Podría escribir lo que no está escrito, podría incluso soltar lo que nunca he dicho y no sería fácil ‘perder los papeles’, ante noticias como las que ‘saltan’ a la actualidad.
Saben lo más triste, que no ha extrañado lo que ha pasado en un Instituto de Jerez, cuando un alumno ha atacado con un cuchillo a compañeros y profesores. Tenía que acabar pasando algo así, cualquier día en nuestro país para que esta sociedad callada, ciega y sorda, reaccione ante conductas que se resiste a ver.
Las cosas de niños y las bromas que alguien no le gustan, acaban con consecuencias como las que estamos viendo en este instituto o como las que todos los años nos recuerdan las estadísticas de menores en el que el suicidio para ellos fue su única salida, porque mirar para otro lado se ha convertido en deporte nacional.
Desde la Concejalía de ese municipio se manda un mensaje de reflexión sobre lo acontecido ese día, quizás se debería de reflexionar sobre lo acontecido en meses anteriores también. No dudaré de la palabra de nadie, el respeto forma parte esencial en mi vida, pero que no haya protocolos abierto o nunca lo hayan abierto, no significa que no exista presuntamente acoso escolar aquí o donde se lo quieran aplicar si es que se dan por aludidos.
No puedo justificar lo que ha pasado, no es mi intención, pero no es lo único que abre telediarios en los que vemos testimonio y video de otra alumna salvajemente agredida, mientras otros alumnos piden su muerte y se hacen selfis mientras es agredida como si de un trofeo se tratara ¿De verdad están orgullosos de sus hijos e hijas viendo la clase de personas en las que se están convirtiendo?
No hay nada que excuse la violencia, pero una sociedad que permite el sufrimiento de otros realmente está enferma. Y aquí las administraciones en vez de lamentar, reflexionen si debiesen seguir o marcharse para su casa con toda la humillación que sienten quienes son victimas de una miseria que no buscan, que se extiende como un virus ante la pasividad y el ninguneo que en muchas ocasiones reciben de los que acuden a ustedes, buscando soluciones y se encuentran con un maltrato institucional también.
Asistimos tristemente a una importante subida de agresiones sexuales en centros educativos en las que los grupos de menores, muchos inimputables, salen crecidos al no existir consecuencias ni sociales, ni educativas, ni legales y aun así, seguimos callando y tragando.
Qué lleva a una persona a reventar y a tomar decisiones en las que decida la importancia de su vida o la de otros, no hace falta llamar a ningún ‘erudito’ para saberlo. Pero sí hace falta que saquen esa parte donde acaba la espalda de sus sillones y le den una solución real a lo que está pasando en los centros educativos.
No nos sirve las buenas palabras, ni las reflexiones. Tampoco las palmaditas en la espalda, ni las promesas que desde hace años ya nos sabemos. No… ya no.
Esto hace tiempo que se volvió peligroso y una palmadita en la espalda ya no vale. Las buenas intenciones y la palabrería fácil no arreglan los problemas que tenemos y si no se hace algo más que twittear, que ya sabemos que no lo hacen ustedes mismos, seguiremos llorando las consecuencias del acoso escolar, como lo venimos haciendo desde hace años.
Reflexionen, pero no solo hoy y recuerden siempre que no se puede vivir eternamente callado y de espaldas a realidades incómodas.