Villalaco tiene medio centenar de habitantes. Está aproximadamente a una media de hora de Palencia en coche y tras más de dos años, ya puede presumir de tener un bar. El establecimiento llevaba cerrado desde que sus antiguos propietarios se jubilaron.
A. Míguez / Ical.- La barra había quedado desierta y las mesas vacías hasta que Aurora y Fabián, un matrimonio con dos niños pequeños, se animaron a dar el paso. Dejaron atrás la vida en la “gran ciudad” para irse a vivir al pueblo. “Dimos el paso por ganar en calidad de vida y sobre todo por los niños. Ellos tienes dos y seis años y están encantados aquí”.
La hostelería ha sido siempre su forma de ganarse la vida. Llevaban viviendo en Madrid desde que llegaron a España desde Ecuador y Paraguay hace más de 20 años y siempre han trabajado en bares o restaurantes. Ahora, han utilizado toda esa experiencia en sacar adelante su propio negocio aunque no sin ayuda. Desde el Ayuntamiento, y para facilitarles su adaptación, se han hecho cargo de toda la inversión necesaria para acondicionar el local.
Se les ha intentado poner lo más fácil posible. “Les hemos montado el bar entero también con ayuda de la Diputación”, explica a Ical el primer teniente de alcalde de la localidad, Juan José Yagüe. Además, durante el primer año no tendrán ni que pagar alquiler ni facturas de luz o de gas.
Pero esa no ha sido la única ayuda que han recibido, ya que desde el Consistorio han decidido contratarle a él como alguacil. “De esta forma, se garantizan un pequeño sueldo para que puedan salir adelante”.
El equipo de Gobierno se plantea, además, habilitar la parte de arriba del establecimiento para construir una vivienda para la familia y no descartan también un comedor para ampliar el negocio. “Ellos saben mucho del sector y quieren dar comidas también para los pueblos de alrededor. Nos parece bien y nosotros queremos ayudarles”, explicó Yagüe.
Los nuevos propietarios del bar dicen estar “encantados” con esa solidaridad vecinal que les ha hecho, dicen, sentirse como en casa desde el primer día. Reconocen que el cambio de vida ha sido “demasiado radical” pero que su adaptación a la vida en el medio rural está siendo más fácil de lo que nunca imaginaron gracias a la hospitalidad de los vecinos.
“Se ofrecen a traernos todo lo que nos haga falta”, reconocen. Una hospitalidad que intentan devolver en la medida que pueden. Por eso, Fabián ha puesto su coche a disposición de los vecinos y les lleva y les trae siempre que sea necesario: “Acabo de volver de Astudillo de llevar al médico a un vecino mayor que no tenía forma de llegar hasta allí. Es lo mínimo que puedo hacer”.
De esta forma, no solo se han convertido en los “salvadores” del bar sino en dos personas que velan por los intereses del municipio y el bienestar de sus vecinos. Su objetivo, dicen, es contribuir a que el pueblo “no muera y salga adelante”.
Por eso, son conscientes de lo importante que es reabrir el único lugar que puede servir como punto de encuentro, especialmente en los meses de frío y más teniendo en cuenta la dureza de los inviernos en la provincia de Palencia.
“Esto es lo que necesitábamos porque hasta que cerró, estábamos acostumbrados a reunirnos en el bar. Verlo cerrado era muy triste. Pasabas y no veías a nadie. Pasaban los meses y apenas nos veíamos. Como mucho, nos reuníamos en alguna casa. Ahora es todo más fácil”, reconocen los propios vecinos de este pequeño municipio palentino, que agradecen que el bar sea también una pequeña tienda de ultramarinos donde poder adquirir productos de primera necesidad.
“La idea es que, sobre todo las personas mayores que no tienen coche, no tengan la necesidad de desplazarse hasta otra localidad para poder comprar lo más básico”. Así lo explica Aurora, que no oculta su satisfacción pese a la gran cantidad de horas que pasa tras la barra. Abren a las nueve de la mañana y no cierran hasta que no se marcha el último vecino. “Ofrecemos desayunos, almuerzos y comidas. Todo lo que quieran”.
El recién estrenado bar es ese lugar donde además de tomar algo, los vecinos pueden jugar al parchís, a las cartas o simplemente “charlar un rato”. Este tipo de iniciativas, insisten desde el Ayuntamiento, son las que necesitan los pueblos para luchar contra la despoblación, para evitar que los pueblos se mueran y sus vecinos puedan combatir la monotonía.