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Manuel Rodríguez Barba: «Yo invito a rebelarse sin violencia»

El escritor salmantino acaba de publicar su tercera novela, 'Puesto a recobrar el aliento'
El escritor Manuel Rodríguez Barba.

El salmantino Manuel Rodríguez Barba se licenció en Geografía e Historia en la Usal y se convirtió en funcionario del Cuerpo Superior Postal y Telecomunicación. Ejerció su profesión en Madrid, Santander y Salamanca y acabó desarrollando una actividad literaria muy prolífica. Acaba de presentar su tercera novela, ‘Puesto a recobrar el aliento’, y ya tiene la cuarta en el horno. En paralelo alimenta su cuenta de Facebook con escritos que hablan de respeto, la armonía, el carpe diem,…»Somos cómodos y a veces hay que pincharnos para reaccionar», afirma.

¿Cómo fue el paso de Correros a la escritura?

Afición a literatura he tenido siempre, pero empecé a escribir para publicar en 1999 en la revista Los Papeles del Novelty. A partir de ahí se suele decir que se aprende haciendo lo que se hace y yo aprendí a escribir escribiendo. Cuando me jubilé en 2011 he hecho casi oficio de la escritura, tanto para escribir relatos como para escribir novelas. La primera que se publicó en 2018, ‘Aliseda, una puta coja’, la segunda en 2021, ‘Lluvia de cenizas’, y la tercera presentada en marzo, ‘Puesto a recobrar el aliento’  y sigo porque la cuarta está ya en el horno.

No se arrepiente de no haber empezado antes porque fue una transición progresiva,…

Casual, pero con raíces en que yo siempre he tenido la lectura como algo trascendental, porque leer siempre hace que sepa mejor el café y que el mal humor se disipe. Leyendo, además de aprender, se relaja uno.

Entonces necesitamos mucha lectura,….

Mucha, porque ya digo, relaja y hace que sepan mejor las cosas.

¿Qué se va a encontrar el lector en ‘Puesto a recobrar el aliento’?

La composición es la ficción y la realidad. En cierta manera las noveles tienen sustrato de ficción, pero asentada en la realidad. Eso es ‘Puesto a recobrar el aliento’. Es la historia de personajes corrientes que, como la mayoría, cuentan la historia como les conviene y en el caso de que repartan culpas se hacen los inocentes y viven sin querer rendir cuentas de lo que hacen. Son de esos personajes que saben que la vida es un 10% como la hacemos y un 90% como nos la tomamos. Y los personajes de mi novela se toman las cosas con parsimonia, no con pasividad, y teniendo en cuenta que para llegar a viejo hace falta vivir y dejar vivir.

Es cuestión de actitud.

Como decía Ortega: Yo soy yo y mis circunstancias. Son personajes corrientes como somos la mayoría, que se adaptan a las circunstancias y casi siempre, como todos, tratan de arrimar el ascua a su sardina.

¿La realidad siempre supera a la ficción?

Para mí la novela es la invención que tiene que aparecer como si fuera la realidad, de manera que lo que se está leyendo como ficción esté sucediendo como realidad. Ese es el éxito de los grandes novelistas, que de la ficción hacen realidad, y muchas veces la realidad es la que se parece a la ficción.

¿Qué le motiva para escribir? ¿Qué busca?

La literatura es, por una parte, un refugio en el sentido de que te sientes realizado escribiendo y, por otra parte, la recompensa mayor de un escritor, que es cuando acaba la novela disfrutar leyéndola, si no la disfruta es un fracaso.

A mí lo que me motiva es, por una parte, la terapia que supone escribir e ir descubriendo cosas, porque andando se hace el camino, y luego la satisfacción de que cuando lo leo. Hasta ahora lo que he leído me ha gustado.

¿Los finales ya los tiene o se los va encontrando?

Siempre escribo el final lo primero y luego ya me dirijo allí. Es como si un caminante sale de casa y no supiera adónde va. El escritor tiene que saber adónde va.

Porque si no se pierde.

Claro. Yo escribo el final y luego voy desarrollando la trama. El final pocas veces varía. Pueden variar matices, pero lo esencial y sustancial en ‘Puesto a recobrar el aliento’ yo ya sabía cómo iba a acabar Ananás, el protagonista. Todo lo demás es como el que sale de casa, sabe dónde va y luego, eso sí, va cambiando el itinerario según los obstáculos que va encontrando.

¿Los personajes tienen que ser difíciles, atormentados para que enganchen?, porque una vida corriente igual no es demasiado inspiradora?

