La mayoría de los ciudadanos no son conscientes de que significa tener un sistema sanitario público (SNS) que atiende todas las necesidades de cualquier persona, por ejemplo, de los medicamentos para tratar cualquier enfermedad, independientemente del precio de mismos.
¿Cuánto cuestan los medicamentos que usted o yo utilizamos? Tenemos que realizar una aportación que es variable en función del nivel de renta y estar activos o ser pensionistas, pero desconocemos el precio real de esos medicamentos que retiramos de cualquier oficina de farmacia o recogemos gratuitamente en los servicios de farmacia de nuestros hospitales. Existen algunos medicamentos cuyo precio es un verdadero disparate, especialmente los más nuevos.
Según el informe Wyden-Grassley del Senado de Estados Unidos el precio inicial de un medicamento lo establece el laboratorio en base a sus cálculos de cuanto es el máximo que pueden pagar los pacientes o los servicios de salud de los distintos países, a partir del precio previamente establecido en Estados Unidos, que es libre. Cuando lo introduce en Europa generalmente lo hace a través de países que pueden pagar un precio más alto, por ejemplo, Alemania u Holanda, “forzando” posteriormente al resto de los países europeos a aceptar esos precios.
En España el precio real se fija mediante una negociación entre el Ministerio de Sanidad y el laboratorio correspondiente mediante un procedimiento confidencial y opaco. Recientemente una sentencia judicial del Juzgado Central de lo Contencioso-Administrativo número 9 de Madrid, perteneciente a la Audiencia Nacional, a instancias de Civio, una organización sin ánimo de lucro que lucha contra la opacidad en las administraciones públicas, avala por primera vez que el precio y las condiciones de financiación de los medicamentos sean públicos. La sentencia desestima los recursos interpuestos por el Ministerio de Sanidad y Novartis con los que pretendían seguir ocultando el precio y las condiciones de financiación negociadas en secreto para el medicamento Luxturna, y apoya de forma explícita que el precio y las condiciones de financiación de los medicamentos no son información privada y deben ser públicos para conocer “cómo se emplean los recursos públicos en materia de medicamentos”.
Veamos algunos ejemplos de precios de los medicamentos nuevos en España. Empecemos por los más caros que, afortunadamente, necesitan un número reducido de personas. Zolgensma, un medicamento indicado para el tratamiento de pacientes con atrofia muscular espinal (AME) cuesta 1,94 millones de euros por paciente, Spinraza un medicamento que se utiliza para tratar otro tipo de atrofia muscular espinal cuesta 1,49 millones de euros por paciente, Luxturna un medicamento empleado para tratar a niños y adultos con pérdida de visión debido a una distrofia hereditaria de retina (una enfermedad genética rara de la retina) cuesta 688.896 euros por paciente, Yescarta indicado para el tratamiento de pacientes adultos con linfoma B difuso de células grandes (LBDCG) y linfoma B de alto grado (LBAG) cuesta 327.000 euros por paciente, Kymriah utilizado para el tratamiento de distintas enfermedades hematológicas (Leucemia linfoblástica aguda de células B, Linfoma B difuso de célula grande, Linfoma folicular) cuesta 320.000 euros por tratamiento, Takhzyro indicado para la prevención de las crisis recurrentes de angioedema hereditario cuesta 226.293 € por tratamiento, Tecentriq utilizado para el tratamiento del carcinoma urotelial localmente avanzado o metastásico cuesta entre 17.000 y 71.000 euros por tratamiento.
Afortunadamente se trata de enfermedades poco frecuentes, pero las familias que tienen la mala suerte que uno de sus miembros padezca una de ellas seguramente no podrían pagar estos medicamentos con sus propios recursos, como por ejemplo les ocurre a las familias norteamericanas cuya inmensa mayoría no puede pagarlos y se quedan sin poder utilizarlos. En España afortunadamente el SNS paga este tipo de tratamientos, que no olvidemos se pagan con dinero procedente de nuestros impuestos (para eso, entre otras cosas valen los impuestos).
Existen otras muchas enfermedades, más frecuentes, que afectan a una parte importante de la población y por ello, aunque los precios de estos medicamentos sean mucho más bajos, el gasto total es muy importante. Veamos dos ejemplos.
En España padecen una Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) aproximadamente tres millones de personas. Los fármacos que utiliza un paciente con EPOC en función de su gravedad tienen un coste medio anual entre 940 y 1.457 euros. La estimación de los costes anuales de la EPOC en España en 2014, según el documento Estrategia en EPOC del Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad osciló entre 750-1.000 millones de euros. En 2022 según la actualización del IPC desde ese año sería un 17,4% más: entre 880 y 1.174 millones de euros.
Otra enfermedad común es la diabetes. Es España en el año 2014 la padecían 2.939.000 pacientes y se estima que en 2022 la cifra se acerca a los cinco millones de diabéticos. El coste medio anual de los fármacos hipoglucemiantes que utiliza un paciente es de 281 euros, aunque en este caso el tratamiento farmacológico de la diabetes no es lo que más cuesta, sino el tratamiento de sus complicaciones. Un paciente con buen control de su diabetes supone 883 euros anuales de gasto al SNS, mientras que el que no está bien controlado puede llegar a acarrear un coste de 2.133 euros anuales. Según el estudio SECCAID del año 2013 los costes directos de la diabetes ascienden a 5.809 millones de euros anuales, de los cuales 2.143 millones son debidos a las complicaciones asociadas a la enfermedad. En 2022 según la actualización del IPC desde 2013 sería un 16,1% más: 6.744 millones de euros.
Los profesionales sanitarios con capacidad para prescribir fármacos deberíamos ser conscientes de la utilidad y el valor del medicamento que prescribimos y los pacientes que los utilizan deberían también saber cuánto cuestan sus medicamentos; unos y otros estamos obligados a realizar un uso racional de los mismos. Quizás así unos y otros pondríamos en valor el privilegio de tener un Sistema Nacional de Salud que cubre nuestras necesidades de medicamentos independientemente del coste de los mismos.
Fdo. Dr. Miguel Barrueco
Médico y profesor universitario.