En este mundo estridente y problemático suceden cosas magníficas y hay personas maravillosas. Que no las conozcamos no quiere decir que no existan. Epicteto que vivía en un agujero dijo: “no depende de nosotros ser ricos, pero sí ser felices”. Cuando se trata de construir un mundo mejor para sí y los demás, procede ponerse a ello para conseguirlo. Ser positivos ayuda a resolver las dificultades, descubre lo bueno de cada momento e impulsa los propios pensamientos, ideas y aspiraciones.
Hay proyectos a emprender que no necesitan de grandes medios ni alardes de imaginación, basta atenerse a lo básico y sencillo de lo que vivimos rodeados. Positivo se es avivando el agrado y afecto que se es capaz de trasmitir y saber se es feliz, no porque se posea más, sino porque se está satisfecho con lo que se tiene. No hay que viajar lejos, ni ganar una carrera para estar contentos, es suficiente dejar brote lo mejor que se lleva dentro, compartir las emociones, los deseos y las alegrías. Abrir las puertas y dejar entren los amigos.
En las pequeñas cosas de lo cotidiano es donde más satisfacción se halla. El bienestar es una manera de vivir, elegir lo oportuno, descubrir el regalo que es la placidez y la luz del amanecer de cada día. Ser positivo, promueve el ánimo, orienta hacia lo que complace, desenreda y simplifica. Lo malo de ningún modo hay que removerlo, ni adquirir conocimientos inútiles, ni enredarse en averiguar si fue primero el huevo o la gallina.
Pensar en positivo proporciona entusiasmo. De las cosas, se aprecia su aspecto más favorable y de las personas, lo que se estima merece reconocimiento. Obrar en positivo es un modo de apreciar lo valioso de los demás, tener la sensación que lo justo prevalecerá y desenvolvernos con ilusión sin perder de vista la realidad.
