El proyecto comunitario UniSAFE, coordinado por el Ministerio de Universidades en el marco de la presidencia Europea de España, realizó una macroencuesta organizada en 46 campus de 15 países de la UE, donde se mostraba que dos de cada tres empleados o estudiantes de las universidades europeas han sufrido violencia de género al menos en una ocasión desde que comenzaron a trabajar o estudiar.
Por. Lucía Almaraz
La Crónica de Salamanca se acercó al campus Unamuno para preguntar a los estudiantes si habían sufrido abuso sexual o discriminación debido a su orientación sexual. Se ha preguntado a varios grupos de universitarios, de los cuales siete han respondido abiertamente a preguntas como: ¿Alguna vez te has sentido discriminado en la Universidad? ¿Has sufrido algún tipo de abuso o agresión? ¿Qué remedio le pusiste?
Todos han afirmado que en el ámbito de la Universidad conocen menos incidentes o no han padecido ningún tipo de discriminación/abuso, salvo en alguna ocasión puntual. En cambio, la cosa cambia fuera de las aulas o en su tiempo de ocio, donde este tipo de actos son más probables.
“Fue hace unos dos años, estaba con un chico de compras e íbamos agarrados de la mano y un grupo de chicos empezaron a mirarnos y hacer comentarios fuera de lugar, como: ‘Mira esos dos agarraditos de la mano´. ‘Sí’, les contesté, pero nada más allá. En la universidad alguna vez he sentido miradas, pero tampoco nada que me incomodara realmente”, cuenta uno de los estudiantes.
El querer evitar un conflicto mayor o no saber dónde acudir, hace que todos los encuestados hayan preferido no poner remedio a estas situaciones o, como mucho, hacer algún comentario a sus agresores.
Una de las chicas cuenta que en su facultad existe un protocolo si alguna vez se produce alguna agresión. “Cuando una chica es agredida va al decanato a decirlo, se avisa a los alumnos primeramente y si se repite se abre un expediente”, explica.
No obstante, opina que no es suficiente. Los tabús y el rechazo que puede suponer admitir este tipo de ataques les crea apuro o miedo al contarlo. “Me han gritado por la calle en varias ocasiones, me han tocado el culo y me besaron sin mi permiso alguna vez que he salido de fiesta”, admite la estudiante. Además, explica que a una amiga suya en una ocasión, “estaba dormida y un hombre le puso sus genitales en la boca”, manifiesta.
Una de las universitarias encuestadas explica que ha visto cómo a algún amigo suyo le han intentado ridiculizar o no han querido trabajar con él en clase. Ella para evitar este tipo de actos cuenta que cambió de compañías.
Otro de los estudiantes ha preferido no compartir lo que le ocurrió, pero sí ha explicado que salió corriendo. Por su parte, no conoce que en la Universidad exista algún protocolo o ayuda a la que recurrir cuando surge algún incidente.
Seis de los siete alumnos a los que se ha preguntado conocen a alguien que o bien ha sufrido algún tipo de discriminación, o le han hecho comentarios fuera de tono, tanto en la Universidad, como por la calle, o les han tocado sin permiso… “A una amiga un chico la acorraló de fiesta una vez porque intentó liarse con ella sin su consentimiento”, añade otra de las estudiantes.
“No hice nada, pero me hicieron tocamientos sin mi permiso”, confiesa otro chico.
No todos estos actos de violencia son iguales, pero describen una atmósfera inquietante. También reafirman que los jóvenes están desinformados o tienen miedo de acudir, por ejemplo, a su denunciar estos actos dentro del distrito universitario.