De manera progresiva, pero con más lentitud de lo deseable, los peregrinos vuelven a recorrer las calles e iglesias de Tierra Santa. A las restricciones universales de la pandemia se sumaron las dispuestas después por el Estado de Israel y la plena normalidad se ha recuperado apenas hace un año. Y en este volver a Tierra Santa, un grupo de salmantinos, vinculados a la Hermandad Franciscana del Cristo de la Humildad, hemos recorrido los lugares por donde, hace dos milenios, Jesús de Nazaret predicó al mundo la buena nueva de esperanza y salvación.
Como es natural, el acercamiento a esta tierra admite todo tipo de lecturas y planteamientos. La motivación religiosa no se puede soslayar, puesto que está en el fundamento de este tipo de viajes. Pero a partir de ella, las perspectivas turística, cultural e incluso aventurera, tienen también cabida. Lo importante es que, al final, todos regresamos con el equipaje repleto de experiencias que acaban significando algo en la vida.
Uno de los momentos más destacados, el único exclusivo, fue la recepción, en el convento de San Salvador de Jerusalén, del custodio de Tierra Santa, el franciscano Francesco Patton. El padre Patton mantiene un vínculo muy especial con Salamanca. El hecho de haber nacido en Trento, la ciudad del concilio en la que tanto brillaron los dominicos de San Esteban, podría considerarse como algo premonitorio. Pero, anécdotas al margen, no podemos olvidar su designación como huésped distinguido de la ciudad por parte del Ayuntamiento de Salamanca. Fue en diciembre de 2017, cuando pasó por esta ciudad para bendecir la imagen del Cristo realizado por Fernando Mayoral. Un atentísimo y cariñoso Carlos García Carbayo, que entonces era teniente alcalde, ofició la ceremonia en nombre del alcalde, Alfonso Fernández Mañueco, ausente en esas fechas de la ciudad. Después, el custodio lo ha recordado en varios momentos, especialmente en la felicitación navideña de 2021, a todos los salmantinos, retransmitida desde la gruta de Belén.
En el encuentro con el padre Patton percibimos que el recuerdo de los dos días en Salamanca, al modo de Pedro Antonio de Alarcón, seguía muy vivo. Además, Fernando Mayoral volvió a estar presente. El primer boceto de la imagen del Cristo de la Humildad, que el propio escultor había regalado a la Custodia de Tierra Santa, presidió el acto y, en manos del custodio, sirvió para la bendición solemne que impartió al grupo de peregrinos. Fray Enrique Bermejo, salmantino de Cantalapiedra y rector del Cenáculo, que oficiaba de maestro de ceremonias, anunció la primicia de que esa imagen presidiría una de las capillas de los templos franciscanos de Jerusalén. En breve será comunicado de manera oficial. Así Salamanca, a través de uno de sus artistas más valiosos, estará presente de manera explícita, en Jerusalén.
Pero de todo cuanto allí se dijo y escuchó, el mensaje que traemos es el de la necesidad de ayudar a Tierra Santa. Se sea practicante o creyente o nada ello, allí está una buena parte de nuestros orígenes. Somos herederos de una tradición que hunde sus raíces en esas tierras del Próximo Oriente. Y la Custodia, fiel a su carisma, cuida de estos espacios y mantiene al culto los santuarios, ayudando a los pocos cristianos que quedan allí, oprimidos entre judíos y musulmanes. La ayuda de muchas asociaciones pequeñas, como la que proporciona esta hermandad franciscana de Salamanca, es la que hace posible el milagro de Tierra Santa.
1 comentario en «Francesco Patton, el huésped distinguido»
Paz y bien.
Una peregrinación con mucha fuerza interior gracias al guía que no dejó ni un momento de explicar cada detalle del sitio que visitábamos.
Gracias también a la Hermandad Franciscana por permitirnos peregrinar con ellos la experiencia ha sido enriquecedora en lo Cristiano, en lo personal y en lo social al permitir conocer otras gentes otras culturas y muchas vivencias.
Gracias y no dejar nunca en el olvido a los cristianos de Tierra Santa.
Saludos
Julian