Hace una semana bajé a la cafetería del hospital a comer. La pena era tan grande que las lágrimas resbalaban por mi cara sin permiso. Mis ojos miraban sin ver.
Al día siguiente a la misma hora, volví a bajar, me senté de frente a la puerta de entrada y al levantar la cabeza, me encontré a Marilyn Monroe mirando a los ojos. Es un rostro tan conocido que parece de la familia. Me trasmitió confianza. Es una Marilyn serena, calmada y tranquila la que te devuelve la mirada desde una de las paredes de la cafetería del hospital, una improvisada, o quizá no tanto, galería de arte.
Al día siguiente, me reencontré con los ojos de la actriz, pero busqué más ojos con los que conversar durante la comida.
Casi todos los rostros de los cuadros interpelan al espectador. Son los voyeurs de la cafetería del hospital. Desde su posición lo ven todo, quién entra, sale, come, llora, sonríe, ríe, charla, se aburre, duerme,…
En uno de esos rectángulos encontré a otra ‘amiga’, al menos a mí me recordó a la protagonista de ‘Esther y su mundo’, de Purita Campos, que me transportó a la antesala de la adolescencia.
Por todo ello. Gracias, Silvia.
1 comentario en «Gracias, Silvia Herrero»
Descanse en paz