David García se ha convertido en uno de los carpinteros-ebanistas más jóvenes de la provincia y defiende el trabajo artesano por su valía e importancia. Además, lamenta el poco interés que despierta lo hecho a mano en la sociedad, especialmente en los jóvenes, pero también la falta de apoyo al mismo.
Tras sus inicios en el mundo de la construcción y gracias a los ánimos de su padre para que estudiase lo que le gustaba, David García se ha convertido en uno de los carpinteros más jóvenes de la provincia. “Tenía 16 años y, aunque trabajaba en la construcción, me gustaba el tema de la madera. Por ello, mi padre me animó a estudiar una FP de Carpintería y Ebanistería. Y hasta ahora, que es lo que sigo haciendo”, explica en una entrevista para La Crónica de Salamanca.
A sus 38 años está al frente de DGI Carpintería & Ebanistería, una empresa ubicada en el municipio salmantino de Peromingo en la que trabaja junto a su mujer y Juan, “un empleado que lleva una década con nosotros”. Además, en épocas de mayor carga de trabajo “nos reforzamos con más plantilla. De hecho, ahora vamos a necesitar más trabajadores, el problema es que no los hay”.
¿Tiene continuidad su oficio?
Espero que sí, porque es un oficio muy bonito y estaría bien que la tuviera. Sin embargo, ahora mismo se puede decir que soy de los carpinteros más jóvenes de la provincia. No el más joven, porque hay algunos chavales que están aprendiendo, pero sí de los más jóvenes. Tengo 38 años y prácticamente no hay generación que venga detrás tirando fuerte.
¿Se valoran lo suficiente los trabajos artesanos?
No. Todos los trabajos manuales, en los que haya una mano de obra, ni están valorados, ni están remunerados, ni se tienen en consideración. Por ejemplo, a la hora de hacer un mueble, muchos lo quieren de hoy para mañana, no se dan cuenta de que hacerlo lleva tiempo, requiere una gran dedicación, necesita que la madera esté bien, hay que darle tiempo al barniz… La gente se ha acostumbrado a los muebles rápidos de Ikea y no puede ser…
¿Qué productos elabora?
Lo que más trabajo es el mueble a medida y el de diseño, desde clásicos hasta modernos. Hago mucha instalación de carpintería y de suelos, porque hay que estar abierto a todo, pero, sobre todo, el mueble a medida y el mueble de diseño es lo que más suelo trabajar.
¿Qué maderas emplea?
Las maderas ‘reinas’ para trabajar son el pino, el roble y el haya. No obstante, ahora mismo, la madera maciza es lo más complicado, porque la mayoría de clientes no se arriesgan a comprarla por el alto precio. Por ello, se utilizan más los contrachapados, aglomerados y otros productos como el DM…
¿Cuáles son las utilidades de cada una?
El haya es una madera muy blanda y maleable, que se trabaja muy bien. Se puede utilizar muy bien para hacer un mueble -para aligerar el peso- y, por fuera, se puede rechapar en roble o, incluso, en el mimo haya, dándole un tinte o un barniz.
El pino se utiliza mucho para instalación de carpintería de madera, para escaleras, estructuras, etc. También se pueden hacer algunos muebles de pino, aunque no suele ser lo más común.
El roble es una madera con una calidad muy buena, es muy bonita, tiene un acabado precioso, se trabaja bien, es dura, confortable… Entonces, es una de las maderas que más bonitas quedan y la que prácticamente reina en la mayoría de las instalaciones. La principal utilidad del roble es para hacer muebles, pero también se emplea mucho para hacer estructuras como marcos de puertas, molduras…
¿Dónde compra la madera?
En Salamanca. Me gusta trabajar con los proveedores de la provincia.
¿Qué tipo de clientes tiene?
Yo trabajo con dos tipos de clientes muy diferentes. Uno es el de la alta construcción, como albañiles, reformistas y decoradores. Otro, los particulares. Trabajo mucho por el boca a boca y estoy vinculado a un cliente del tú a tú.
¿Internet le ha abierto mercado?
