El último romanero de España es salmantino

Manuel Jaén mantiene abierto su taller en Santibáñez de Béjar desde hace cinco generaciones y aspira a vender en Europa
Manuel Jaén, el último romanero en activo en España

La familia Jaén lleva muchos años ligada a las romanas en Santibáñez de Béjar, siendo actualmente Manuel Jaén Peña quien mantiene activo el oficio con su taller en el municipio salmantino. Esto, además, le convierte en el único romanero en activo en todo el país, produciendo y restaurando romanas que van a parar a toda la geografía nacional, pero también al extranjero.

Manuel Jaén Peña es la quinta generación de su familia haciendo romanas, siendo actualmente el único artesano de todo el país dedicado a ello. Este romanero aprendió el oficio y siguió los pasos de su padre y su tío, Gabriel y Rafael Jaén Jiménez, respectivamente, dedicándose a ello desde el año 1996. Tiene el reconocimiento de maestro romanero y su fragua en Santibáñez de Béjar, el de taller de interés turístico cultural, “uno de los tres en toda Castilla y León”, destaca.

Tras casi tres décadas en el oficio y, “tras casi 20 años siendo el único en activo en España”, Manolo ‘El herrero’, como es conocido por muchos, fabrica y restaura romanas, además de elaborar otras en miniatura, con un carácter más decorativo, aunque “también pesan perfectamente”. Además, se marca como objetivo el “vender en Europa”, ya que, señala, “allí se cobra antes de enviar el producto, y aquí ha habido veces que he cobrado a 180 días”.

En una entrevista con La Crónica de Salamanca, destaca la belleza de su profesión, así como que “mis productos van a muchos rincones”. “Seguramente conozcan el nombre de Santibáñez de Béjar por muchas más cosas, pero, por una: las romanas. Más de una vez he escuchado, ‘Santibáñez de Béjar, el pueblo de las romanas’”.

¿Cuál es su historia?
Yo he sido un niño de fragua, me he criado en una familia de herreros, de romaneros. Mi tatarabuelo ya hacía romanas. En mi familia siempre se dedicaron a las romanas, aunque pudieran hacer alguna cosa por encargo. Yo soy la quinta generación de mi familia, que sepamos, pero seguramente hubiera más, pero claro, con el tiempo se pierde… Mi bisabuelo era Pascual Jaén y ya estaba en Santibáñez de Béjar, y su abuelo también estaba en Santibáñez… La familia Jaén ha estado vinculada siempre con la fragua, el hierro, la ferretería…

¿Por qué romanero?
Salí del pueblo con 14 años y volví con 26. Mis padres quisieron que tuviera estudios y una buena formación, hice Electrónica Industrial y, posteriormente, Ingeniería Informática. Después, llegó un momento en el que mi padre estaba jubilado y mi tío se jubilaba… Yo había hecho las prácticas en Telefónica y me estaba preparando las oposiciones justo cuando privatizaron la empresa, entonces, todo eso quedaba paralizado, y volví a la fragua.
El dibujo técnico, la gestión y todo lo demás que aprendí, lo apliqué en mis primeros meses en la fragua. Diseñé todas las piezas y sustituí el trabajo de fragua por piezas troqueladas. En cuatro meses tenía una docena de troqueles en los que me daban piezas hechas, y solo tenía que montar y calibrar la romana. Dimos un paso cualitativo y cuantitativo muy importante. De hecho, tripliqué las ventas de mi padre en menos de un año. A partir de ahí, fui adquiriendo experiencia, porque en todo trabajo artesanal, la base es la experiencia.

Para quien no lo sepa, ¿qué es una romana?
La romana se ha utilizado prácticamente desde la Antigüedad. Es una palanca. Es la máquina más sencilla que el hombre pudo inventar para levantar una fuerza porque, realmente, el peso es la fuerza con que la gravedad atrae a los cuerpos. La romana es una palanca con un punto de apoyo. Esta se compone de dos brazos, uno corto, que es la cabeza y donde se encuentran los puntos de apoyo para colgar las mercancías; y uno largo, que cuenta con las marcas y que es donde está calibrada y donde un peso constante -pilón- se va desplazando. De esta manera, se obtiene el equilibrio entre la fuerza que tiende hacia abajo (gravedad), contrarrestada con la fuerza del pilón. Es pura física.

Una romana en el taller de Manuel Jaén, en Santibáñez de Béjar

¿Se siguen utilizando actualmente?
Sí, y más de lo que creemos. Muchos se acercan a la fragua y me dicen, ‘dame una romana, porque quiero saber lo que me están pesando’. Pero también se utiliza para vender. Por ejemplo, hay quienes compran embutidos y los revenden, y quieren una romana para saber lo que pesan esos productos. También, en muchas empresas con las que he trabajado, les he hecho romanas porque, en algún momento determinado, lo digital falla.

En la era de lo digital, ¿qué ventajas supone el empleo de la romana frente a las básculas modernas?
Lo digital es muy barato de fabricar, por lo tanto, la calidad no puede ser muy buena. Yo no trato de hacerle competencia a lo digital, la romana estaba ahí presente paralelamente a otros sistemas de pesaje, y no se han hecho la competencia. La romana tiene su hueco y los otros sistemas tienen el suyo. Además, este es un producto reciclable, que no gasta energía, que va a durar para siempre. Por lo tanto, su ‘huella verde’ es muy importante.

