Opinión

Familia, Navidad y,… los indigentes

[dropcap]S[/dropcap]iempre han existido seres humanos indigentes, “sin techo”, sin familia, que nuestra sociedad abandona, vulnerables a una larga serie de patologías típicas. La indigencia hoy en día afecta a millones de personas en todo el mundo, víctimas de crisis económicas y laborales, conflictos bélicos, intemperie, violencia y problemas sociales. ¿Qué es la familia y para quién, qué implica para cada persona vivir las navidades en familia y, por otro lado, es la familia el mejor lugar para pasar las fiestas? ¿Quién lo dice, la sociedad, la familia, el Estado o es acaso un imperativo biológico? ¿Y qué pasa con los sin familia, los sin techo con los que eligieron un aislamiento voluntario pero se perpetuó y enquistó? ¿Acaso ellos no deberían ser rescatados del propio sistema. Acaso los trabajadores de la salud no deberíamos apostar por eso también? ¿Acaso no hay indigentes en cárceles de oro?

Vale, hablaremos de los que no tienen nada. Para ellos, tener y no tener es del orden de la necesidad básica, tener o no tener un mendrugo, una manta; pero ¿y si mi vida es miserable? ¿quién me salva de la miseria?

En España, el “sintechismo” es un fenómeno cada vez más presente en nuestras calles, aunque menos grave que en otros países sin cobertura sanitaria universal por parte de la seguridad social. En los hospitales, los ingresos se producen por patología común con el resto de la sociedad y a consecuencia de lesiones (agresiones, violencia doméstica, atropellos accidentales, quemaduras, intoxicaciones, etc.) motivo de noticia en las páginas de sucesos de la prensa.

Esto no solo nos debe preocupar, sino que la sociedad entera debe convertirse en «la familia» que perdieron con su apoyo. Más que preocupar, nos deben ocupar, nos deben indignar. La preocupación es muy religiosa, pero poco operativa; la ocupación es hacerse cargo de ellos. ¿Y quién se encarga de ellos?

[pull_quote_left]La atención a este colectivo nos plantea frecuentemente dilemas éticos de difícil solución[/pull_quote_left]La atención a este colectivo nos plantea frecuentemente dilemas éticos de difícil solución, donde los principios de la bioética entran en conflicto y los derechos humanos son una exigencia. Si se consideran las estadísticas que dimensionan con precisión este colectivo, no solo hieren nuestra sensibilidad sino que nos alarman ante un problema que crece día tras día.

Quiero decir con esto que debemos ocuparnos todos, la sociedad entera debe sensibilizarse, porque ocuparnos de los demás, especialmente de los más débiles, es lo que nos hace humanos.

¿Cómo se llega a la indigencia? Aunque gran parte de la literatura disponible es americana, todos los países comparten en cierta medida los mismos factores de riesgo que conducen a los seres humanos a engrosar este colectivo. Entre estos factores destacan: la falta de vivienda, la pobreza, la adicción al alcohol y drogas, las enfermedades mentales y la discapacidad, antecedentes de orfanato, huidos de abusos domésticos (físicos, sexuales y psicológicos), expresidiarios y civiles en periodos de conflicto armado.

¿Quiénes terminan en la UCI? La patología crítica va desde reagudización de patologías crónicas (EPOC, hepatopatías, diabetes, nefropatías, pancreatitis, ulcus sangrantes, SIDA, etc), enfermedades infecciosas (neumonía adquirida de la comunidad, meningoencefalitis, enfermedad de Lyme, leptospirosis, sepsis, etc) pasando por la sobredosis por drogas de abuso y patología derivada (cocaína, heroína, etc), intoxicación etílica, patología de la intemperie (hipotermia grave, golpe de calor, etc) o patología traumática (quemados, politraumatizados, etc), lesiones graves resultado de accidentes, agresiones, violaciones, autolesiones o intentos de autolisis, y dignas de figurar en las crónicas de sucesos de la prensa diaria o paradas cardiorrespiratorias (PCR) reanimadas con los consiguientes dilemas éticos que conllevan.

