Es noviembre, Día de Todos los Santos, pero quizá sea el ‘agosto’ de las floristerías, porque quien más quien menos, recuerda con unas flores a alguien que ya no está entre nosotros.
Texto: Lucía Almaraz
Ya lo dice Cervantes en La Gitanilla: “Y así granizaron sobre ella (sobre Preciosa) cuartos, que la vieja no se daba manos a cogerlos. Hecho, pues, su agosto y su vendimia, repicó Preciosa sus sonajas…”.
Llevar ramos de flores a los cementerios como homenaje y recuerdo de los seres queridos es un acto que según las floristerías de Salamanca está muy presente. Es una de las fechas claves para estos negocios, en la que llegan a hacer hasta el 20% de sus ventas anuales.
Los salmantinos gastan una media que oscila entre los 30 y los 50 euros. “Tenemos clientes que se gasta de 60 a 500 euros, pero también los que vienen y compran un ramito por 10 euros”, cuenta Rosa, de la floristería Pétalos.
Los precios de los ramos han tenido una subida muy poco significativa con respecto a años anteriores, por lo que son pocos los que escatiman en gastos y optan por comprar ramos grandes o crisantemos. “Nuestros precios no han subido nada en cuanto al año pasado. Los familiares se gastan de media entre 12 y 40 euros”, cuenta Carmen, de la floristería Andrea.
Más allá de los crisantemos se demandan “muchas rosas, claveles, liliums”, explica Carmen. “Ya no hay mucha diferencia entre una boda, un cumpleaños o los Santos, la gente quiere flores variadas”, añade.
Por su parte, la responsable de Pétalos asegura que venden mucha margarita y mucho clavel en estas fechas. “No sabría calcular cuántas flores vendemos estos días”.
Se nota como estos días las ventas se incentivan llegando al punto que “no sabemos la cantidad de flores que llegamos a vender, (risas)”, aseguran desde floristería Andrea.
Las floristerías cuentan también con flores artificiales, de tela o plástico, que se conservan mejor y durante más tiempo en espacios como el campo santo, al aire libre. Aun así, “se llevan de las dos, la de plástico para todo el año y la natural en estos días señalados”, explica Rosa, de Pétalos.
“No afecta nada, toda la vida lo ha habido”, añade Carmen, de floristería Andrea.
Duran más
María Teresa Merchán, vecina de El Maíllo, prefiere comprar flores de plástico, lo ha hecho toda la vida, “duran más tiempo y aquí en el pueblo es más fácil comprarlas de plástico que naturales”.
También se recalca que dicha tradición de comprar flores para llevarlas a los difuntos no es cosa de los más mayores. Son muchos los jóvenes que acompañan a sus familias en estas fechas y también son los que se encargan, poco a poco, de comprar estos detalles. “Vamos al cementerio por la mañana antes de comer a poner flores a los familiares y amigos fallecidos”, cuenta Ángel Rodríguez, del barrio de Pizarrales.
Por su parte, Paula Martín se encarga de las flores, va a comprarlas y después, “voy al cementerio con mi familia, les ponemos las flores y pasamos el día juntos”, explica.