Las crónicas rosas, en esto que vamos a relatar son iguales que los periódicos deportivos, siempre ensalzan unas nupcias como si fuera la boda del año o del milenio. Al igual que cada fin de semana se juega el partido de fútbol del año o del milenio. No es exclusivo de esta época, ya hace 480 se vivió la boda del año en Salamanca.
Fue en 1543 y los cronicas de aquella época describieron la boda entre el príncipe Felipe de Austria con María Manuela de Portugal –primos entre ellos- como «la más notable que se han hecho entre príncipes en España, por el lujo, ostentación y aparato que se empleó desde los primeros preparativos, y por el pomposo ceremonial con que se celebraron» como dice un historiador.
Relato muy en consonancia con lo que se vivió este sábado en las calles del Centro Histórico de Salamanca. Seguro que la simitud con los festejos, fiestas, torneos y vistosos simulacros de infantes y jinetes, que disfrutó María de Portugal en su camino desde Badajoz a Salamanca, en cuyo trayecto invirtió la comitiva cerca de un mes, son parejos a la parada que recreó un grupo de figurantes este sábado en la Plaza Mayor por su donaire, su donosura, su gentileza, su gallardería o su lozanía.
Hace 480 años, María de Portugal llegó a Salamanca, en cuyo límite la esperaban el corregidor con el ayuntamiento, el cabildo, la Universidad y otras corporaciones, que la acompañaron en la ostentosa y magnífica entrada. En esta ocasión, la princesa lusa se ha conformado con el recibimiento de los cientos de personas que disfrutaban de una benigna tarde otoñal, la que suele acontecerse por el ‘veranillo de San Miguel’.
La boda real y regia se ofició el 15 de noviembre de 1543, contando con la bendición nupcial del arzobispo de Toledo. El matrimonio entre el príncipe Felipe de Austria, más tarde Felipe II, y María Manuela de Portugal duró poco, la joven princesa murió el 12de julio de 1545 a la edad de 17 años.
