El presidente de CSIF Salamanca, Federico Martín, se ha mostrado partidario de la reducción de jornada laboral sin pérdida de salario, planteada por PSOE y Sumar en su acuerdo de Gobierno. Sin embargo, Martín pide que su aplicación sea negociada, teniendo en cuenta a los representantes de trabajadores y empresarios, pero, sobre todo, que exista una flexibilidad para adaptar la medida a cada caso concreto.
“Cualquier reducción de jornada está bien, que esta propuesta se ponga en la agenda social y política nos parece muy bien y creemos que es necesario”. Así de claro se muestra Federico Martín ante el establecimiento de la jornada laboral a 37,5 horas semanales incluida en el acuerdo de Gobierno firmado por PSOE y Sumar este martes. Además, recuerda que desde CSIF han pedido que la reducción sea “a 35 horas semanales”.
No obstante, recalca que, “esa jornada reducida, de 37,5-35 o las horas que finalmente lleguen a ser, debe ser negociada”. “Y el espacio de negociarla son las mesas sectoriales. Debe negociarse en la agenda social, con la representación legal de los trabajadores”, zanja, aclarando que, “son los representantes de los trabajadores, los sindicatos y los propios trabajadores quienes saben cómo se puede llevar a cabo, dónde se puede llevar a cabo y en qué condiciones”.
“Cualquier reducción de jornada implica un estudio serio por parte de la empresa y por parte de las administraciones para ver cómo se va a implantar. Y esto es lo que echamos de menos aquí. Anuncios nos sobran, lo que falta es ver cómo puede implantarse eso en las administraciones, en las empresas privadas, y cómo se piensa equilibrar todo el sistema para que esa reducción de jornada para que ese sistema pueda asumir sin tensiones y sin problemas”, expone Martín.
Al mismo tiempo, lamenta que, “lo que no vemos correcto es que uno o dos grupos políticos quieran condicionar esa negociación colectiva. Lo correcto es que esa propuesta se haga, pero en sus cauces normales de negociación colectiva”. “Ya estamos muy cansados de que se establezcan leyes, normas, etc. que luego son imposibles de aplicar, y de que se hagan anuncios que parece que hemos hecho avances, pero que, a la hora de la verdad, no pueden aplicarse”.
Respecto a la viabilidad para la economía española de implantar esta jornada de 37,5 horas semanales, Martín responde afirmativamente. “Cualquier mejora que se haga en las condiciones de los trabajadores, suele redundar en beneficio de la productividad y, por tanto, al final, la economía no solo no se resiente, sino que se consolida”, asegura. Si bien, vuelve a recalcar que, “para eso, conviene que haya unas negociaciones completas”.
“Un cambio de jornada no es fácil, pero es perfectamente asumible si en los órganos de representación de los trabajadores se ha hablado, si se han visto las peculiaridades de cada empresa, de cada situación, de cada trabajador, etc.”, apunta, señalando que, de producirse, “los inconvenientes derivados de su aplicación serían transitorios”. “Si se negocia cerca del trabajador y del empresario, probablemente dará mejores resultados que si se impone desde arriba una determinada jornada”.
Flexibilidad
Uno de los aspectos más importantes para el presidente de CSIF Salamanca pasa por que “exista flexibilidad” en la aplicación de la jornada laboral reducida. “Es algo que tiene que existir. Nos parece bien el principio de reducción horaria, pero dejando cierta flexibilidad a la negociación para que empresarios y representantes de los trabajadores puedan llegar a los acuerdos necesarios para que la implantación sea beneficiosa para el trabajador y para la empresa”, defiende.
Del mismo modo, propone que, “que se reduzca el cómputo de horas anual o mensual, no de forma semanal taxativamente, y que haya cierta flexibilidad para negociar esto”. Así pues, expone diferentes escenarios: “en una determinada empresa, la aplicación de las 37,5 horas se puede hacer reduciendo media hora todos los días. Pero, en otras, se puede hacer alternando el trabajo en semanas, unas con más horas y otras con menos, o se puede llevar a cabo aumentando los días de vacaciones o de compensación para no desajustar los turnos”.
En la misma línea, considera que la aplicación de esta medida en la empresa privada, “puede hacerse sin ningún tipo de problema”. No obstante, insiste en la importancia de “dar cierta flexibilidad, no en el cómputo global de horas, sino en el modo de aplicarlo”. Junto a ello, se muestra partidario de que, “si es necesario, que se apoye a los empresarios con bonificaciones que hagan que ese cambio se produzca de forma paulatina”. Asimismo, recalca que, de implantarse, “el cumplimiento de la jornada reducida no puede cuestionarse, y debe ser irrenunciable y absoluto”.
Beneficios
Esta reducción de la jornada laboral, tal y como detalla Martín, “siempre redundará en una mayor calidad de vida, en que el trabajador tenga más tiempo para dedicar a su familia, a sus aficiones, etc. Y esto contribuye a que haya más posibilidades de conciliación, de que el trabajador tenga una mayor satisfacción en su modo de vida y, en definitiva, a que los ciudadanos tengan una vida de mayor calidad, que es hacia lo que evoluciona la sociedad”.
Además, “también será bueno para las empresas, porque conseguiremos trabajadores más productivos. No necesariamente por estar más tiempo se produce más, sino que se produce más cuando el trabajador está conforme y tiene unas condiciones de trabajo aceptables. Por tanto, si produce más, la empresa funciona mejor”, señala, concluyendo que, “una jornada reducida de trabajo siempre será buena para el conjunto de la sociedad.