El aumento de las temperaturas amenaza la salud de las personas, el medio ambiente y la producción de alimentos. Causas varias; que algunos son negacionistas del cambio climático, muchos creen van en distinto barco que el común de los mortales y los haya que se aprovechan del deterioro y la carestía que conlleva; depredadores sin escrúpulos que devastan y abusan de lo que no es suyo. Contra ellos, la conciencia del mundo despierta y vamos a más, los dispuestos a que su impunidad acabe.
Inmersos en una transformación de consecuencias catastróficas, científicos y estudios concretos sobre el proceso del calentamiento global de la tierra, están por que quienes detentan los medios y son responsables públicos se pongan ya a corregir el mal uso que se hace de los recursos naturales y lo dañino que para el equilibrio del ecosistema supone. Resistencia hay, y va a ser, que es a la gente corriente, disconformes con el deterioro que sufre el planeta, a quienes toca arrimar el hombro para corregirlo.
Los cambios se precipitan, el mundo que creíamos dominamos, se rebela y se venga del maltrato a que se le somete. Desequilibrado el clima, se perturba todo: el deshielo, el nivel del mar, los fenómenos atmosféricos. Habrá lugares con sequías perpetuas y en otras las lluvias serán torrenciales. Multitud de emigrantes vagarán por la tierra, habrá guerras por la subsistencia y el estrago será general. No es una opinión, es la constatación de lo que está sucediendo.
Es tiempo de colaborar a que pare el desastre, comprometerse a poner remedio, hacer distinción entre civilizados y bárbaros. Liberar este mundo del hiperconsumo, los viajes inútiles y la velocidad a la que vamos a ninguna parte, va a costar. Por lo demás, ya saben en qué suelen acabar los buenos deseos y las banderas de los vencidos.
