José María Sanz y José Luis Marcello son los autores de ‘Cartografía de México 1524-1835’ que se presenta este viernes en el Aula Francisco Vitoria de las Escuelas Mayores en el Edificio Histórico de la Universidad.
Sanz y Marcello, autores del libro, hablan de la importancia de los mapas desde la emoción. Su conversación transmite energía, estudio y la importancia que han tenido y tienen los mapas y los atlas para el devenir de las civilizaciones e imperios, como el español y su conquista de América.
Los dos profesores de la Universidad de Salamanca se centran en este libro en México, pero Sanz y Marcello resaltan que la Universidad de Salamanca dispone de la tercera mejor colección de Atlas que hay en la península Ibérica. El primer lugar lo ocupa el fondo cartográfico que tiene la Biblioteca Nacional, que procede de la Biblioteca Real; seguido el fondo cartográfico de Real Monasterio del Escorial, y en tercer lugar, la Universidad de Salamanca, que dispone de un gran volumen de atlas. “La riqueza de la Universidad de Salamanca es un valor permanente y en alza”, destacan los profesores.
¿Este fondo del que dispone la Universidad tiene relación con que el Estudio Salmantino fuera muy potente en esos siglos?
J. M. Sanz. En Salamanca se formaban las personas que iban a ocupar puestos en los consejos y con responsabilidad en los territorios ultramarinos y, por supuesto, a los eclesiásticos que iban a evangelizar. Los atlas eran obras de consulta. Prueba de ello es que algunos están muy manidos. Las personas los utilizaban para formarse, para saber cómo era el territorio donde iban a ir, qué es lo que había, las vías de comunicación,…
J. L. Marcello. Esto tenía un valor fílmico. No había vídeos, cine,… pero había atlas. En un colegio, en un centro universitario, el atlas tenía una función fílmica muy fuerte, porque te localizaba y te enseñaba el lugar dónde iban a ir destinados. Eso permite en las francas de algunos mapas, en las orlas, dentro de las ciudades, ver la vegetación o la forma de la indumentaria de la población autóctona. El valor de un mapa era enorme, pedagógico y fílmico.
J.M. Sanz. Toda la parte visual se complementaba con el relato escrito que acompañaba a los atlas, o las relaciones del viaje o las históricas.
J.L. Marcello. Para comprender mejor esto, tenemos que hacer mención a la lana, a Medina del Campo. Allí venían todos los comerciantes de los Países Bajos, de Flandes, de Inglaterra, Italia,… a buscar la lana, pero lo barcos que venían no estaban vacíos, traían material transformado y libros. La Universidad de Salamanca se acercaba a Medina del Campo a recoger libros y encargar otros para el próximo año. Por eso, había una actualidad, un comercio muy interesante.
J.M. Sanz. Los precios de los atlas eran descomunales. Tenían diferentes precios dependiendo de su encuadernación, ligado, iluminado –coloreado- Era todo un mercadeo, pero lo importante era el contenido. Los nobles en sus bibliotecas querían tener atlas porque eran elementos de prestigio. Los grandes colegios de la Universidad de Salamanca tenían unas obras cartográficas impresionantes.
J. L. Marcello. Le interesaba al colegio tener buenos atlas y los antiguos colegiados, regalaban atlas. Era un signo de distinción y que la biblioteca de tu colegio tuviera buenos ejemplares, un prestigio. Los atlas son avances de marketing político. Es decir, el que lo financiaba aparecía con su retrato, su escudo o referencias a él. Eso se cotizaba.
J. M. Sanz. Hay otra cuestión que es fundamental. La cartografía es una representación territorial y se podía deformar la realidad. Tú ves que el tamaño que tiene Tenochititlán con relación al Golfo de México es descomunal. ¿Cuál es el tamaño real del Golfo de México? ¿Cómo se va de un punto a otro? Eso no lo dice el mapa. Además, con la escala que tiene, el tamaño del Golfo dista mucho de ser real, con lo cual, una persona que no era de Castilla, que no tenía los padrones reales que se creaban y se enriquecían en la Casa de la Contratación, no podía navegar con solvencia, ni siquiera aparecen las corrientes del Golfo, que son fundamentales. Es una cuestión geoestratégica.
José María Sanz y José Luis Marcelo explican que para realizar el trabajo sobre México exhumaron los fondos que hay en la Biblioteca General Histórica. Estudiaron la cartografía que hay desde los mapas más antiguos desde el descubrimiento hasta el momento en el que se funda el estado de México actual. El periodo que va desde 1524 a 1835.
La historia de un mapa
El primer mapa de México es el manuscritos de Lázaro de Arregui, autor del mapa, que cartografío el mar de Cortés, el golfo de California, donde se puede ver el sur de la península de California, la Sierra Madre Occidental de México y todas las divisiones geográficas que hay. Si se fuerza la vista se ve una serie de edificios, que son las iglesias, la base para una división administrativa, eclesiástica.
“Estamos observando un mapa manuscrito de un gran valor sobre la región de la Nueva Galicia. Con un rigor enorme estás viendo toda la longitud que hay, la Rosa de los Vientos, los ríos y todo el Trópico de Cáncer. Es una labor hecha por un solo señor con su astrolabio y con un trabajo de campo enorme. Es una joya que tiene la Universidad de Salamanca”, puntualizan los autores del libro.