La normalidad se ha convertido en vulgaridad. No me gustan los personajes vulgares. Me gusta la gente corriente, porque es infinitamente variada, no es simple. La gente corriente, que somos la mayoría, somos muy complejos. No se trata de decir este personaje es vulgar, no. El escritor lo que tiene que hacer es ir descubriendo lo que ese personaje tiene de interesante para el lector.

¿Existe una fórmula para sorprender y emocionar al lector, saber las teclas que hay que tocar para atraparnos?

Yo no soy partidario del misterio, porque me gusta hablar de gente corriente, pero muy compleja y enrevesada en un mundo que se agita. No creo que haya que buscar en los personajes cosas excepcionales, sino descubrir en cada persona lo interesante para que nos veamos reflejados en él, porque muchas veces leyendo a los grandes autores parece que te descubren lo que ya sabes. Todos sabemos más de lo que parece y cuando leemos descubrimos lo que sabemos. Lo que engancha y hace valorar al escritor es que cada persona que lo lee dice: “este hombre dice lo que yo sabía, pero no creía que lo sabía”.

¿Hay un exceso de oferta literaria y eso hace que nada perdure y el lector se sature y esté un poco perdido?

Eso es indudable. Hasta las librerías colocan en el mejor sitio el libro de la editora que mejor le paga. Hoy lo que vende es la publicidad, que encarece el producto y lo manipula en cierta manera, pero es muy difícil que un autor se venda de manera continuada si no tiene valor. Hay mucha oferta, pero también está subiendo la demanda, porque a pesar de que se están cerrando librerías, yo con las que trato me dicen que cada vez se venden más libros.

¿Quizá a raíz de la pandemia?

La pandemia, el recogimiento nos ha hecho más sedentarios y querer leer para distraernos. Normalmente el que empieza a leer para distraerse acaba aficionándose a la lectura, porque casi siempre se descubren las cosas que tenemos arraigadas cuando las circunstancias nos obligan a ello. Que haya mucha demanda y mucha oferta no significa que el mercado esté roto. Al contrario. Cuanto más se escribe, mejor se escribe, porque también las editoriales y los propios escritores inconscientemente nos hacemos más exigentes con nosotros mismos y cuando uno se exige más hace mejor las cosas.

Manuel Rodríguez Barba.

Suele publicar en su Facebook reflexiones que no sé si luego aplica a sus personajes, en las que destila una filosofía vida y unos valores que en las redes sociales no parecen tener demasiado hueco, como el respeto, la armonía, el carpe diem,…

Facebook no es ni simple ni de gente despreocupada. Es cierto que hay quien aprovecha las redes para escribir sandeces, y también para vender lo invendible, pero en Facebook también hay muchísima gente muy interesante y muy ocupada, porque dicen que de las cosas hay que ocuparse, no preocuparse.

Me he encontrado que gustan algunas de mis reflexiones a favor de que nos removamos un poco para ser más consecuentes con lo que hacemos y lo que somos. Que no caigamos en la simpleza de escuchar sin criticar o reflexionar. La gente que lo comenta son personas muy interesadas en que esos valores no desaparezcan de la sociedad.

Cuando nos dicen cosas interesadas para provecho de quien las escribe, la gente reflexiona y se pone en guardia, no se para ante cualquier cosa. Creo que a la gente hay que estimularla, decirle las cosas para que se pongan en marcha, lo que dice el proverbio chino: para dar mil pasos hay que dar el primero.

¿Incluidos los jóvenes con su teléfono y su hedonismo?

Quieren hacernos creer que la juventud está perdida, sin interés en las cosas sociales, políticas y económicas, pero es gente muy bien preparada que hace mucho porque esta sociedad no caiga en la abulia. No creo el estereotipo del joven que se pasa las horas con el móvil o la tablet. Los jóvenes actuales están mejor preparados que las generaciones anteriores. Hay un interés en hacer aparecer a la juventud como si fueran parásitos, gente despreocupada y no es verdad. Hay que ponerles carriles para que circulen por ellos y no al contrario.

Muchas veces, los poderes fácticos desvirtúan los valores para hacer ver que su bandera es la que predomina y no es verdad. Hay que confiar en la gente joven porque es más sabia y mejor preparada que la de hace 40 años. ¿Alguien puede pensar que nosotros que salimos de la dictadura vamos a estar mejor preparados para ejercer la democracia y la libertad que los jóvenes que han nacido con ella? A nosotros no nos la quitaron porque se la habían quitado antes. A ellos parece que se la quieren quitar manipulándoles.

Pero pese a tener más formación que nunca son uno de los nichos de Vox y cuanto más jóvenes parece que más afines.