¿Cuántos terminan en la UCI? Exceptuando la estadística oficial e informes de ONGs, no se encuentran muchos estudios en la literatura científica internacional ni española que se ocupen de este colectivo, y muchos menos que aborden la magnitud de indigentes atendidos en las UCIs.

Observamos que el paciente indigente es cada vez más frecuente en nuestros hospitales, en probable relación con el crecimiento de este colectivo en los últimos años. Los recursos del sistema público encaminados a su asistencia global siguen siendo escasos. Su entrada en el sistema se produce las más de las veces por la puerta de urgencias.

Para los intensivistas, el indigente debe ser un paciente más. Si bien, hay que tener en cuenta su desprotección esencial, la patología que es proclive a padecer y su recelo, guiando nuestro proceder asistencial por los principios de la bioética.

¿La enfermedad conduce a la indigencia? No necesariamente. Hay personas que enferman y no se hacen indigentes. Hemos de considerar, no obstante, la posibilidad de que en la UCI se puede entrar siendo como enfermo crítico indigente; pero también salir convertido en indigente.

[pull_quote_left]Observamos que el paciente indigente es cada vez más frecuente en nuestros hospitales, en probable relación con el crecimiento de este colectivo en los últimos años. Los recursos del sistema público encaminados a su asistencia global siguen siendo escasos. Su entrada en el sistema se produce las más de las veces por la puerta de urgencias.[/pull_quote_left]¿Cómo así? Son estas personas que sobreviven con secuelas invalidantes y repercusiones de la patología crítica en su vida personal, familiar y laboral. Incapaces de seguir el ritmo y las exigencias físicas y psicológicas de la sociedad, se vuelven dependientes y pasan directamente a engrosar las filas de los “dejados atrás”.

Son estas personas las que nos deben preocupar y de las que nos debemos ocupar, son a estas familias a las que más hay que apoyar, con las que la sociedad debe volcarse porque son las que más nos necesitan.

Así las cosas, aún queda mucho por hacer en el seguimiento y recuperación óptima del colectivo de la indigencia.

¿Hay esperanza para el indigente? ¿Cómo puede ayudarle “su familia”?, esto es, ¿Cómo podemos ayudarles todos? Según un informe de la Fundación Red de Apoyo a la Integración Sociolaboral (Rais) publicado recientemente, las personas que encadenan cinco sucesos traumáticos en un año y medio pueden acabar viviendo en la indigencia.

El estudio destaca que sucesos como la muerte de un ser querido, un divorcio y la pérdida del empleo cuando se unen a la falta de apoyo familiar empujan a algunos ciudadanos a la calle. Las personas sin hogar viven una media de 7 u 8 sucesos traumáticos en cadena mientras que el resto sufre 3 ó 4 a lo largo de su vida. Resulta curioso que también sean “seis pasos” – la misma distancia que según la teoría inicialmente propuesta en 1930 por F. Karinthy en su libro “Chains” y recogida por D. Watts en su libro «Six Degrees: The Science of a Connected Age”- los que se necesitan recorrer para acceder a cualquier persona del planeta.

Esto demuestra una vez más que “los demás”, si se quiere, no estamos tan lejos para brindarles nuestra ayuda, y yo diría en estas fechas especialmente, para convertirnos en «su familia». Esperanza no sé, mucho trabajo por hacer diría yo. Los demás somos nosotros mismos en cada persona también, quien no es capaz de cuidarse y cuidar su salud y a los suyos jamás cuidara a los demás.

Para más información leer:
Arias Garrido JJ. El Síndrome del Dejado Atrás. Cuad Bioet 2009; 20(68): 63-9.
Arias Garrido JJ. En Busca de la Invulnerabilidad Perdida. Cuad. Bioét 2011; 22(76) 557-563

psicoanalista
Mª Carmen García Mateos.

[quote_box_left]Mª Carmen García Mateos

Psicóloga y psicoanalista

de Grupo Cero

Telf: 651831296

Junto a  José Julián Arias Garrido
Doctor en Medicina y Cirugía. Especialista en Medicina Intensiva. Máster en Bioética
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