Mantener la nevera libre de olores cuesta trabajo, a veces, quitamos los restos o limpiamos bien y no es suficiente. Por este motivo, existen 10 trucos infalibles que acabarán con el mal olor del frigorífico.
En primer lugar, se mezcla en un bol bicarbonato de sodio y agua, se introduce en uno de los estantes de la nevera y solo hay que esperar a que haga efecto y absorba los malos olores. Hay que dejarlo un mínimo de 24 horas y un máximo de dos meses.
En segundo lugar, está el truco del limón que ofrece diferentes opciones: se puede exprimir este cítrico con un poco de agua y vinagre y se introduce en los estantes. Otra alternativa, que complementa la anterior, consiste en cortar el limón en dos mitades, se ponen unos clavos de especia en su superficie y se coloca en el fondo de la nevera. Finalmente, se puede utilizar en la limpieza, haciendo un pulverizador con su jugo y con agua y se esparce en las paredes del electrodoméstico.
Además encontramos como aliado el café, tanto molido como en grano. Para ello hay que meter durante 48 horas un recipiente que combine un poco de esta sustancia. Lo importante es no pasarse con las cantidades, porque si lo hacemos el olor a café acabará ganando y nuestra nevera desprenderá ese aroma.
Por otra parte, hay que verter en un bol una miga de pan con un chorro de vinagre y dejarlo durante poco tiempo. Aunque si los olores son insoportables, la mejor alternativa es usar pasta de bicarbonato. Se extiende sobre las paredes y baldas del electrodoméstico la mezcla entre bicarbonato de sodio y poca agua, después se quita con una bayeta húmeda. ¿Su resultado? Combatir los olores y una buena limpieza.
La solución definitiva para acabar con los olores reside en limpiar la suciedad con un paño húmedo y empapado de agua oxigenada. Si se quiere optar por una opción más económica, el pan duro nos ayudará. Solo hay que ponerlo por distintos puntos de la nevera y dejarlo actuar durante 24 horas.
Por último, existe otro poderoso eliminador de olores: el extracto de vainilla. Hay que rociarlo sobre un algodón e introducirlo en un plato de café durante 48 horas.