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Opinión

Las huellas de san Francisco en Salamanca

San Francisco, escultura de Venancio Blanco en el parque de San Francisco. Fotografía. Pablo de la Peña

Hoy recordamos a san Francisco, Il poverello di Assisi, que en 1209, con la fundación de la primera orden mendicante, inició una revolución que cambió el rumbo de la Iglesia y de la Historia. Nuestra cultura, sin el franciscanismo, hubiera sido bien distinta. Su influencia es universal y en Salamanca su presencia es bastante mayor de lo que se piensa. La tradición le hizo pasar por estas tierras entre 1213 y 1215 en una cuestionada peregrinación a Santiago de Compostela. Fuera o no, en la catedral mirobrigense quedó como recuerdo una de las más antiguas representaciones escultóricas del santo de Asís.

Pero, centrándonos en Salamanca, a los cinco años de fallecer el fundador, ya se estaba levantando el primer enclave franciscano en la ciudad, San Francisco el Real. El convento temprano e importante quedó destruido al finalizar la guerra de la Independencia. Los restos, cabecera y poco más, pueden verse en el jardín de los capuchinos. Como recuerdo de lo que en su día supuso está el Campo de San Francisco, el primer jardín público de Salamanca, que honra al santo con una espléndida escultura de Venancio Blanco. Allí, bajo el patronazgo de los frailes, nacieron las cofradías de la Vera Cruz y Jesús Nazareno. La primera construyó su capilla al otro lado del Campo de San Francisco.

Con el tiempo, los franciscanos seglares, conocidos como Tercera Orden, construyeron una capilla aneja al convento, que se salvó de la explosión de 1812 y es hoy iglesia de los hermanos menores capuchinos, una rama reformada de los franciscanos. A su amparo se fundó, hace casi cien años, la Seráfica Hermandad del Cristo de la Agonía. Los capuchinos, sin embargo, tuvieron otros emplazamientos anteriores. Primero extramuros, hacia Zamora, y su nombre quedó primero en la cercana charca y después en el barrio. Tras el regreso de la orden, abrieron casa de formación en Santa Marta. Allí está ahora el Parque Comercial.

Los franciscanos levantaron unos cuantos conventos más en Salamanca. De algunos ya no queda nada, como San Antonio a las afueras, de los descalzos. Se fundó en 1564 junto a la puerta de Sancti Spíritus y se mantuvo hasta 1840. Parecido recorrido histórico tuvo el convento de San José del Calvario, en cuyo solar estuvo el primer campo de fútbol de la Unión Deportiva Salamanca. Sobre él se construyó, hace medio siglo, la estación de autobuses. En el siglo XVIII, avanzado, se fundó otro convento franciscano, el de San Antonio el Real. Su vigencia fue breve y no llegó al siglo. Los restos están embutidos entre el Teatro Liceo y la tienda de ropa Zara, que permite ver la fábrica de la iglesia.

De monjas franciscanas podemos mencionar hasta seis conventos. El primero y más relevante, aunque ahora esté cerrado, fue Santa Clara. Después siguieron Santa Úrsula, también clausurado, Corpus Christi, Santa Isabel, Madre de Dios y Purísima Concepción, de las franciscas descalzas. Este último se trasladó desde el centro de la ciudad –queda el nombre de la calle– hasta El Rollo. El nuevo edificio, construido por Antonio Fernández Alba, fue premio nacional de arquitectura en 1962 y en él se ha establecido la Hermandad Franciscana.

Finalmente, hemos de señalar que, muy cerca de las franciscas, los franciscanos levantaron recientemente convento y parroquia. La parroquia de San Francisco y Santa Clara, ahora cedida a la diócesis, es un buen ejemplo de arquitectura contemporánea y en ella destacan unas bellísimas vidrieras de Luis Quico.

 

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