No me cabe la menor duda, que la sociedad marcha hacia una deriva impropia de gente civilizada. Solo hace falta pasarse por ciertas redes para ver la falta de empatía, de asertividad, pero sobre todo de humanidad que existe.
Comentarios despectivos, insultantes, llenos de envidia y odio, que no llevan a ninguna parte, pero que siembran sensaciones que pueden llevar a acciones poco afortunadas.
Como poco afortunadas han sido imágenes que conllevan dolor a quienes hoy lloran y volvemos al eterno debate de siempre ¿Todo vale por un puñado de likes o por unas ratios?
Creo que la respuesta la debería de dar esta sociedad en la que parece que volver a estados primitivos no les importa mucho.
Volvemos a ver imágenes de menores a las puertas de colegios humillando a otros y abrimos protocolos con suerte, mientras nos volvemos a preguntar si realmente todo ello podría evitarse, antes de que ocurran más desgracias.
No hace falta tomarse su tiempo de reflexión para contestar, pero si hace falta reflexionar sobre ello, sus consecuencias y soluciones.
Vivir con miedo es una de las peores cosas que pueden existir. La sensación de ahogo, de incertidumbre y de vergüenza por sentir algo que no se sabe cómo apareció, es francamente mala y así viven más escolares de lo que podemos pensar.
Una sociedad que graba las desgracias de otros mientras lo difunden, sin ningún respeto, no es sana. Alguien que disfruta atosigando o viendo sufrir a otros, necesita ayuda y aunque no lo parezca tiene un problema de fondo que debe ser tratado. No se debe restar importancia a todo este tipo de cosas.
Hace unos días se conmemoraba el Día de la Salud Mental e invito a reflexionar de nuevo si todo va bien, cuando el deterioro de la salud mental infanto -juvenil acusa un crecimiento importante. Como lo acusa en los casos de los adultos también. Enfermedades que en ocasiones son estigmatizadas ante la mirada de quienes no se revuelven ante ello.
Lanzo mi mensaje de esperanza a quienes luchan por su vida, por la de otros y por la de una sociedad que aunque parezca que marcha a la deriva, acabará dándose cuenta que se puede vivir acorde a ese mundo que los niños dibujan en sus cuadernos, en los que las sonrisas y las palomas no faltan nunca.
Se vive solo una vez, no desaprovechen la oportunidad y disfruten de un paseo en el que sembrar cosas importantes y desterrar odio y envidia es una prioridad en todos los niveles.