Levantaron al auditorio, le hicieron dar palmas, interactuaron con ellos, durante casi dos horas, el cuarte de Elefantes derrochó profesionalidad sobre las ‘tablas’
[dropcap]E[/dropcap]s lo que tiene cuando los músicos ocupan el sitio natural de los actores en el teatro, que puedes hablar con ello. Los actores guardan con celo la cuarta pared y los músicos la derriban a golpe de guitarra, voz, bajo y mucha batería.
Esa demolición figurada es la que llevaron a cabo Elefantes en el concierto ofrecido en el Teatro Juan del Enzina. Tardaron en derribar esa cuarta pared, el tiempo que emplearon en colocarse las guitarras, el bajo y sentarse a la batería: un suspiro.
Durante casi dos horas tuvieron al público entregado, activo y con muchas ganas de escuchar a esta banda de veteranos-jóvenes músicos. Veteranos, porque llevan dos décadas sobre el escenario y jóvenes, porque durante casi ocho años han estado ausentes y ahora, vienen con una energía renovada y con una generosidad propia de los adolescentes.
Son músicos, en mayúsculas. Son letras están cuidadas y repletas de sentimientos, metáforas y vivencias. Incluso, cuando no es suya la canción, parece que hubiera salido de sus sensibles cabezas, como ocurrió con ‘Se me va’, de Manuel Alejandro. Sencillamente: Impresionante. ¡Qué manera de vivir la letra!
Los pies del respetable no paraban de moverse llevando el ritmo de las canciones y las palmas resonaban en el teatro formando un todo con los instrumentos. Tuvieron tiempo de homenajear a un compañero, de interactuar con el público, de reírse, de disfrutar y todo ello, con la complicidad de una amistad de toda una vida, porque los seguidores los quieren, los aman y los han echado de menos. Si tienes ocasión de verlos en directo, no te los pierdas.