Ilusión y emoción de la buena es lo que transmiten Alba Sánchez, psicóloga, y José Luis Paulín, médico, de la ONG Mundabat sobre su última experiencia en el Sáhara. Durante la charla logran que sientas el sentir del pueblo saharaui, la dureza de su vida y el concepto del tiempo, tan olvidado por estos lares. Un viaje de sensaciones, de historias e Historia, de maneras de vida y de formas de entenderla.
José Luis ¿Qué nos une a los saharauis?
Lazos históricos indivisibles. Hasta 1975 el Sahara occidental era una provincia española. Esa era la realidad. Antes de que se llegara a un acuerdo de descolonización, Marruecos se invade por el norte y por el sur, Mauritania. En un contexto actual, sería algo parecido a lo que pasa en Ucrania. A los saharauis nos unen lazos sociales, incluso culturales. Fue casi un siglo de convivencia, desde finales del XIX hasta 1975. Los españoles nos sentimos muy cercanos a ellos.
¿Todavía tienen el DNI español?
Los más mayores conservan el carné azul. Es más, muchos de ellos tienen una vía administrativa para ser considerados españoles.
¿Y sus descendientes?
No. Están en una situación un poco más indefinidos. Se les considera apátridas. Los que han nacido en el Sáhara de Marruecos, son marroquíes, pero los que han nacido en los campamentos de refugiados en Argelia, no se les considera argelinos, porque son refugiados. Tampoco son españoles, porque ya no tienen carné.
¿Cuál es la situación real de estas personas?
Deberían ser españoles, porque el territorio del antiguo Sáhara español, como no se ha terminado la descolonización, se considera administrativamente dependiente del Estado español. Un galimatías.
¿Qué pasa con los recursos naturales que hay allí?
Está prohibido explotarlos, pero Marruecos lo hace.
¿Es la única ‘colonia’ que queda en África?
Sí, porque no se ha terminado la descolonización. Todo esto viene desde finales del siglo pasado, hubo una orden de la ONU que todas las colonias que pertenecían a países europeos se tenía que terminar la colonización. España estaba obligada a realizar ese proceso.
¿La muerte de Franco pudo influir en que no se llevara a cabo?
Por supuesto. Más que la muerte en sí, la debilidad del régimen de Franco, que fue aprovechada por Marruecos y Mauritania. Fue una entrega a los dos países, con unos acuerdos que el Tribunal de la Haya declaró que eran ilegales.
Han pasado casi medio siglo.
Sí y en 1991, con la firma del alto el fuego, el acuerdo era realizar un referéndum de autodeterminación, que se firmó por Marruecos, el Frente Polisario, España, Argelia y la Unidad de Estados Africanos. La pregunta que se iba a hacer era si querían ser independientes o seguir perteneciendo a España. Todo se enquistó por los problemas que ha puesto Marruecos en todo este tiempo. Se sigue esperando a que se haga ese referéndum.
El mundo está mirando para otro lado.
Sí. En otras ocasiones, cuando no se ha obedecido una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, se ponen sanciones, se hacen embargos,… En este caso, todo el mundo mira para otro lado. Las violaciones de los derechos humanos por parte de Marruecos son constantes. Quizá porque es el ‘matón’ de occidente en la zona, no solo de España, en general a todo occidente. Dice: ‘Te cuido el terrorismo, la migración ilegal,… a cambio de que no me molestes con cosas, como puede ser el Sáhara’.
¿Tan especial es para Marruecos?
Sí. Allí te pueden meter en la cárcel por criticar a Ala, al Rey o la postura del Sáhara.
¿Cómo están viviendo los saharauis? ¿Hay violaciones?
A la segunda pregunta, no te quepa ninguna duda. También hay desaparecidos, torturados,… Los saharauis que viven en el territorio del Sáhara ocupado por Marruecos son marroquíes de segunda, en todos los aspectos.
¿A qué no tienen derecho?
No pueden manifestar su identidad, ni sus símbolos o su cultura.
¿Ustedes solo trabajan con los saharauis de los campamentos de refugiados de Argelia?
Solo. Marruecos no acepta ningún tipo de solidaridad con los saharauis que están en su territorio.
¿Se pueden ver las familias de uno y otro lado?
La ONU autorizo que tuvieran contacto una vez al año. Ahora, esto está más abierto.
Recuerda a la Alemania de 1989 y el muro…
Es que hay un muro de más de 2.000 km con más de tres millones de minas que están a lo largo de todo el muro. Por lo que, todos los años mueren beduinos, niños, animales,… a consecuencia de las minas.
Entremos en los campamentos. Hace unas décadas se iniciaron ‘las vacaciones en paz’ para estos pequeños saharaius. ¿Sólo era en España?
No. También estaba el programa en Francia, Italia, Estados Unidos y Cuba.
¿Cómo están ahora?
Antes de la Covid iba bajando, porque ha disminuido el compromiso de las familias de aquí. Antes había un conocimiento más cercano de la realidad saharaui. Había más compromiso.
¿Cree que habría que darle una vuelta a esa iniciativa? Empezó hace unas décadas, pero ya no somos los de entonces.
Quizá. Uno de los objetivos que tenemos en el equipo es que no se olvide el Sáhara.
Ustedes cuando llegan allí con la ONG Mundubat, les dicen: ‘Hola, pasad para adentro’ o tienen que hacer un trabajo previo.
A nosotros nos dicen: ‘Bienvenidos a casa’ y ‘¡Por qué habéis tardado tanto! (Risas)
José Luis, usted es médico. ¿Está valorada la sanidad?