¿Qué significa para la Universidad tener estas joyas -mapa-?
La Universidad de Salamanca es un gran contenedor que se ha ido alimentando de los fondos de la Desamortización, de exclaustraciones, de donaciones, de compras propias y de colegios mayores y menores. Por lo tanto, la Universidad conserva y mantiene una pluralidad de documentos muy importantes.
¿Quién encarga este mapa manuscrito a Lázaro de Arregui?
J, M. Sanz. El presidente de la Audiencia de Guadalajara, que había sido colegial del Colegio del Arzobispo de la Universidad de Salamanca, encarga el trabajo a Lázaro de Arregui, que tarda solo seis meses en hacer este levantamiento cartográfico. Fue muy eficaz en el cometido que se le encarga. Buscó todas las dependencias. Esto era para crear dos diócesis, una la de Nueva Galicia y separarla de la de Guadalajara.
J. L. Marcello. Es un encargo Real, porque también había que promover obispos y arzobispos y eso estaba en manos del Rey, aunque luego Roma también cobraba. Es una división religiosa muy interesante.
¿Es fidedigno?
J. L. Sanz. Hay que partir de que las coordenadas geográficas que determinan un punto son dos, la latitud y la longitud. Con el astrolabio se calculaba muy bien la latitud, pero la longitud hasta que no se inventa el cronómetro, y esto es en el primer tercio del siglo XVIII, no. Había unos errores longitudinales bastantes grandes.
En la actualidad ¿Qué aporta esta información?
J. L. Sanz. Es clave que para conocer el presente, hay que conocer el pasado. La cartografía es importantísima porque te aporta la visión del territorio anterior al periodo actual y también puede servir de proyección de lo que puede ocurrir en un futuro. Ese es el valor de la cartografía histórica.
J. M. Marcello. De hecho, en estudios del territorio se utilizan mapas realizados hace años. Por ejemplo, se utilizan para saber cómo ha evolucionado el curso de un río.
Esta zona puede que haya cambiado muchísimo en estos siglos, debido a terremotos,…
J. M. Marcello. Y volcanes. La toponímia es una riqueza enorme. Por eso, se pueden conocer localidades que han desaparecido, las que permaneces y analizar los cambios semánticos en la evolución del nombre.
J. L. Sanz. De hecho, hay asentamientos que han sido puntuales, llegaron, se construyó lo que fuera con materiales que no eran perdurables y han desaparecido, pero sabemos que existieron por estos mapas.
J. M. Marcello. Hay algo importante para la geografía que son las aguas interiores, los lagos. Este mapa en concreto, aparece la laguna de Chapala, también conocida como el Marem Chapalicum, el mar interior.
¿Se conservan nombres indígenas?
J. M. Marcello. Sí. Se mantienen de tal forma que el nombre más correcto es Mé-Xi-Co y Méjico, quiere decir Luna, Ombligo. Méjico quiere decir el ombligo de la Luna.
¿También es el ‘ombligo’ del continente?
J. M. Marcello. Totalmente. Pero hay más. Piensa que este libro se presenta en la Universidad de Salamanca que mantiene el escudo del Papa Luna. Y que el edificio donde se presenta fue mandado construir por el Papa Luna.
Cerramos el círculo.
J. M. Sanz. Este libro es una doble representación cartográfica y planimétrica. Es la primera representación impresa del Golfo de México. Esta es la primera representación impresa de lo que era Tenochititlán. Esto procede de un documento que Hernán Cortés envía a Carlos I en la segunda carta de relación, en la que narra la llegada a Tenochititlan y todos los sucesos que allí acontecieron. Está fechada en Segura de la Frontera el 30 de octubre de 1520, aunque en su tercera carta dice que esto no lo envía a España hasta el 3 de marzo de 1521.
¿Qué repercusión tuvo este mapa?
J. L. Sanz. Una vez que esto se reproduce en Europa, el impacto que tiene es enorme, porque si te fijas es como Venecia. Hay una relación impresionante entre Tenochititlan y Venecia. Esto se difunde por todo la geografía europea. Las ediciones tienen un éxito enorme.
J.M. Marcello. Cuando lo vieron los venecianos dijeron: ‘Existe otra Venecia al otro lado del mar’. Lo editan a finales de 1524 en Italiano. Vuelven a grabar la plancha y lo publican ellos. A partir de ese momento, esta imagen, con correcciones, aparece en todos los atlas y en cantidad de obras hasta mediados del siglo XVIII
J. L. Sanz. El impacto visual es tan fuerte que en la reproducción aparece el escudo del águila bicéfala, que era el escudo imperial que le corresponde a Carlos V de Alemania y Carlos I de España. La dimensión que hay de la Nueva España, de la tierra que se ha conquistado, que es más grande que Europa… Eso llama la atención muchísimo. ¿Dónde estaba el reino de Castilla y de León? ¿Qué proyección tiene? Insisto Castilla y León. No es la corona de Aragón, Navarra.
J. M. Marcello. Efectivamente, porque toda la aventura que nos lleva a América está patrocinada por la Corona de Castilla, por Isabel I, es una empresa castellana. Por eso, en todos los mapas, tanto manuscritos, como impresos, en este caso aparece el águila bicéfala de los Habsburgo, pero lo normal es que aparezca el pendón de Castilla, que realmente es de Fernando III, el Santo.