Hasta a un amigo que se confiesa ateo se le escapa esta frasecita, él mismo se sorprende repitiendo el “si Dios quiere…”. Pocas palabras como estas han entrado en el vocabulario popular, al decirlas damos por supuesta la existencia de “una mano poderosa”, de “algo tiene que haber”: Dios está ahí.
Y no solo que existe, es que con su Providencia dirige y organiza nuestras vidas y circunstancias: “lo que Dios quiera”, “mañana Dios dirá” , “como Dios manda”. Es difícil escaparnos del “adiós”, “nos dé Dios” “!ay Dios mío…!”.
Es el resultado de una teología que ha impregnado el pensamiento y nuestras vivencias diarias, de una presencia continua de lo divino en lo humano. Un factótum que marca y programa nuestros destinos y circunstancias. Él manda y sonríe cuando hacemos planes porque tendría siempre la última palabra. Todo está en sus “manos” y solo nos resta adorarle y suplicarle protección y suerte ante los designios de su altísima voluntad, a la que no se le escapa ni un detalle al controlar nuestro curriculum vitae.
Pues bien, estoy convencido que todo esto ha creado una imagen falsa del Misterio Trascendente que llamamos Dios (Presencia, Unidad, Comunión, Misericordia, Compasión, Padre-Madre—). Una actitud-emoción (fe) madura es la que deja a Dios ser Dios, sin encasillarle ni encerrarle en religiones, sin atribuirle dirigismos dominantes, ni programaciones sociales, ni controles de la condición humana. Todo lo que le pedimos solo cuenta con nosotros para concedérnoslo. Respeta nuestras libres decisiones, acepta nuestros designios y no se inmiscuye en los planes ni en las camas de nadie.
Los grandes profetas y místicos no pensaban racionalmente sobre lo trascendente, se limitaban a sentirlo desde un encuentro personal inimitable por sus seguidores. Entre dudas y oscuras búsquedas rastrearon sus huellas siempre desde su corazón; pero su camino y momento histórico no es el nuestro. Su búsqueda y su espiritualidad no es la nuestra.
La inteligencia espiritual nos proporciona herramientas para vivir en Dios, aquí y ahora, pero como si no existiera: el silencio humilde, la contemplación admirativa, la vuelta al interior, la aceptación del desierto y de las dudas y todo adobado con la fraternidad universal.
Dejemos que Dios sea como quiera. No nos apoyemos tanto en El para justificar nuestros fracasos y nadas. Aceptemos la inseguridad y las soledades de la condición humana. Desconfiemos de tantas revelaciones y apariciones divinas: su lenguaje es otro-
Bueno, no quiero llevarme yo todas las aguas a mi molino; respeto las opiniones y las experiencias de todos.
Y por si acaso…hasta otra ocasión: ¡SI DIOS QUIERE…!
1 comentario en «Si Dios quiere…»
Providencia: cuidado de la Creación y de los hombres que los creyentes atribuimos a Dios.
A lo que parece que te refieres en tu artículo es a una especie de demiurgo, un «dios relojero» que, una vez llevado a cabo su «creación», se olvida de ella… y que den la hora como y cuando quieran o que no la den, …