La tasa de inflación ha experimentado importantes subidas en los últimos meses, siendo el precio de los alimentos uno de los que mayores incrementos ha sufrido. Pese a ello, no todos los productos han contribuido de igual manera. Además, aparte del encarecimiento del producto en sí, su grado de consumo también influye mucho en la inflación.
Aunque en los últimos meses se está produciendo una moderación en el incremento de precios, estos continúan subiendo, situándose la tasa del IPC interanual de mayo en el 3,2%. De este porcentaje, el 2,3% correspondía a los alimentos, el 1,5% a hostelería y restauración, mientras que las bajadas del precio de la luz y los carburantes restaron a la inflación 1,3 puntos y 0,5 puntos respectivamente.
Dentro de los alimentos, el 42% de la variación respecto al año anterior se debía a las subidas de la carne, el pescado, la leche, el queso y los huevos, tal y como recoge 20minutos.
Por su parte, al descomponer el origen del 11,9% de la inflación alimentaria de mayo, el 3,2% corresponde al encarecimiento de carne y pescado. Tras ello, el 1,8% corresponde a las subidas de la leche, el queso o los huevos; el 1,6% al pan y los cereales; el 1,6% a las legumbres y hortalizas, el 0,4% a la fruta; el 0,4% a los aceites; y el 2,9% restante a otros alimentos en porcentajes inferiores.
Una vez desglosados los porcentajes por categorías de alimentos, cabe recalcar que los que más contribuyen a la subida de la inflación no tienen por qué ser los que más han subido de precio. Esto se debe a que al ser los más consumidos, aportan en mayor medida al alza de la inflación alimentaria. En este sentido, el 44% del gasto anual en la cesta de la compra se destina a adquirir carne, pescado, lácteos y huevos, según se desprende de los datos del INE.
Por este mimo motivo, los alimentos contribuyen especialmente al incremento del IPC, ya que suponen una parte importante del consumo total de los hogares. De la misma manera, las últimas cifras de inflación, que muestran una contención en las subidas, se deben también a que la mayoría de los alimentos parecen haber dejado atrás sus picos inflacionarios.
No obstante, estos productos suelen tener precios más estables -en circunstancias normales- y las cifras no fluctúan tanto como puede ocurrir con los carburantes, por ejemplo. Por ello, ante esta tendencia de dejar atrás los picos inflacionarios, los expertos no prevén que se produzcan caídas en los precios de los alimentos, sino subidas más contenidas.