Como yendo en una ola

Los pensamientos negativos salen de agujeros negros en los que hemos caído. Los remedian, leer un buen libro, escuchar música, conversar con los amigos y pasear de la mano con quienes nos quieren. La buena salud mental depende más de uno mismo que la del cuerpo. Dar sentido a la existencia es convertir las derrotas en victorias y las tristezas en alegrías, para ello, nada mejor que entregarnos a proclamar lo prodigioso de la vida y allanar el camino por el que vamos.

Basta de autoflagelarse y la atracción por las noticias catastróficas. Es más valioso apasionarse por la vida, afianzarse en lo bueno del presente y caminar dando vista a la ilusión. No vale abrumarse con las preocupaciones, recelar del diferente, correr solo para llegar el primero. ¡Hay tanto donde escoger!: más lugares que a los que se puede ir, multitud de cosas magníficas que se pueden coger con solo estirar la mano y tantas personas estupendas próximas y reales con quienes se puede elevar el vuelo y ser feliz con menos que poco.

Son días de escuchar la voz propia, abrazarse a los que piden haya paz, ser aliado de quienes practican la modestia y conceder mil perdones. Días de librar la mente de preocupaciones y el cuerpo del peso con el que no puede, suspirar aliviados de que el cielo siga azul, sentir suaves y cálidos los pensamientos y poner la sonrisa de comprensión que abre la puerta a las confidencias.

Todo fluye conforme cuando lo hace con libertad, está limpio el aire y el agua sin contaminar, sirve cuando se proclama el gozo de vivir y la palabra que más se escucha es la de solidaridad. Se revive, uniendo otoño con primavera en una gran estancia, con una mesa inmensa y sillas para todos. Celebración, en la que cada cual aporta lo que puede y cada uno toma lo que necesita.

Manuel Rodríguez Barba
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor