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Opinión

Papa ¡ven en tren!

Las comunicaciones ferroviarias son el trasporte del futuro en la corta y media distancia y Salamanca carece del mínimo desarrollo de las infraestructuras que podrían contribuir notablemente al presente y al futuro de esta tierra.

Salamanca está en el cruce de los ejes París-Lisboa y Oporto-Madrid, también es uno de los dos ejes de comunicación Madrid-Lisboa (el otro es a través de Évora y Badajoz) y, sin embargo, desde este lado de La Raya apenas se ha reivindicado la modernización de las infraestructuras ferroviarias (ADIF) de dichos ejes y la potenciación de los servicios de trasporte de pasajeros y mercancías (RENFE) a través de ellos.

Resulta triste y paradójico que sea el Gobierno portugués el que ha señalado al Gobierno español su preferencia por dichos trazados y quien ya tiene las obras avanzadas, mientras que el Gobierno de España y la Junta de Castilla y León siguen deshojando la margarita, miran cada uno para un lado y aprovechan para lanzarse invectivas culpabilizándose mutuamente, en vez de buscar sinergias entre ellos para acometer proyectos de los que dependen muchas cosas.

A instituciones salmantinas como el Ayuntamiento de Salamanca y la Diputación Provincial les debe parecer que la cosa no va con ellos y no solo no han liderado ningún movimiento reivindicativo al respecto, sino que muestran indiferencia completa. Mientras tanto, Ayuntamiento y Diputación de Zamora estrechan lazos con las Cámaras Municipales de Vila Real, Braganza y Miranda do Douro, solicitando conjuntamente que el corredor Oporto-Madrid pase por Zamora en detrimento de Salamanca, como inicialmente ha previsto el Gobierno de Portugal. Los diputados y senadores salmantinos, tanto del PP como del PSOE, tampoco parecen tener ningún interés porque no quieren molestar a sus respectivos aparatos de partido ya que tienen la distribución de sillones (3/1) asegurada.

El corredor atlántico, la antigua Vía de la Plata, es otro de los ejes ferroviarios que necesita Salamanca y que tampoco reivindica. En este caso el movimiento ciudadano extremeño en defensa del ferrocarril es el que más solicita la reapertura del tramo Plasencia-Astorga pasando por Salamanca, un tramo que podría contar con una fuerte inversión de fondos europeos y al que la Unión Europea ha dado su visto bueno para reincorporar este trayecto en la Red Global y, recientemente, se ha conseguido que se incluya en la Red Básica Ampliada de la Red Transeuropea de Transporte (RTE-T), con lo que su recuperación podría ganar cierta prioridad. En Salamanca solo algunos partidos minoritarios como Unión del Pueblo Leonés o España Vaciada lo han incluido en sus programas de las pasadas elecciones.

Otro servicio ferroviario que es vital para Salamanca es el aumento de las frecuencias de trenes Alvia Madrid-Salamanca. Hace tiempo (más vale tarde que nunca) que diecisiete instituciones salmantinas firmaron un manifiesto solicitando el aumento de las frecuencias; con posterioridad el Ayuntamiento inició una recogida de firmas para apoyar dicha reivindicación. De todo ello no se ha vuelto a saber nada, todo ha quedado cubierto por el manto del olvido y eso que desde entonces han existido varios procesos electorales que, a priori, pareciera un periodo de tiempo oportuno para agitar dichas reivindicaciones. Ni eso.

Frente a la desidia de las instituciones y de nuestros representantes sería lógico que los medios de comunicación, especialmente los autodenominados independientes, y la ciudadanía de Salamanca nos pusiéramos en pie, incluso plantáramos pie en pared, para exigir dichas reivindicaciones. Pues tampoco. En las escasas ocasiones que se han organizado concentraciones en defensa del ferrocarril en la Plaza de la Constitución o en la propia estación de tren no han acudido más allá de 20 o 30 personas. Absolutamente desmoralizante. En internet en la página de Change.org pueden ustedes añadir su firma al manifiesto de la campaña Tren Rápido Salamanca ¡YA!

Cuando pienso en el futuro de los jóvenes salmantinos rememoro inevitablemente Pueblo Blanco la canción de Joan Manuel Serrat, en este caso como un pueblo de piedra dorada, en la que algunos versos encajan con nuestra ciudad como anillo al dedo. Son aquellos que dicen:

Escapad gente tierna que esta tierra está enferma
Y no esperes mañana lo que no te dio ayer
Que no hay nada que hacer

El resto de la letra de Pueblo Blanco también se nos podría aplicar a los salmantinos, especialmente a los que ya tenemos cierta edad:

Y los viejos sueñan morirse en paz
Y morir por morir quieren morirse al sol
La boca abierta al calor como lagartos
Medio ocultos tras un sombrero de esparto

Vivimos en una nube ajena a la realidad, como si la vida siguiese cada día en modo automático, por inercia, como si no cambiara nada y, lo que es peor, como si el futuro estuviera determinado de antemano y no pudiéramos cambiar nada; vivimos en una especie de determinismo fatalista mientras Salamanca languidece. Desde 1973, fecha del anuncio de Renfe de “papa, ven en tren”, papá ha tenido pocas posibilidades de venir en tren, y parece que cada vez tendrá menos.

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