La fricción de la ropa en algunas zonas del cuerpo puede causar rozadoras, lo que se ve incrementado por el sudor en épocas de altas temperaturas. El conocido como ‘chafing’ afecta especialmente a los muslos, pero también puede ocurrir en los pezones.
En ocasiones, la fricción de una pierna contra otra deja la cara interna de los muslos con irritación, picor y dolor. Esto, que suele afectar mayormente a las mujeres, a quienes tienen sobrepeso o a quienes hacen mucho ejercicio. Además, en verano, el calor y la humedad pueden hacer que se sude más, lo que agrava el problema.
En caso de que ya haya aparecido la rozadura, debe tratarse correctamente para que se cure y desaparezca cuanto antes. Para ello, hay que limpiar la zona con agua y un jabón suave, aplicando después algún tipo de crema que ayude a calmar piel y a estimular la cicatrización. También puede resultar muy efectiva la vaselina.
No obstante, lo ideal es actuar para prevenir el surgimiento de las rozaduras. Para ello, existen diferentes alternativas. Por un lado, están los productos que se aplican sobre la piel para evitar las rozaduras. Hay multitud de productos en el mercado, como cremas antirrozaduras, los bálsamos en barra para repeler el sudor y la humedad, las lociones específicas para muslos o los espráis cicatrizantes.
Por otro lado, hay remedios físicos, como bandas y parches específicamente diseñados para proteger las zonas donde más fricción se produce y, por tanto, más propensas a rozaduras. También, algunas marcas han diseñado culotes que se colocan debajo de la ropa y también previenen la aparición de esos sarpullidos. Finalmente, para el caso de los pezones, las pezoneras son uno de los métodos más efectivos.