El empeño del anterior alcalde, Julián Lanzarote, por eliminar las casas adosadas a la muralla musulmana de Salamanca sigue sangrando las arcas municipales.
El Pleno aprobó este martes una partida de 61.437 euros para pagar la indemnización que reclamaba uno de los propietarios de una de las casas derribadas.
Se trata de un dueño que no estaba conforme con lo que se le ofrecía, recurrió y la justicia acaba de darle la razón, algo que le costará 61.000 euros al Consistorio.
De esta forma, el coste del derribo de las casas y su sustitución por un jardín le ha salido al Ayuntamiento por unos seis millones de euros, según dijo el concejal socialista Toribio Plaza, quien espera «que sea el último coletazo y la última reclamación judicial», por el asunto de la muralla.
3 comentarios en «La muralla le cuesta otros 60.000 euros al Ayuntamiento»
Usar el tema de la muralla como arma arrojadiza para cargar contra el ayuntamiento me parece bastante triste. La muralla es patrimonio de todos los salmantinos. En cualquier ciudad española se intenta conversar y pone en valor el patrimonio… quizás el proyecto ha salido muy caro, eso es opinable, pero palabras que utiliza el periodista como «sangrar al ayuntamiento», «el asunto de la muralla» o el mismo titular solo hace que odiemos más lo que es de todos: el patrimonio de Salamanca.
Me parece una noticia muy politizada y desafortunada en su redacción. Salamanca vive precisamente del turismo y de su rico Patrimonio, y leyendo el artículo parece que la muralla tiene la culpa de todos los males que asolan al país. Tal vez se podría redactar de otra forma incidiendo en que no es el momento para gastar en eso, pero no demonizando el Patrimonio como si estuviéramos en los años 80. Seguramente muchos preferirían que se tiraran esas «cuatro piedras» y se hiciesen unos buenos chalets.
Salamanca es Patrimonio Cultural de la Humanidad, y sus monumentos, (incluida su muralla árabe) son parte de su riqueza. No es un «empeño» absurdo la mejora y puesta en valor de cualquiera de ellos. Critiquen la forma de gestionar, pero no la gestión en sí. Hacen un flaco favor a la protección del patrimonio y la percepción que la gente tienen de lo que queda de su pasado,