Además de fabricarlas, también restaura romanas…
Sí, restauro muchas. La romana con la que alguien o su familia trabajó, y que le trae muchos recuerdos, por ejemplo. Y aprendo mucho, e incluso me encuentro con piezas hechas por mi familia. Este verano restauré una romana, de una familia de Santibáñez de Béjar, hecha por mi bisabuelo. Y fue increíble ver cómo las piezas eran idénticas a como las fabricaban mi padre y mi tío. Cómo golpe a golpe, en cada una de las piezas, se habían reproducido…

Una romana antigua en el taller de Manuel Jaén

¿Para qué tipo de clientes trabaja?
Los principales clientes que tengo, y los más importantes, son las cooperativas o los almacenistas de ferretería, que distribuyen mis productos por todos los rincones de España, y fuera también. Después están las tiendas de artesanía de muchos lugares, que además de las miniaturas, venden romanas más grandes. Y, luego, los particulares, que se acercan a la fragua o me encargan romanas.

¿Internet le ha supuesto una oportunidad para abrir mercado y darse a conocer?
Sí, es una oportunidad más porque hay mucha gente que está acostumbrada a buscar y comprar a través de ahí. Por ejemplo, en plena pandemia tuve muchos pedidos. Abrí la página web en noviembre de 2019 y en los meses siguientes comenzó a funcionar muy bien. Necesitas un escaparate exterior, e Internet te ayuda mucho a darte a conocer. Pero yo sigo creyendo que cuando quieres acercarte al producto, debes tenerlo en tus manos. También es muy difícil posicionarte en Internet, hay que dedicarle mucho tiempo. Ese tiempo se lo tienes que quitar a las horas de fragua, y eso es muy difícil para un artesano

¿Debe modernizarse la artesanía para pervivir?
No es que se tenga que modernizar, es que ya lo está haciendo. Yo no he parado… Las primeras piezas de romana que se conocen son egipcias, y ya utilizaban la fundición del bronce, que era lo máximo en tecnología en metal en aquella época. En la actualidad, los artesanos utilizamos desde impresoras 3D, hasta el corte por láser. El romanero siempre ha utilizado lo máximo en tecnología para fabricar sus piezas, porque necesita una romana lo más fiable posible.
Ahora, todo ese tiempo que se le dedicaba a la fabricación, se dedica a recrearte en la romana. Yo, por ejemplo, hago grabaciones, porque la tecnología me permite hacer cualquier tipo de grabación sobre las piezas de la romana. Un ejemplo, he implementado el bordado popular serrano de la Sierra de Francia sobre las piezas de la romana, y está gustando muchísimo.
En la actualidad, muchos artesanos son personas cualificadas, preparadas y que conocen diferentes disciplinas, que deciden arriesgar y apostar por las ideas que tienen. Entonces, evidentemente, hay un camino de éxito por recorrer. Otra cosa es que las circunstancias económicas ayuden o no, pero eso siempre ha ocurrido.

El romanero Manuel Jaén trabajando en su taller

¿Tiene futuro su oficio?
Yo estoy pasando una edad de oro increíble. No es que descarte trabajos, pero selecciono el trabajo. Entonces, yo sí tengo futuro. Cuando yo me retire… No lo sé, porque yo salí del pueblo con 14 años y nunca pensé llegar a esto, y volví. Hace poco me dijeron que, si me gustaría enseñar mi oficio para que no se perdiera, y mi respuesta fue que, mientras un miembro de mi familia necesite llevarse el pan a la boca, los secretos de este oficio van a permanecer en los Jaén. Es lógico y normal.

¿Cómo puede fomentarse lo artesano?
Lógicamente la administración, tanto local, provincial, etc., tiene un papel muy importante. Además, los artesanos en las zonas rurales jugamos un papel fundamental. Muchas empresas de la ciudad viven de las empresas que hay en los pueblos. Por otro lado, más importante que dar subvenciones sería bajar los impuestos a los que están sujetos nuestros productos.

¿Se valora lo suficiente lo artesano?
Ahora sí. La gente quiere cosas auténticas, quiere cosas que le transmitan valores, nuestra cultura… Estos últimos años lo estoy viendo.

Varias romanas elaboradas por Manuel Jaén

¿Por qué es importante mantener nuestras raíces?
Porque son lo que somos, y porque hemos empezado a valorarnos. Antes no se le daba importancia a esto. Por ejemplo, una romana se deshacía para conseguir piezas para otra. Ahora a una romana antigua se le da mucho valor.

Usted es la 5ª generación de los Jaén en la fragua, ¿cree que continuar con el oficio familiar también es una forma de honrar a los antepasados?
Eso es un sentimiento único. Ahora que ya no viven, que se les recuerde, que se hable de ellos, es como rozar la inmortalidad. Es un sentimiento que no sé explicar. Cuando voy a visitar a un cliente y se acuerda de mi padre o de mi tío, o cuando me traen una romana que hicieron ellos y quieren que se la restaure, te pones con ella a desarmarla, en silencio, en el taller… te acuerdas de la historia, de cómo se hizo esa pieza por primera vez… son muchos sentimientos encontrados.

Los hermanos Rafael y Gabriel Jaén Jiménez, en su fragua de Santibáñez de Béjar

7 comentarios en «El último romanero de España es salmantino»

  1. Rafael y Gabriel… cuántos recuerdos… y cuánta falta nos hacen en los pueblos gente como tú que siga con los oficios de siempre!! A seguir llevando tus romanas y el nombre de Santibáñez de Béjar a todos lados muchos años más!! Enhorabuena Manolo!!

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  2. Me alegro muchísimo Manuel, que sigas con el oficio de romanero, conocí a tus padres y tíos en Santibañez de Bejar ejerciendo en década de los 90.
    Tengo el honor de tener una romana de adorno, que pesa correctamente, un regalo de tu padre. A mi mujer la conociste, cuando estuvo una temporada en el pueblo de médica.
    A seguir triunfando en Europa, mucha suerte.

    Responder

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