Sin quitarnos de encima el fétido aroma a vómito, vamos asimilando que el delincuente más famoso de los últimos tiempos se ha hecho dueño y señor de este país gracias a la media docena de votos que necesita el doctor Sánchez para seguir gozando de los privilegios que da el cargo presidencial.
Las hemerotecas siguen gritando la tonelada de trolas, mentiras y readaptaciones con las que el señor Sánchez podría publicar una enciclopedia kilométrica de varios tomos. Su descaro, rociado en el oportunismo certero que sabe manejar como nadie, va haciendo posible que, hasta quienes le rodean, asimilen esos virajes increíbles, pero ciertos, a la hora de desdecirse, manipulando lo que, como digo, chirría como un tren de despropósitos oxidados sobre los raíles de las hemerotecas, videotecas y tontitecas.
Aquí lo único que resplandece es el irrefrenable deseo de seguir teniendo en el chaleco de los chollos las llaves de la Moncloa. Y junto a él brillan con luz propia quienes aprendieron, de tan ilustre maestro en las artes de la manipulación, a cambiar, modificar e inventar todo tipo de tretas con la osada intención de borrar las huellas de lo que hace un par de meses largaban, cuando decían que jamás serían amnistiados quienes se mearon en la Constitución para dar cuerpo a sus sueños imposibles.
Si repasamos toda esa sarta de interminables embustes, aparecen los capítulos que defendían la ley frente al prófugo delincuente que se ha mofado de la Constitución y que sin arrepentimiento alguno volverá a las andadas -nadie lo duda-, dejando a este incombustible fajador e inmutable aspirante a retomar el poder en el que puede ser su enésimo ridículo.
Pero aquí no pasa nada. Las izquierdas vienen derrapando desde hace años, parapetadas detrás de inverosímiles inventos que las han ido ramificando, cual si fueran esos riachuelos que se deshacen sobre las invencibles arenas del desierto.
La lideresa izquierdosa con cargo ministerial, seducida por la hipnosis que maneja el especialista Sánchez como pocos, ha dejado en la cuneta a quienes la auparon a los escenarios estelares, mientras una dócil mansedumbre la acomodaba a los placenteros asentajos que da el poder y sus letanías de gozos y placeres.
Y ahí tenemos cómo se da la trasformación milagrosa por medio de la cual la derechona catalana hace migas y moja etéreos churros de viejas prebendas y novedosos privilegios en la leche común que ha de ordeñar el doctor Sánchez para seguir el rebufo de su incontenible ansia por continuar manejando el cotarro nacional. Las cinco gotas de leche que le faltan al presidente en funciones para montarse su nata, caerán tras el pago de un precio que solo él conoce y que la gran mayoría silenciosa damos por hecho que puede llevar implícita la venta de una parte de nuestros riñones ciudadanos…
La amnistía, si llega, que llegará, promocionará en sí misma el escandaloso bagaje que marcará, como un rejón tortuoso, los lomos socialistas para siempre. Pero en este momento da igual la ley o el acomodo de esta a las necesidades personalistas, ya que lo importante y trascendente es que el doctor Sánchez y sus mariachis sigan para suerte nuestra tocándonos “Sigo siendo el rey” bajo el balcón de nuestros cabreos.