Es de la tierra del vino y dice que solo bebe Rioja, aunque asegura que el de aquí, “tampoco está mal”. Durante el encuentro en la terraza de la Casa Lis, lugar dónde Cristina del Pozo actuará el 29 de julio a las 22.00 horas, se hablará poco de vino y mucho de música. Hace un repaso desde el Epitafio de Seikilos, primera canción escrita de la historia, hasta esa que quizá estamos escuchando y no entendemos, pero que dentro de 30 años «puede que abra la puerta a algo que desconocíamos», asegura Cristina del Pozo.
¿El vino y la música maridan bien?
Siempre. De hecho, hasta ahora, mi carrera musical ha sido amenizar aperitivos, donde el público está con un vinito mientras me escuchan cantar.
Ahora toca en la Casa Lis, un lugar emblemático…
Impacta actuar aquí. Echas un chorro de voz y parece que se funde con el ambiente.
Las flappers y el Jazz son también un buen binomio. ¿Qué significa para Cristina del Pozo esta unión?
Estas mujeres tuvieron su oportunidad en los años 30 del siglo pasado. Antes cantaban más en garitos underground, con un tufo de prostitución. Es en los años 30 cuando comienzan a labrarse una carrera musical y dedicarse a ello. Dejar de estar relegadas a la muchacha que canta…
La Gilda de turno.
Eso es. Dicen que el término jazz viene del diminutivo de la palabra jazmin, por el perfume que usaban las prostitutas. Literalmente, abrieron la puerta a las cantantes femeninas en el siglo XX y en el XXI. Le debemos mucho a Billie Holiday, Ella Fiztgerald, Sarah Vaugha. De ellas mamaron las mujeres que se subieron a los escenarios en los 60’, 70’,… el rock, las cantautoras. Todas tenemos como referencia a artistas como Billie Holiday o Sarah Vougha.
Son sus nietas, en su caso, casi biznieta.
(Risas) Casi tataranieta. Pero, sí.
¿Qué cree que le va a aportar su forma de actuar?
¡Qué complicado! Me da mucho respeto. No sé si aportaré algo. Me da miedo. ¿Qué tengo yo que decir en el escenario que no hayan hecho ya otras mujeres? Reinterpreto lo que se cantaba hace casi un siglo, que lo podemos extrapolar a lo que podemos sentir hoy en día. Hay muchos temas que siguen hablando de las mismas inquietudes que podemos tener.
¿A qué se refiere?
Había mujeres que cantaban a problemas que tenemos nosotros. Es fácil entenderlas.
No solo en la música, parece que se está retrocediendo en otros temas.
Sí. Tengo 23 años, no tengo tanta perspectiva. Al final vienen olas, épocas,… parece que se está haciendo o dando ruido a ciertos temas, pero eso no quiere decir que haya desaparecido. La sensación que he tenido es que las instituciones hablan mucho de feminismo, de darle lugar a la mujer,… pero en el día a día y en la socialización sigue estando el mismo problema. Ayuda poner a mujeres en el escenario, pero seguir distinguiendo, dejar que la mujer se quede un poco a parte, que haya que incluirla, desde un lado masculino. Eso es que no hemos llegado, pero ni de lejos. Hay veces que ves la vida tan terrible que vivió Billie Holiday y te parece que estaba más empoderada que muchas mujeres hoy en día. No digo que sea culpa nuestra, pero todavía queda.
Si hay una diferencia entre Holiday, Fiztgerald y Vaugha y ustedes son las redes sociales.
Total.
Usted es nativa digital. ¿Las redes sociales os ayudan porque las visualiza, porque la crítica que reciben es proactiva o porque los haters no son tan temibles?
Discurro mucho sobre esto, porque la época en la que comienzas a socializar, con 12 o 13 años, ya teníamos redes sociales. Siempre he pensado que nos ha podido ayudar mucho, porque forma parte de nuestra socialización. Lo abarca todo. En cuanto, a la música, cambia a una velocidad tan acelerada. Cada vez que salen nuevas plataformas o lugares donde compartir música, toda la industria cambia por completo. Va muy rápido.
¿Les brinda oportunidades?
Quizá da nuevas oportunidades que antes no había, porque cualquier persona puede compartir su música o se puede descargar una aplicación y hacer con el móvil o el ordenador una grabación en su casa y la lanza a Internet. Ahora no es tan costoso compartir la música como antes, pero lo que hace es que no es tan exclusivo. Le quitas el foco, no como algo malo, sino que todo el mundo lo tiene. A mí lo que me parece es que tiene un lado bueno y malo, porque conoces a más gente, más estilos. Si no hubiera nacido en la era digital, habría mucha música, que me ha aportado un montón, que no sé hasta que punto podría haber llegado a conocer. El intercambio de casett, que es lo que hacían… (Risas) ¿consigues llegar a tanta música?
