Son tiempos en que la fotografía depende menos de lo retratado que de las técnicas que les aplican. Prácticas, con que componen situaciones diferentes a las auténticas induciendo al engaño y la confusión. Simulaciones en que las figuras son manipuladas y que cuando no son consentidas, desacreditan y humillan. Mundo de chantaje que deforma la verdad y equivoca. Imaginar no es malo, pero falsear la realidad, es un fraude que hay que denunciar y condenar.
Hay maliciosos que comercian con lo virtual, son depredadores de la confianza y especulan con la verdad. Personajes inmorales que carecen de escrúpulos, se conjuran para desorientar nuestros pensamientos y mercadean con lo que denigran. Lo malo es que nos convencen con facilidad. Comienzan dándonos los buenos días con música, nos dicen qué nos conviene desayunar, nos ponen en el móvil las noticias que queremos oír y alaban nuestra resistencia a ser manejados; justo, cuando nos hacen saber que el que no les compre un globo de colores y sabores, se hinchará y explotará. Muchos de buena fe se lo compran.
Díganme, si es fácil estar seguro de lo que es verdadero o falso. De carne y hueso somos y se diga lo que se diga la luz que se hizo en la tierra hace millones de años seguirá luciendo mientras vivamos, pero las alarmas de peligro suenan y va a más el ruido de lo que rueda sin parar camino de hacer los tiempos sombríos. De asustarse nada, todavía quedan hombres y mujeres con luz propia que ponen voz e ilusión a lo que somos de verdad.
El progreso promueve numerosos cambios que son de apreciar y los indicios son que el porvenir es halagüeño, pero bueno es andar con cuidado por no caer en trampas, contrastar la información que recibimos y cerciorarse que las declaraciones y afirmaciones que se hacen son verdaderas. Así como existe el mal de engañar, existe el bien de repudiar.