Pese a lo que se cree, el aceite de oliva es un producto que también caduca, concretamente a los dos años del envasado. Pasado ese tiempo, aunque no se vuelve perjudicial para la salud, sí que comienza a perder sus propiedades.
Para evitar que el aceite de oliva pierda cualidades como el olor, el sabor o la textura, una buena conservación es esencial. En este sentido, hay que tener en cuenta los factores que pueden perjudicar y dañar a este producto.
Principalmente, los dos agentes que ponen en peligro al aceite son la luz y el calor. Es por el primer motivo por el cual las botellas de aceite suelen tener colores oscuros. De esta manera, se evita que la luz afecte tanto al sabor como al color del líquido.
Por su parte, las altas temperaturas pueden provocar que el aceite se oxide y se vuelva, incluso, rancio. Sin embargo, también hay que tener cuidado con las temperaturas demasiado bajas, ya que harán que el aceite se solidifique.
En definitiva, de cara a alargar la vida del aceite de oliva conservando sus propiedades lo máximo posible, lo ideal es conservarlo en un lugar oscuro, pero también donde la temperatura no sea demasiado elevada, pero tampoco excesivamente baja.
