Los turistas que acuden a Salamanca se llevan, en términos generales, una buena impresión de la ciudad. Así lo hacen notar, destacando además de la gran cantidad de patrimonio, unos precios asequibles tanto en el alojamiento como a la hora de comer. Por otro lado, en cuanto al tipo de hospedaje escogido por los turistas, la edad influye mucho a la hora de decantarse por unas u otras opciones.
Durante los meses de verano las calles de Salamanca se llenan de turistas que vienen a conocer una “ciudad mágica”. En todos los casos consultados por La Crónica de Salamanca, los viajeros destacan las “maravillas” de la capital del Tormes, como la gastronomía, el patrimonio histórico y cultural o el buen trato y la amabilidad de sus gentes.
En cuanto al alojamiento, las opciones son múltiples y, mientras que algunos turistas se decantan por hoteles u hostales, otros lo hacen por apartamentos turísticos. Incluso, algunos pasan la noche en una caravana, como Rosa y Manuel, quienes explican que “recorremos todos los años alguna zona de España en nuestra caravana, y este año tocan Salamanca y algo de Portugal”.
En términos generales, el hotel es uno de los alojamientos más escogidos por los turistas de mayor edad o las familias, destacando todos ellos “la comodidad” de que “te lo dan todo hecho”. Algunas familias, especialmente las que tienen niños pequeños, se decantan por apartamentos turísticos, como la de Silvia, que ha acudido junto a su marido y sus hijos, y prefieren “un Airbnb, porque nos da más libertad a la hora de las comidas, algo que con los niños es fundamental”.
Además, otros como Alessandra y Lavinio, turistas brasileños que repiten que Salamanca “es una ciudad mágica y maravillosa, nos ha impactado y encantado”, también se hospedan en este tipo de alojamiento porque, según reconocen, “donde menos tiempo estamos es en el piso, por lo que no queremos pagar mucho por un hotel”.
Siguiendo con la cuestión económica, esta es la que alegan todos los jóvenes consultados, que se alojan en los pisos turísticos “porque es más barato”. “Preferimos gastar menos dinero en el alojamiento y estar algún día más”, señala una pareja de veinteañeros. Por su parte, Carmen y sus amigas reconocen que su decisión se debe, “a que es más barato, no nos controlan tanto como en un hotel y podemos estar todas juntas en el mismo apartamento”.
Una ciudad barata
La mayoría de los turistas también coinciden en que Salamanca no es una ciudad cara. “Con respecto a cómo está la vida en todos los sitios, no la noto cara”, reconoce una pareja de andaluces que han venido a la ciudad con su pequeño. Por su parte, Iván indica que “yo vengo de Madrid, así que, en cuanto a precios, me parece una ciudad barata”, mientras que Fabio añade que “los precios son normales, más o menos como en Portugal”, de donde él procede.
Entre los que ya habían estado anteriormente en la ciudad, comparando con aquel momento, algunos explican que han notado cambios, mientras que otros no tanto. Si bien, estas diferencias se deben al tiempo transcurrido entre las visitas. Ángel explica que él la ha notado “mucho más cara”, pero matiza entre risas que “la última vez que estuve era estudiante, y ya tengo el pelo blanco”. Aquellos que estuvieron hace algunos meses o unos pocos años, apuntan que se ha encarecido “como en cualquier sitio en los últimos tiempos, ni más, ni menos”.
Por categorías, el alojamiento es lo que más perciben los visitantes como “un poco caro”. Aunque hay diferencia de opiniones, y mientras que hay quienes consideran que está bien de precio, varios turistas reconocen que este ha sido el gasto que les ha parecido más alto.
Además, en esta opinión coinciden tanto los que se han decantado por hoteles, como por los de apartamentos turísticos. “Ya lo habíamos investigado hace tiempo antes de venir y era más económico, ahora es bastante más caro”, explican Juan y Cristina.
Por su parte, la comida, además de recibir los halagos de todos los visitantes, que aseguran es “fantástica” y “está buenísima”, añaden que “está bastante bien en cuanto a precio”. Muchos coinciden en que hay un “amplio abanico”, por lo que dependiendo de lo que escojan los turistas puede acabar resultándoles caro. Este ha sido el caso de Rosa y Manuel, quienes afirman que han estado de tapeo y “nos ha parecido un poco caro”, pero “las tapas eran gourmet, así que esa puede ser la explicación”, matizan.
Junto con el tapeo, los restaurantes también reciben buenos comentarios en lo económico, considerando casi todos los turistas, tanto españoles como extranjeros, que los precios son adecuados y asequibles. Aún así, muchos explican que esta opción es más costosa que el tapeo, por lo que, a veces se decantan por lo segundo en lugar de comer en un restaurante.
Una vez más, los más jóvenes son los que más lamentan que es “un poco caro” en el ámbito de la comida, especialmente, el “ir de restaurantes”. Por ello, tal y como aclara Rodrigo, él y sus amigos optan por “comer unas raciones o un bocadillo”.
Sin embargo, algo que ha recibido las quejas de algunos de los visitantes ha sido “el precio de las entradas de los museos”. “Los museos en Salamanca son caros. Para entrar en la Catedral, por ejemplo, cobran mucho”, denuncia un turista valenciano. A su vez, Diego y Jaime, dos amigos estudiantes de Historia, lamentan con ironía que “nos estamos dejando todo el presupuesto en entradas para visitar todos los lugares”.
A mejorar
Algunos de los aspectos que echan en falta los turistas, son “más árboles y zonas verdes por la ciudad, especialmente en el casco antiguo. Hace mucho calor y se nota la falta de sombra y el fresquito que dan las zonas verdes”, insiste una familia gallega, que también pondría “más fuentes de agua”.
En la misma línea, Ruth y su pareja, que viajan junto a sus tres perros, también lamentan la “escasez de fuentes”. “En la ciudad de Roma hay muchas, y cuando hace calor vienen muy bien para refrescarse o beber agua, también para los animales”, explica señalando a sus mascotas.
Finalmente, otra turista que ya había estado en la ciudad varias veces anteriormente se ha mostrado sorprendida por “la cantidad de flores que han puesto por las calles”. “Creo que una ciudad tan bonita no necesita este tipo de cosas para que atraiga o nos guste más o menos a los turistas”, concluye.