Lo que nos faltaba en este momento histórico, donde el disparate acentúa con precisión la escasa virtud de las molleras, es que un patán machirulo nos chingue la alegría de disfrutar del triunfo de la selección española de fútbol femenino.
Viendo y viviendo, casi exaltado por la emoción futbolera, ese momento tan impresionante del pasado domingo, no podía dar crédito a que un gañán de serranía garrula, que se mete en la bolsera 2.000 € diarios -¡ojo al dato!- como máximo responsable del futbol español, expusiera de forma pública las estructuras de su propia condición cochinera.
Lo chocante del caso es que el beso se desvanece ante la actuación de tan impresionante espécimen, cuando se permite el lujo de insultarnos a todos los que vimos en esa acción que un macarra nos está representando en los ámbitos futboleros ante todo tipo de instituciones.
Y es tan mediocre e irresponsable el individuo que podría representar a las cavernas ibéricas más decimonónicas, cuando remata su escandalosa actuación con un vídeo patético donde nos dice que no le queda otra que hacer lo que se le ha obligado a hacer.
Pero una vez que te encabronas con el personaje, vuelves a visionar repetida la acción y caes en la cuenta de que tan despreciable hecho podría recordar a muchas, muchísimas mujeres víctimas de abusos a causa del dominio que da el poder, en cualquiera de los ámbitos sociales de la vida.
Con esos más de 600.000 euros que se embolsa el paisano que viste el traje del machismo más asqueroso que pueda suponerse, ni se ha planteado dimitir, mientras de forma insistente aparece su nombre en los luminosos de la asquerosidad sin remaches donde brilla con luz propia.
Y claro, cuando se siente acorralado por los ecos sociales desde toda la geografía española (sin dejar en olvido la parafernalia periodística internacional) se convoca el tipo una asamblea de federaciones a la medida para reanimarse: No hagamos caso de los idiotas y los estúpidos…
Una asamblea que se me antoja importantísima, porque en ella se van a retratar quienes apoyen a este pobre y lamentable idiota que le besó la fortuna al ser elegido para algo que le cae tan grande que según camina (lo hemos comprobado ahora) se tropieza con su propio traje de miserias repugnantemente machistas.
Ahí veremos si una conducta reprochablemente sexista ante el no fue para tanto encuentra estómagos agradecidos y chupópteros abrazafarolas al uso (cómo echamos de menos al tío García) que puedan agachar la cresta para seguir mamando de la burra.
¿No sería hora de que este asunto abra por fin los respiraderos de las federaciones de fútbol para que entre el aire que da la impresión que lleva viciado desde siempre?
El caso es que a partir de ahora brillará una estrella en la camiseta de nuestra selección y seguramente nos acercaremos con ganas al futbol femenino. Las heroínas del mundial con su gesta han hecho justicia a todas aquellas muchachas que tuvieron que escuchar todo tipo de insultos cuando intentaron tener la osadía de arrimarse a un balón.