Había una gran expectación ante el único debate electoral cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, pero desde el inicio quedó claro que íbamos a asistir a un encuentro bronco y embarullado con constantes interrupciones que arruinaron la intención del presidente del Gobierno de presumir de su gestión.
El debate estaba estructurado en cuatro bloques temáticos. Al llegar al cuarto, el follón era de tal calibre que resultaba ya difícil distinguir la realidad de la ficción, a Txapote del chapapote que traía preparado Feijóo para embarrar el terreno.
Y así que fueran pasando los minutos, saltando de un tema a otro, respondiendo como venía en gana cosas sin venir a cuento. Pedro Sánchez sin poder colocar los logros de su gestión como tenía previsto, y Feijóo diciendo que nada es lo que parece, sino lo contrario, y sin mojarse, ni siquiera a la hora de pronunciarse sobre si pactará con Vox y Abascal formaría parte de su Gobierno.
Es una incógnita saber si el debate ha frenado la fuga de votos socialistas al PP y del PP a Vox, pero al menos ha servido para que Pedro Sánchez descubriera el sentido del humor de Feijóo, que no escatimó ocasiones para mostrarlo.
Para su desgracia, Sánchez avisó de que estábamos ante el festival del humor de Feijóo, que mientras desconcertaba al presidente con su inicio agresivo y con continuas interrupciones, empezaba a encarrillar las cosas de forma favorable para sus intereses.
Tan es así, que la confusión empezaba a envolverlo todo para que no nos quedara claro si el PSOE ha gestionado bien la pandemia, si ha subido las pensiones un 8%, si ideó una fórmula de éxito para frenar la factura energética, si estableció un tímido impuesto a la banca que se forraba con la subida de las hipotecas, si ya tenemos una de las inflaciones más bajas de la UE y si el empleo crece con vigor gracias a una reforma laboral vilipendiada por el PP
Porque Feijóo solo veía un país con más pobres, más endeudado, frito a impuestos y con Txapote, que ya flotaba por el plató televisivo. Sí, solo pasaron 25 minutos hasta que citó por primera vez a Bildu y habló de derogar el sanchismo, como si no pudiera soportar los buenos datos sobre la marcha del país.
Y así, cuestionando la realidad, tomó la iniciativa componiendo una nueva, para disgusto de Pedro Sánchez, que se puso a la defensiva y solo reaccionó en el bloque sobre políticas sociales, hasta que Feijóo cambió de estrategia de nuevo para empezar a responder cosas que no venían a cuento cuando se requería su opinión, y preguntando lo que le venía en gana para cambiar de tercio cuando empezaba a incomodarse. «Usted no me deja hablar para que empatemos (el debate)», le espetó el líder de la oposición a un Pedro Sánchez acorralado y desbordado por su rival, que solo sacaba en claro que Feijóo iba a estar toda la noche dando muestras de su hasta ahora desconocido sentido del humor.
El cénit llegó a la hora de hablar de pactos de gobierno postelectorales. En medio del chapapote por fin apareció Txapote, el autor del asesinato de Miguel Ángel Blanco, ahora hace 26 años, como se encargó de recordar el líder de la oposición, como si fuera ayer. «Yo jamás pactaré con quien lo ejecutaba y aplaudía», bramó, dando por hecho que Bildu ha formado parte del gobierno de coalición de Pedro Sánchez y que Txapote era uno de sus ministros.
No por nada, sino que fue su salida cuando se le preguntó expresamente si Abascal formaría parte de su gobierno, llegado el caso. «Si consigo los votos necesarios no será miembro de mi gobierno», dicho lo cual y como si una cosa llevara a la otra, propuso a Pedro Sánchez un pacto para que gobernara la lista más votada tras el 23J, obviando lo que el PP hizo en Valladolid y Extremadura tras el 28 de junio y anteriormente cuando Ayuso no fue la más votada y acabó gobernando en Madrid.
Cosas que pertenecen a ese realismo mágico del que Feijóo no quiere saber nada, porque en su mundo se ve ganador, aunque las encuestas se aprietan a cada día que pasa.
«El sentido del humor que tiene y que yo desconocía», volvió a reconocer Pedro Sánchez. Pero, entre risa y risa, Feijóo se escapó sin aclarar si pactaría con Vox llegado el caso, dando por hecho que sí, como ha ocurrido cuando lo ha necesitado tras las municipales y autonómicas de mayo.
«Ustedes abren la puerta del Gobierno a Vox y dicen que yo he gobernado con Bildu. Dígame cargos de Bildu aupados por el PSOE a las instituciones. Nosotros no hemos gobernado con Bildu, pero ustedes sí gobiernan con Vox», dijo Sánchez, cuando Feijóo ya había ganado la mano de nuevo y estaba en otra cosa, porque respondió que él derogaría la ley de memoria democrática.
Lo que empezó con una pregunta de si pactaría con Vox, se convirtió en una ocasión para sacar de nuevo la propuesta de que gobierne la lista más votada, rememorar a Txapote, anunciar la derogación de la ley de memoria democrática y enredarse en una discusión sobre el constitucionalismo del Gobierno de coalición y de Vox.
En medio del chapapote, Pedro Sánchez descubrió el sentido del humor de Feijóo, que es mucho decir, y los demás nos quedamos con la convicción de que las cosas con Vox ya están más que arregladas. «Si usted no pacta con Vox es porque Vox no quiere», le espetó el líder de la oposición a Sánchez, para rematar la faena. Una cosa de locos.
El presidente del Gobierno, que iba con el listado de los logros de su gobierno, se vio sobrepasado por la actitud de su oponente, que fue dispuesto a no dejarle hablar más de medio minuto y cuestionándolo todo, y marcharse sin aclarar si meterá a la extrema derecha en el gobierno de España o qué hará con la sanidad, la educación, a quién y cuánto bajará los impuestos y a quién se los subirá. Sí especificó lo que no haría con el Falcon, que es lo que más nos interesaba saber a todos.
¿Fue o no fue un festival del humor?
2 comentarios en «Txapote y el chapapote»
con estos politicos no se puede ir muy lejos la educacion si la conocen no practican y para ser politico de altura se necesita seriadad el gallego como un stp publicitario no pudimos entender que nos ofrece y la mala fe se le noto mucho Si cambiamos ha peor mejor quedarnos con lo que tenemos 8888 SIN MAS ¿¿¿¿
se tendra que pensar ?quien se preocupo de los servicios sociales ¿ todos los presidentes pasados con alguna excecion de Zapatero nadie se ha preucupado de las personas solamente de los empresarios y grandes fortunas pero los que no llegan a fin de mes no cuentan para nada un dia sera clave para pensar en ellos el ppodrido seguro que no