Mucho. Con Internet nos hemos movido mucho. Sobre todo con redes sociales, más que con una página web. Yo no tengo web, no he visto la necesidad de crearla, aunque me lo he planteado alguna vez, pero las redes sociales, sobre todo Instagram y Facebook, han sido mi portal al exterior, donde he podido subir mis trabajos, etc. y ha sido de esa manera por donde he entrado en el mercado.
Además, esto ha ayudado a que tenga clientes de diferentes zonas de España. Por ejemplo, voy a empezar trabajos para Palencia, Ávila o Madrid. También me han pedido desde Barcelona…
También es tamborilero… ¿fabrica sus propios instrumentos?
Estoy empezando a fabricar tamboriles. La gaita no, porque es más complicada, así que se las compro a artesanos. Pero sí que he empezado a hacer algún tamboril, poco a poco van cogiendo forma, van sonando… Aunque también hay que tener una técnica y se necesita tiempo para elaborarlos bien.
¿Cómo ve el mundo de la cultura popular?
Siendo crítico, no voy a decir abandonada, pero sí muy desprestigiada y muy poco valorada.
Un ejemplo, el pasado 21 de septiembre, Día de San Mateo, la Diputación de Salamanca celebró el Día de la Provincia. Hubo una serie de actividades y una actuación musical, pero, para mi sorpresa, fue una actuación de flamenco. Entonces, con todos los respetos al flamenco, con la gran variedad cultural que hay en Salamanca (hay tamborileros, dulzaineros, grupos de folk, gente que canta, que baila…), en un acto como ese podrían haber apostado por la cultura de la provincia. No tiene sentido celebrar el Día de la Provincia de Salamanca con una actuación de flamenco.
¿Y el de la artesanía?
También muy infravalorado. Pero toda la artesanía, bien sea artesanía popular de Salamanca o a nivel nacional, bien trabajen la madera o cualquier tipo de material, o también los productos de alimentación. Creo que pasa a ser algo con poca demanda. Son artículos que solo un perfil específico los requiere… Lo artesano tiene mucha importancia para quienes lo valoran y hacen uso de ello, pero, quienes no lo utilizan, no les interesa, les es imprescindible y les da igual.
Falta motivación para enseñar más lo artesano. Es verdad que se hacen muchas ferias de artesanía, pero parece que siempre es lo mismo. Habría que enfocarlo muchísimo más y darle un carácter más visual y más cercano para todo el mundo. Pero sobre todo más llamativo, hay que buscar la forma de llamar más la atención. Porque muchas veces es el público el que no muestra interés.
¿Están condenadas a desaparecer?
Tanto como eso no, porque, al final, en nuestras vidas siempre hay algo tradicional, hay algo de artesanía, y es algo que siempre está ahí. Yo creo que en Salamanca el tamborilero no va a morir, ahora mismo hay escuelas, chicos aprendiendo… Pasa lo mismo con los artesanos. Si hay tamborileros, habrá artesanos. Y si no hay artesanos, morirán los tamborileros. O, si no hay nadie que haga gaitas y tamboriles, los tamborileros tendrán que pasar de unos a otros los instrumentos, pero al final acabarán siendo obsoletos y no tendrán futuro. Entonces, creo que la tradición está viva y va a seguir viviendo.
¿Deberían valorarse más nuestras raíces?
Deberíamos valorar más nuestras raíces, pero como sociedad. Porque no valoramos nada. Por ejemplo, la fiesta del pueblo siempre está arraigada a un santo, una virgen, etc. La gente va al pueblo y se olvida de lo que significa la fiesta, solo quieren cachondeo sin darse cuenta de lo que es la raíz. En muchos sitios a los que he ido a tocar como tamborilero, hay quienes me miran raro, me ven vestido de charro y dicen ‘un tuno’… Creo que no hay una idea muy clara de lo que es la raíz. Y yo, por ser tamborilero, no soy más antiguo, sino que represento a una parte de la provincia y a una parte de nuestras raíces. Todo se está perdiendo y, al final, lo que son las raíces y nuestra esencia, se olvida.