La Cooperativa de agricultores y ganaderos salmantinos Copasa dispondrá a principios del próximo año de un cebadero con capacidad para 600 terneros, ampliable a 1.200, en Villarmayor. Gracias a este proyecto, que generará entre dos y tres empleos, darán la posibilidad de cerrar el ciclo de cebo y participar en él a los socios que no dispongan de instalaciones propias.
Copasa está llevando a cabo su proyecto de construir un cebadero para terneros con 600 plazas en el municipio salmantino de Villarmayor. Si bien, tienen “intención de ampliar a 1.200 plazas cuando se pueda, en uno o dos años, quizá”, explica a La Crónica de Salamanca el gerente de la cooperativa, Víctor Rodríguez.
Esta instalación se ubica en una finca de Villarmayor, al pie de la carretera de Vitigudino, explica Rodríguez. Las obras de construcción se iniciaron la pasada primavera y, desde Copasa esperan que estén concluidas “hacia finales de este año” para que, una vez completadas las diferentes tramitaciones necesarias, “el cebadero esté a pleno rendimiento en enero o febrero” de 2024.
La inversión total de este proyecto ronda el millón de euros, en su primera fase. “Pero es la mitad de la inversión que se va a hacer”, matiza, exponiendo que “ya tiene en cuenta todos los elementos comunes como el cercado de la finca, las instalaciones comunes de manejo, etc.”. Por ello, la segunda fase, “será más sencilla”. Además, con este cebadero se crearán “dos o tres puestos de trabajo”, para los que la cooperativa buscará a “empleados de la zona, si no del mismo municipio”.
Sistema innovador
Este proyecto “supone un sistema un poco innovador, porque es un sistema de cebo cooperativo”, asegura Rodríguez. “Lo que haremos será permitir a ganaderos que no tienen instalaciones de cebo, participar de algún modo en el proceso. Esto significa una participación económica, a través del porcentaje que ellos elijan”.
A diferencia de los “cebaderos normales o particulares”, que compran los terneros al destete para cebarlos allí, “habiendo una operación de compraventa previa”, el proyecto de Copasa funcionará de la siguiente manera, según aclara su gerente. “En nuestro caso también existiría una operación de compraventa, pero no se liquida el ternero en su totalidad. Daremos una señal, que será amplia, probablemente de un 80% del valor del ternero. Después, durante el proceso de cebo será la cooperativa la que tome las decisiones (alimentación, plan sanitario, etc.). Pero se reserva al ganadero ese porcentaje para que, al finalizar el proceso de cebo -transcurridos unos seis meses- se liquide el porcentaje más el reparto proporcional del beneficio obtenido”.
Respecto a las ventajas que supondrá este proyecto, Rodríguez destaca “el poder ofrecer al socio que no tiene instalación de cebo la posibilidad de participar en ese proceso”. “Hemos detectado hace tiempo que hay ganaderos a los que les gustaría poder cerrar el ciclo de cebo, pero, bien porque no tienen instalaciones o bien porque no tienen medios económicos para afrontar la totalidad del cebo, venden el ternero al destete como ternero pastero”, añade, aclarando que “la participación del ganadero a través del porcentaje variará a criterio del propio ganadero, pudiendo ser del 20%, del 10%, del 30%…”.
“Todo lo que sea el poder generar un valor añadido extra es una ayuda. No es que esto sea la panacea, porque obviamente no vamos a poder tener ningún tipo de acción contra las patologías que hay ahora o las enfermedades que están causando tantos estragos en el vacuno de carne, pero obviamente, para el ganadero sí que puede ser una actividad extra con la generación de un valor añadido o una rentabilidad extra”.
Salto cualitativo
El nuevo cebadero, además de “un sistema nuevo, es una oferta nueva para el ganadero y una posibilidad de participar en el proceso de cebo. Pero, como actividad pura y dura, genera una actividad añadida, un movimiento económico y, por tanto, da solidez en todo el proceso. Es decir, favorece y supone dar un paso más en el ciclo de producción”. También esto ayuda a que “la actividad termine en Salamanca, que el ternero acabe en un matadero y en una sala de despiece de aquí. Que se pueda generar un germen de actividad industrial aquí ligada al proceso cárnico”.
Por su parte, para la cooperativa “supone un salto cualitativo, porque, realmente, en producción primaria Copasa tampoco tiene experiencia. Nos dedicamos fundamentalmente a producir pienso y a facilitar determinados servicios. Entonces, producción primaria no hemos tenido hasta hace unos años, cuando empezamos con el porcino. Y ahora es el turno del vacuno”, explica.
Asimismo, “es un seguro de vida para poder cumplir los contratos de compraventa”. En este sentido, aclara que “la cooperativa entró hace unos 15-17 años en el mundo de la comercialización” y “para poder cerrar determinados contratos necesitas un volumen mínimo y tener la seguridad de poder cargar cuando necesitas para poder atender a esos contratos”. Por ello, “necesitamos una producción propia que amortigüe los vaivenes del mercado y tener un sitio donde poder cargar si es necesario lo que se necesite para cumplir los compromisos”.
Finalmente, Víctor Rodríguez reconoce la amenaza que pueden suponer para este proyecto enfermedades como la tuberculosis o la enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE). “Es otra vuelta de tuerca y dificulta la marcha normal del proceso. De momento, ya notamos una reducción del censo de vacas nodrizas. Por un lado, por la gran mortalidad que está produciendo la EHE y, por otro, por los sacrificios obligatorios por la tuberculosis”.
“Entonces, siendo España una gran productora de terneros, y Salamanca la provincia que más vacas nodrizas tiene del país, todo lo que sea reducir el censo repercute en una menor oferta de terneros y, por tanto, una menor oferta de carne. Y como todos sabemos, cuando hay menos oferta, hay subidas de precios”, concluye.