[dropcap]H[/dropcap]a finalizado el año con el polémico discurso del presidente del Gobierno Mariano Rajoy. Un presidente no dado a comparecencias ni ruedas de prensa con preguntas de los medios de comunicación. Basta recordar aquel discurso que ofreció en febrero del 2013 a través de una pantalla de plasma, por miedo a enfrentarse a las preguntas de los periodistas. Esta vez, el presidente ha ofrecido una rueda de prensa desde el Palacio de la Moncloa para hacer balance del año respondiendo a algunas preguntas de los medios allí presentes.
Un discurso ambiguo y cínico que ha puesto de manifiesto el arte de la mentira y donde la veracidad de lo expresado ha sido cuestionada mayoritariamente. El presidente ha ocultado información jugando con verdades a medias enmarañando todo en un acto desmedido de propaganda. Un presidente sordo que no ve ni oye, alejado cada vez más de los ciudadanos, vendiendo mensajes de esperanza sin ningún vestigio de vergüenza y pudor donde no reconoce un ápice de autocrítica.
[pull_quote_left]La corrupción no se combate solo en los tribunales sino con medidas contundentes y de control que este Gobierno se niega a tomar[/pull_quote_left]Mariano Rajoy ha puesto de manifiesto su falta de credibilidad y solidez en sus argumentos. Los ciudadanos sabemos que no estamos experimentando mejora de la situación, al contrario, seguimos atravesando una situación, si cabe, más dura, sobre todo en términos de desempleo. Las previsiones de paro para el 2015 no bajarán del 23,5% según la Comisión Europea y el FMI. Este Gobierno se ha empleado a fondo para empeorar las condiciones de trabajo, tanto en la empresa pública como en la privada fomentando y creando empleo estacional, temporal, parcial involuntario y precario, elementos que persisten y acentúan en nuestro mercado laboral propiciando que miles de jóvenes preparados hayan tenido que emigrar por falta de trabajo.
Este discurso es intolerable con la situación de pobreza que viven miles de familias y los ataques y recortes que se están produciendo en la sanidad pública, educación y servicios sociales, o el abandono a las mujeres que sufren de violencia de género. Es también injustificable en una democracia el golpe que se ha dado a la libertad de reunión y expresión aprobando la Ley Mordaza, mientras se sigue mirando hacia otro lado con la corrupción que invade nuestras instituciones y políticos, mayoritariamente del Partido Popular, pues la corrupción no se combate solo en los tribunales sino con medidas contundentes y de control que este Gobierno se niega a tomar.
No es de extrañar que el escepticismo y la credibilidad política se hayan instalado en el país y haya producido un resurgimiento de los movimientos sociales que este Gobierno intenta parar.
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