Lo visible es eso, como lo visible son las noticias falsas que se dan en muchos medios, pero el sustrato de la gente joven, de los que no se ven son los que tienen valor. Efectivamente, los que más se ven los lo de la pulserita y los que rompen las farolas, pero eso es el 5 o 10% de la juventud, el otro 90% está trabajando o quiere tener un trabajo digno y un sueldo digno.

En su Facebook dice que somos adictos a lo fácil, lo complicado nos retrae,… ¿Al final buscamos la comodidad y los atajos?

Lo que digo de mis personajes. El personaje corriente, que somos la mayoría, contamos la historia según nos conviene, pero siempre tiene que haber una referencia, que es a lo que me refiero en esos artículos que escribo en Facebook, porque la referencia (no pueden ser) esos que nos manipulan para hacernos creer que vivimos en una sociedad y una economía que se están hundiendo. No se trata de sentirnos engañados. Yo lo que quiero es que haya una reflexión y digamos: “basta, no”. Nosotros somos de esta manera y vosotros con esas mentiras no nos vais a hacer cambiar.

Quizá por eso también ha escrito: “Lo de ver amenazas y peligros donde no los hay, es corriente. Ese, es uno de nuestros lados oscuros,…” ¿Somos miedosos por naturaleza?

No somos miedosos. Somos cómodos y de vez en cuando hay que pincharnos para que reaccionemos. Tiene que ser una persona o cien con valentía, para decir “basta”. Y la gente responde bien, aunque haya quien te insulte porque les estamos quitando sus armas, que son el temor de unos a aparecer y la comodidad de otros a levantarse, pero hay que hacer porque esto cambie.

Manuel Rodríguez Barba.

También dice en otra reflexión que “exageramos para pedir y cuando nos piden damos poco”.  Hombre, habrá que ser también un poco egoístas, ¿no?

Es una llamada a la solidaridad, que es fundamental en las sociedades. Después de la libertad el bien más grande de una sociedad es la solidaridad. Cuando hay esas dos cosas la sociedad funciona bien.

Otra píldora. Afirma que “no somos eternos, pero duramos lo suficiente para disfrutar de la vida y no darnos por vencidos…”  ¿Vivimos como si pensáramos que somos eternos y dejamos pasar ocasiones?

La vida tiene momentos buenos y malos y lo que hay que hacer es apuntalarse en los buenos y  no hacer de los malos la ocupación, porque muchas veces nosotros mismos nos metemos el dedo en el ojo y creemos que estamos mal cuando estamos bien. ¿Por qué nos creemos que estamos mal? Porque unos se encargan de venir a hacer de salvadores de lo que no hay que salvar a nadie.

En otras reflexiones apela un poco a la rebeldía. ¿Vivimos con el freno echado, con mucho conformismo, sobre todo en Salamanca?

La rebeldía no significa estar en contra de los demás, sino de cosas puntuales. No se puede ser conformista y no reaccionar ante un político corrupto para que pague con la ley en la mano. También digo que somos cobardes y débiles ante los fuertes y no es así, lo que pasa es que creemos que estamos solos. Lo que hago es apelar a la suma de voluntades para oponerse con más fuerza a esos que apoyándose en su superioridad se hacen los imprescindibles. Rebelarse contra lo que está mal es consustancial a la historia humana. Para rebelarse hay que tener razón y para tener razón hay que saber y después hay que unirse y organizarse con los demás, porque la rebelión individual no cuaja. Yo invito a rebelarse, pero a rebelarse sin violencia.

¿Siempre hay más motivos para el optimismo que para el pesimismo?

Está claro. Créete superior y vencerás. Lo primero para ganar una batalla es ir con ganas de ganarla. Por lo tanto, el optimismo es fundamental. Todo el que es pesimista acaba en un agujero y todo el que es optimista acaba volando, aunque siga con los pies en el suelo. Además, cuando se es optimista se tiende a aprender, a mejorar, a ser solidario con los demás.

¿Esta visión condiciona la elaboración de sus personajes?

El personaje de Ananás es escéptico en el sentido de que hace como que es de una manera siendo de otra, propugna que las cosas sean de una manera, pero él no quiere ser de los que empujan para que se consiga. Yo le hago ir por la ciudad para que se encuentre con personajes solidarios, optimistas y solidarios. Al final, Ananás, que empieza siendo egoísta y busca vivir de los demás, acaba siendo mejor persona.

1 comentario en «Manuel Rodríguez Barba: «Yo invito a rebelarse sin violencia»»

  1. El problema de rebelarse es que llevan más de cuarenta años forjando el individualismo y eso es lo peor para la gente corriente. Y para ello utilizan los «vocero de comunicación» para amedrentar e iinfluir en los demás.

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