La mirada detrás del objetivo en la exposición ‘Abierto Emergentes’

Elena Pérez-Ardá y Miguel González Cabezas exponen en el galería Adora Calvo.

Es su proyecto de fin de su carrera en Bellas Artes. Los dos proyectos tienen una visión intimista y conceptual del mundo por el que transitamos

Fotografías al ras del suelo e imágenes que dejan logran que el espectador vuele por líneas que se pierden en el horizonte. Son dos conceptos diferentes de mirar a través del objetivo, pero tanto Elena Pérez-Ardá, como Miguel González logran que el espectador se detenga a contemplar sus instantáneas e intuya que detrás de ese pedazo de realidad, existe todo un mundo.

Los dos artistas muestran en la galería Adora Calvo una serie de fotografías que formaban parte de su proyecto de final de su carrera en Bellas Artes. Son atrevidas, conceptuales e intimistas.

Miguel González Cabezas.
Miguel González Cabezas.

Miguel González refleja en sus instantáneas a ras del suelo una reflexión sobre el mundo. Ha viaja mucho y sus ojos se han acostumbrado a nuevos horizontes y nuevas realidades, donde el colonialismo de otras épocas trazaba mapas y fronteras, que hoy se han derribado. Con esa premisa de la ficción de una línea impresa en un mapa y la realidad que se contempla al ver una fotografía ha plasmado en su trabajo todo un mundo donde se reflejan ambas ‘verdades’.

Toma como punto de partida los mapas, las escalas de los mapas y obliga al espectador a mirar sus imágenes de arriba a abajo y a replantearse la forma de observar una obra. Acompaña la foto fija con un vídeo. «Es un punto de vista intermedio entre un mapa y un paisaje. He intentado sintetizar la realidad», explica González.

Elena Pérez-Ardá.
Elena Pérez-Ardá.

Por su parte, Elena Pérez-Ardá se inspiró para su proyecto en el libro ‘On the road’ (En el camino), de Jack Kerouac. Y, en ese tránsito, en muchas ocasiones desde el mismo coche en marcha, ha buscado líneas que se pierden en el horizonte o que se cruzan buscando un punto de referencia para el espectador.

Ha utilizado una cámara analógica y un carrete de 35 mm, para que al revelar la fotografía, el propio dispositivo le ofreciera puntos de partida donde hilvanar la serie de imágenes que componen su trabajo. «El carrete sólo te da una oportunidad, tienes un número limitado de fotografías y lo que buscaba era la sensación que tiene un viajero al contemplar un lugar. Son momentos únicos y sorprendentes, porque no se repiten. He buscado la estética de las fotografías de los años 40, porque reflejaban muy bien lo que quería transmitir», señala Pérez-Ardá.

Los dos trabajos tienen en común que reflejan un viaje y un territorio. Estarán expuestos hasta el día 3 de diciembre.

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