Quizá haya demasiada.
El tema del omnivorismo cultural, el que mucho abarca, poco aprieta. Hay que utilizarlo con responsabilidad. Saber qué es lo que quieres con las redes sociales; qué tipo de público al que dirigirse.
¿Qué relación mantiene con los haters?
Al haberlo vivido desde pequeña, lo omites. Es tan sencillo como borrar un comentario. No hay que darle más importancia. Hay que tener un poco de seguridad en lo que haces, intentar llegar a cuantas más personas mejor, pero de una manera no tóxica.
Explíquese.
Hay artistas más comerciales que focalizan la atención en el tema de comunicación y promociones en las redes sociales. Ahora, tiktok, que a mí se me escapa un poco,…
¡Guau!
Sí, son más los chavales de 14.
¡Guau!
(Risas) Ahora, los artistas antes de lanzar una canción entera, promocionan en tiktok un trocito, lo más pegadizo o lo que creen que más puede llegar. Si consiguen que hagan una corografía y que la vean millones de personas, tienes la canción vendida, antes de sacarla.
¿Escribe?
Me gusta escribir letras. Aunque tengo la inseguridad de novata en lo que hago. Estoy en 3º de Historia y Ciencias de la Música (Universidad de Salamanca) siento que no he encontrado el género con el que me quiero definir como músico. Ahora tengo un batiburrillo de géneros. Me siento identificada con tantos, que me aportan mucho, que tengo que encontrar hacia donde quiero afinarme. Cada canción que hago, no tiene nada que ver. Quizá hago una acústica, más Jazz de los años 30’ y de repente me interesa hacer un tema de música de minimalismo electrónico de los 60’. Me vale todo. Todavía me tengo que definir. Estoy un poco verde.
¿Cuál es su playlist? sin mirar el momento en el que esté.
Es muy complicado. Me agobio con esta pregunta. Mis amigos me dicen que soy la melómana de todas las cuadrillas. Estoy con tantas canciones…
Si yo le digo ahora: Cánteme una canción, ¿la primera que le viene a la cabeza es?
Tú que vienes a rondarme, de María Arnal. Es muy buen tema melódicamente, la producción que tiene es una mezcla entre música más tradicional española con más electrónica. Encima la letra es preciosa, su técnica vocal, muy buena. Admiro mucho a María Arnal. Es una tía que hace mucha búsqueda musicológica en todos sus temas y discos. Tiene cierta intencionalidad, no solo hacer música por hacerla, que también está bien. En mi caso, voy a validar cualquier tipo de música.
¿Sí?
Desde el Epitafio de Seikilos, que es la primera canción escrita de la historia, puedo contar.
Si nos habla desde ese momento hasta ahora, seguro que en lo que haga va a estar ‘jugando’ con todo esto.
Quizá por eso me abruma muchas veces decir con la música quiero que me reconforme a mí y que aporte algo. La presión de conocer tantos siglos de música y de tenerlo todo en la cabeza,… Encontrar algo que pueda funcionar ahora, que también lo haga contigo, por el momento en el que estás, y que llegue a la gente… ¡es una barbaridad!
Háblenos del reggeaton, trap..
Muchas veces me pongo como defensora del reggeaton, cuando a mí no me gusta, no lo disfruto, no le veo mucho interés. Hay artistas que los rechaza y no se dan cuenta que en sus géneros también hay canciones que no se pueden defender. La música es un tema muy amplio y tiene su función.
Cuéntenos.
Esta la música para disfrutar; la música que llega al alma de las personas; la comercial; la clásica,…
Cristina, ¿hay música buena o mala o solo hay música?
Creo que solo hay música. Definirla como buena o mala es simplista. Si estudias el pensamiento musical desde los clásicos hasta ahora ves que el concepto de la música ha cambiado tanto de un siglo a otro, que no puedes quedarte solo con lo que es bueno ahora y ya está. En la Edad Media consideraban que los instrumentos de viento eran como llamar al demonio y que la polifonía, cuando empezó la ópera, había personas que se llevaban las manos a la cabeza. Decían que el Monteverdi estaba chalado, que no respetaba la música. Ahora, a mira cómo tenemos a Monteverdi. Si hablamos de Jazz, a Charlie Parker lo martirizaron por tocar de esta manera, lo echaban de sitios por sus solos. Ahora es de las figuras más importantes del género, se le respeta y estudia. Nunca desprecio una canción, quizá la despreciamos ahora por nuestra cultura musical y no nos cuadra, y de aquí a 30 años cambia el paradigma musical y esa canción nos ha abierto a algo increíble.