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Opinión

Calor y salud (I) Efectos directos del calor

«… caminaba tan despacio, y el sol entraba tan apriesa y con tanto ardor, que fuera bastante a derretirle los sesos, si algunos tuviera»
(Don Quijote de la Mancha; Cap. II). Miguel de Cervantes

La frase de Miguel de Cervantes ilustra en el capítulo II de Don Quijote de la Mancha que los efectos del calor dependen del tiempo de exposición (caminaba despacio, luego estaba más tiempo expuesto al sol) y de la intensidad o ardor del sol, que incluso podría derretirle los sesos. Los efectos del calor sobre la salud son muy variados y oscilan desde molestias leves hasta acabar con la vida de una persona. Su mayor o menor potencial como factor de riesgo depende de factores climáticos como la temperatura, el grado de humedad, el viento, o de contaminantes atmosféricos como los niveles de ozono y partículas en suspensión.  También de la intensidad y duración de la exposición y de la falta de aclimatación.

El calor produce patologías específicas o contribuye a descompensar o agravar patologías previas. Sus efectos indeseables pueden ser directos o indirectos: son directos el golpe de calor, el síncope y el agotamiento por calor.

El golpe de calor es el cuadro más grave y tiene lugar por el fracaso agudo de la regulación de la temperatura corporal (que puede sobrepasar los 40ºC). La causa puede ser realizar actividades extenuantes en clima caluroso o estar en un lugar caluroso durante demasiado tiempo. Es importante conocer que el golpe de calor puede aparecer sin ninguna otra afección previa relacionada con el calor.

Aparece rápidamente, de forma brusca, y puede tener mal pronóstico, produciendo un fracaso multiorgánico con importantes secuelas (hepáticas, renales, neurológicas, etc.) e incluso la muerte. Es una urgencia vital que requiere asistencia médica inmediata. Se manifiesta como temperatura corporal elevada, pulso y respiración acelerados, dolor de cabeza intenso, somnolencia, confusión, pérdida de conciencia, delirio, convulsiones y parada cardiaca. En España todos los años se producen fallecimientos de trabajadores obligados a realizar trabajos extremos, como por ejemplo la agricultura, la limpieza de calles o la construcción, trabajando al sol en las horas de mayor calor.

Ante un golpe de calor es fundamental avisar inmediatamente a los servicios de emergencia y mientras llegan situar a la persona que lo sufre a la sombra, en un lugar fresco a ser posible, quitarle la ropa y humedecer la cabeza y la piel mediante compresas (toallas) de agua fría para disminuir su temperatura corporal progresivamente (nunca de forma brusca), colocarle recostado sobre el lado izquierdo (por si vomita) y favorecer que circule al aire evitando aglomeraciones de curiosos alrededor. Se le debe dar de beber agua muy lentamente, con pequeños sorbos.

El síncope por calor es un cuadro menos grave que el golpe de calor. El organismo humano se adapta al calor mediante vasodilatación cutánea que, unido a la pérdida de líquidos por el sudor, producen una disminución del gasto cardíaco y la consiguiente disminución del riego cerebral que puede producir una lipotimia. Este tipo de desfallecimiento por calor suele producirse cuando se permanece en pie mucho tiempo en días muy calurosos. Las personas hipotensas son más proclives a sufrir este tipo de desvanecimientos y también pueden suceder si se lleva tiempo sin comer y se produce una bajada del nivel de azúcar en la sangre.

Este cuadro es autolimitado y de corta duración. No es necesario en este caso llamar a los servicios de emergencia. La mejor forma de ayudar a quien lo ha sufrido es colocarle a la sombra, tumbado boca arriba y con las piernas elevadas.  Es aconsejable rehidratarle ofreciéndole agua y nunca utilizar bebidas azucaradas que aumentan la deshidratación. Tampoco se deben dar bebidas alcohólicas. En cambio, si se pueden administrar bebidas con electrolitos con mucha precaución.

El Agotamiento por calor es un cuadro frecuente en verano, que afecta a muchas personas y aparece tras varios días de exposición a altas temperaturas. Tiene lugar por una respuesta cardiovascular insuficiente de adaptación al calor, con pérdida por el sudor de líquidos y sales que no han sido repuestos convenientemente.

Generalmente se manifiesta con sensación de cansancio, pero en función de la duración e intensidad del cuadro también pueden aparecer otros síntomas como dolor de cabeza, agotamiento, náuseas, vómitos, mareos y desmayos, sudoración abundante, sed, calambres musculares, pulso irregular, respiración acelerada, agitación…  La piel suele estar pálida, fría, húmeda y pegajosa.

Se debe interrumpir la actividad que se está realizando, situándose en un lugar fresco, reponer líquidos tomando agua, zumos ligeros o soluciones isotónicas a pequeños sorbos y refrescar la piel con agua fría, duchándose o bañándose si es posible. En el caso de que los síntomas persistan, se tenga una enfermedad de base importante o se pertenezca a un grupo de riesgo, hay que buscar atención médica.

La próxima semana escribiremos de los efectos indirectos del calor sobre la salud que también los hay y tienen su importancia.

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