Quien no se equivoque que levante la mano. No obstante, hay más aciertos que errores, más verdades que mentiras y más pájaros volando que en jaulas.
Y aunque, abunden pesimistas y catastrofistas recorriendo la tierra quejumbrosos, influidos por demagogos e intolerantes, que comienzan pidiendo consenso y acaban exigiendo acatamiento, la verdad es, que hay más cosas que merecen aprecio y ninguna que no tenga arreglo.
La inmensa mayoría estamos por lo positivo y el optimismo, de creer en un futuro de innovación y bienestar del que nos beneficiemos todos. El que haya, desastres naturales, emergencia climática, guerras y carestía, no hace sean imposibles de parar ni irreparables los daños. Gran reto es detener lo desbocado, y en ello están, multitud de personas honestas y generosas, que con la mano extendida esperan nos unamos a ellos los que somos, padres, hijos, esposos, hermanos, amigos, y también los distraídos y perezosos.
Nada hay que se mueva sin causa, problema que no tenga solución, ni tierra que no pueda ser jardín. De lo alarmante en que estamos saldremos, buscando soluciones, no culpables. Nada de juicios ni pasar cuentas. Las polémicas enfrentan y frenan, es hora de poner entusiasmo y unir esfuerzos. No hace falta suenen las trompetas ni haya izado de banderas, solo respirar hondo y con ilusión ponerse a ello.
Ocurrirá pronto, que la razón vaya a más y las calamidades a menos, poca la dilación y mucho lo conseguido. Se acabarán los desmanes y que impere la codicia. Tras las olas de un tsunami llega la calma, lo devastado es reconstruido y amanece de nuevo. Seguro, que el final de la historia será de celebración.