastro SER’ ha abordado la cuestión de encontrarse un pelo en el plato en un restaurante. De esta manera, han hablado tanto sobre la forma de reaccionar de los clientes, como del proceder del personal del establecimiento.
Por un lado, Jesús Soriano, conocido por la cuenta @soycamarero, ha explicado que “alguna vez se me han quejado y lo que se suele hacer es cambiar el plato o vaso y listo”. No obstante, reconoce que cuando le sucede siendo él cliente “nunca me he quejado. Soy de los que lo apartan, limpian un poco y a seguir”.
César Martín, dueño de los restaurantes Lakasa y Mola Pizza, señala que como cliente le ha pasado “pocas veces”. “Pero a mí me suele dar asco, así que, si lo veo, lo retiro y ya está. Entiendo que estas cosas pueden ocurrir”, matiza.
Respecto a su experiencia como hostelero, “también ha pasado alguna vez, pero no muchas, por suerte. En estos casos, le preguntamos al cliente qué prefiere y, o bien no se lo cobramos, o bien le hacemos otro plato. Pero, sea como sea, solemos tener algún detalle para compensar el error”.
En este sentido, Soriano confiesa que “hay sitios donde sí te cambian el plato. Pero hay otros, bastantes, que retiran el pelo y te vuelven a sacar el mismo plato”. Esta postura la han respaldado numerosos usuarios de Twitter, convencidos de que es lo más habitual. No obstante, Martín asegura que en su local “¡Por supuesto que hacemos otro (plato)! ¡No le vas a dar el mismo!”.
“Puede que el pelo sea de la persona que está comiéndose el plato o del camarero que lo ha llevado hasta la mesa”, añade Martín. “A veces nos han devuelto platos con pelos y hemos dicho: ‘Esto no es nuestro’. Pero son cosas que pasan y no creo que se deba montar un drama con eso”, concluye.
Finalmente, el tecnólogo de alimentos Miguel Ángel Lurueña expone que estas situaciones “además de darnos repelús, también pueden comprometer la seguridad alimentaria”. Así pues, aunque no significa que “nos vaya a enfermar necesariamente”, hay que tener cuidado porque “en la cabeza y en la piel tenemos bacterias patógenas”.