En marzo de 1987 conseguí que todos los procuradores salmantinos firmáramos una Proposición No De Ley pidiendo la Capitalidad Cultural Europea de 1992 para Salamanca. Conocía la iniciativa de la ministra griega socialista Melina Mercuri de nombrar cada año una ciudad para ostentar la Capitalidad Europea de la Cultura. Salamanca fue la primera de las candidatas española a ese título.
La propuesta parlamentaria fue avalada por la totalidad de los grupos parlamentarios. La idea era aprovechar el V Centenario del Descubrimiento de América, o expresado de forma más correcta políticamente “El encuentro entre dos culturas”. En la PNL se pedía al Gobierno de Catilla y León que instase al Gobierno de España para que propusiese a Salamanca en Europa como Ciudad Europea de la Cultura 1992.
Intervine en el Pleno de las Cortes de Castilla y León, entonces en el castillo de Fuensaldaña, como alcalde y procurador. En el discurso desgrané la contribución de Salamanca al desarrollo del mundo occidental en general e hispano en particular. Supimos entonces que Valladolid también aspiraba a la capitalidad. Las cosas fueron mal para Salamanca en 1982.
Madrid había quedado descolgada en las efemérides de ese año simbólico para España. Barcelona celebraba la Olimpiada, la primera que organizaba nuestro país, y Sevilla la Exposición Universal. Madrid se quedó a la luna de Valencia. Había que compensar a la Capital de España, no podía sufrir humillación tan fragrante.
Al Gobierno, presidido por Felipe González, no se le ocurrió otra cosa mejor que ofrecerle la Capitalidad Cultural Europea. Cuando todo estaba preparado para que Salamanca fuera nominada, Madrid, con todo su poder de influencia, entró en liza, y nuestra candidatura duró lo que un pastel a la puerta de un colegio. Había que compensar a Salamanca, y nos dieron un premio de consolación al que no fue ajeno el ministro de Agricultura, el zamorano Carlos Romero.
En 1992 se celebraría en Salamanca la Feria Universal Ganadera. La Diputación Provincial ofreció su recién inaugurado Mercado de Ganados, y el Ayuntamiento, haciendo de tripas corazón, vendimos la concesión como una maravilla del mundo. Salió bien, por espectáculos no quedó, hasta se realizó una “corrida goyesca” en la Plaza Mayor, pero la frustración corrió por las filas del equipo de Gobierno del Consistorio. Las cosas que mal empiezan mal acaban, y la Capitalidad Cultura de Madrid fue un autentico fracaso. En una ciudad pequeña como Salamanca habría lucido, en Madrid quedó perdida, y más si se comparaba con los eventos de Sevilla y Barcelona.