Sí. Nuestro equipo de Salud trabaja desde 1996. Hemos llegado a hacer hasta cinco viajes al año. Estamos muy valorados. Los campamentos viven de la solidaridad. No hay producción. Todo lo que puedas beber, comer,… es producto de la solidaridad internacional, bien a través de agencias gubernamentales, ONG o asociaciones.
Viviendo en esas condiciones tan extremas, con un clima inhóspito. ¿Cómo es el carácter de los saharauis?
El clima es lo de menos. Estamos en un campamento de refugiados. No es su tierra. Es la sensación de estar asentados en un territorio que no es el suyo, en una personalidad nómada,..
¿Eran nómadas?
Sí. El 80%. Muchos se escapan a tomar aire, como dicen ellos.
Alba Sánchez ¿Cómo es su carácter?
Por sus circunstancias son luchadores y resilientes. Yo sí que creo que les influye el clima, porque han adaptado su vida a esas condiciones. Incluso su manera de vestir. Van cubiertos de arriba abajo. Tienen un temperamento muy calmado. Allí no existe el tiempo. Hay que adaptar el horario laboral al sol. Se trabaja por las mañanas, la tarde es para la siesta, que es muy importante. Por la noche, la hora del té. Dormir bajo las estrellas. Todo esto afecta a su temperamento.
Usted es psicóloga. ¿Afecta a su estado de ánimo?
Son muy alegres, hospitalarios, solidarios,… Es raro ver a una persona con el ceño fruncido o triste. Aunque a veces es muy duro el clima, pero el sol tiene muchas cualidades positivas.
¿Qué importancia le dan a la salud mental?
Se la dan.
¿Hay depresión?
Sí. Le ponen otro nombre. A todo lo llaman ‘trauma’ sea una depresión, una esquizofrenia,…
¿Está tan estigmatizadas las enfermedades mentales como lo han estado aquí?
Sí. Creo que lo peor que te puede llamar es ‘loco’. Allí se esconden. Ellas siempre van tapadas, pero cuando van a la consulta, se tapan aún más, para que no las reconozcan. Prefieren ir a otra ciudad para ser tratadas por un psicólogo.
¿Son más valientes las mujeres o también van los hombres?
Vi casos de todo tipo, pero también fueron hombres. Además, patologías diversas. Las preocupaciones son diferentes, por su cultura. Eso sí, el que va a ver al psicólogo es porque está grave. Aquí tenemos más la ‘psicología cotidiana’, de cuestiones que no son patológicas. Allí, el que va, detrás hay una patología clínica.
José Luis, ¿ocurre lo mismo con las enfermedades más físicas, que cuando van ya es grave?
Hace unos años iban cuando las enfermedades eran más irreversibles. Ahora, van aprendiendo. También es cierto que como no abunda la asistencia médica, cuando vamos de fuera aprovechan. Aunque hay médicos locales y también tienen sus ‘curanderos’ con su medicina tradicional.
¿Tenemos el mismo concepto de enfermedad que ellos?
No. No vale con decirles tú tienes una neumonía, tómate este antibiótico. Está muy interiorizado el ‘trauma’.
¿A qué se refiere?
Si ellos piensan que ha sido por un motivo ‘X’ y nosotros ni siquiera preguntamos, nos limitados a curar la enfermedad, va a ser difícil que lo cumpla. Eso ya nos ha pasado. Como que tienen que ir a operarse y no lo hacen. Es muy importante conocerles.
¿Qué hacen para ganarse su confianza?
Convivir con ellos. Comemos o cenamos juntos. Bailamos, nos enfadamos, nos vamos a las dunas a tomar té… Ahí es donde aprendes matices que te vienen muy bien en la consulta.
Su concepto de tiempo es diferente.
Tienes que aprenderlo. Para ellos es más importante tomar un té y compartir unos pinchos de camello en las dunas, ese momento de intercambio de charla, que nuestro trabajo en la consulta.
Quizá es que lo es.
Es verdad, porque para ellos es un intercambio de conocimiento, que a nosotros nos viene también muy bien. En concreto, este viaje nos ha venido muy bien la aportación que ha hecho Alba –Sánchez-. Nosotros habíamos trabajado médicos, enfermeras y alguna matrona. Esta es la primera vez que hemos abordado la salud emocional. Esto nos ha permitido excavar y ver una realidad que no la habíamos percibido tan directamente. Siempre partiendo de la idiosincrasia de los saharauis por las condiciones en las que ha vivido, en la patología que pueda tener por todo lo vivido.
¿Qué esperanza de vida tienen?
Alrededor de los 70 años. Como anécdota decir que los que más años tienen, no saben su edad. (Risas)
Curioso.
Sí, porque no le dan importancia al tiempo. Para curiosidad lo que me ocurrió una vez en la consulta. Le pregunté a una paciente cuántos años tenía. La traductora me dijo: ‘140 años’. (Risas) Lo mejor es que la traductora ni se inmutó al decírmelo.
¿Qué le dijo usted?
Que no podía ser. Le dije que le preguntara en qué año había nacido, para hacer cuentas. Me contesta que en el año que cayó el árbol.
Difícil hacer la ficha médica.
(Risas) José Luis. Es un ejemplo de lo que decía Alba, que no le dan importancia al tiempo. Tomarse un té puede ser 90 minutos. Se toman su tiempo.
Alba. Para ellos, ese momento es muy importante. Es el culto al té, que hay mucha tradición. No te puede sentar dando la espalda al té. Es un símbolo.
Alba. ¿Hay machismo?
Sí. Pero, menos del que me esperaba. También he visto feminismo. Son muy reivindicativas las mujeres saharauis. Luchan mucho, incluso en sus condiciones, que es muy complicado. He visto situaciones en las que me he sentido orgullosa de la mujer que tenía delante. Siento mucha admiración por ellas.