Cada minuto que pasa tras sufrir un infarto disminuyen un 10% las posibilidades de sobrevivir. La primera asistencia es vitral, pero España se sitúa por debajo de la media europea en la atención inicial de parada cardíaca realizada por testigos antes de la llegada de los servicios de emergencia. Un ciudadano tardaría cuatro horas en aprender a practicar una reanimación cardiopulmonar que puede serle útil el resto de su vida para ayudar a un infartado.
Así lo explicó este viernes Fernando Rosell, investigador principal del informe ‘Registro español de parada cardíaca extrahospitalaria 2022’, que han presentado este viernes Fundación Mapfre y el Consejo Español de Resucitación Cardiopulmonar (CERCP).
En caso de parada cardíaca, los primeros auxilios deben practicarse con la mayor rapidez posible. El 23% de las personas que sufren parada cardíaca son atendidos en los primeros 8 minutos y más de la mitad (66%) en los primeros 15, lo que pone de manifiesto la importancia del tiempo de actuación. Según los expertos, desde que se produce una parada, cada minuto que pasa representa un 10% menos de probabilidad de supervivencia. También señalan que la probabilidad de sufrir daño cerebral es mayor si la parada dura más de 5 minutos sin intervención.
“Una RCP básica triplica la posibilidad de supervivencia del paciente, una cifra que sería mayor si los pacientes llegaran en buenas condiciones”. Así lo ha manifestado hoy el doctor Fernando Rosell, investigador principal del informe, quien ha destacado que la parada cardíaca respiratoria extrahospitalaria es “un proceso tiempo-dependiente en el que cada minuto de retraso en recibir asistencia juega en contra de la probabilidad de supervivencia, así como de repercutir en la gravedad de las secuelas”. Por este motivo, el médico del 061 de La Rioja y miembro de la Sociedad Española de Medicina de Emergencias (SEMES), ha hecho un llamamiento a la sociedad, para que “se implique más en la atención de estos pacientes, especialmente en los primeros minutos y hasta que los servicios de emergencia llegan”.
Explica que deberíamos aprender a realizar una RCP desde la escuela a través e los profesores. Matizó que un ciudadano corriente sin formación previa tardaría cuatro horas en aprender a realizar una reanimación a un infartado.
Otra vía para mejorar la atención de estos pacientes es distribuir más desfibriladores por pueblos y urbanizaciones alejadas de un hospital para poder prestar esa primera asistencia mientras llegan los sanitarios.
Cabe la posibilidad de no se sepa identificar cuándo alguien está sufriendo un ataque al corazón, pero Rosell señaló que en 6 de cada 10 llamadas a los servicios de emergencias sanitarias, el paciente estaba inconsciente, pero existen otros motivos de llamada relevantes en este tipo de casos, como el dolor torácico. La pérdida d la consciencia no deja uga ra dudas de que el afectado tiene una crisis cardíaca.
Cómo actuar
Lo primero que se debe hacer ante esta situación es valorar el estado de consciencia de la víctima, para lo que habrá que intentar comunicarse verbalmente con ella. En caso de no recibir respuesta, se sacudirá suavemente a la persona por los hombros para comprobar si se mueve.
En caso negativo, se pedirá ayuda y se pondrá a la víctima boca arriba para determinar si se ha detenido la respiración. Tras confirmar que el paciente no respira, se debe llamar a los servicios de emergencia y comenzar la RCP (reanimación cardiopulmonar) lo antes posible a través de compresiones torácicas a un ritmo de alrededor de 100-120 compresiones por minuto alternando con respiraciones a ritmo 30:2.
Si no se está preparado o no se siente capaz de realizar respiraciones, se pueden realizar las compresiones ininterrumpidamente. También se debe pedir un desfibrilador automático externo (DEA) y utilizarlo en cuanto esté disponible, sin olvidar que la RCP no debe detenerse. El desfibrilador analizará el ritmo cardíaco y determinará si es necesario administrar una descarga eléctrica.
Si es así, después de la descarga, se debe reanudar la RCP inmediatamente. Es importante recordar que se deben seguir las instrucciones del centro de coordinación de emergencias, que es quien proporciona los pasos adecuados hasta que llegan los servicios sanitarios.
El informe
En España, el 60% de las paradas cardíacas sucede en el domicilio y sólo un 15% en presencia de los servicios de emergencia, datos que ponen de manifiesto la importancia de la formación desde edades tempranas, clave para salvar la vida en este tipo de situaciones. Es un proceso más frecuente en hombres (71%) y la edad media en la que se produce es de 63 años. Sólo un 2% de los pacientes son menores de 16 años.
El informe revela que solo en 4 de cada 10 casos de parada cardiaca los testigos recurren a maniobras de RCP y en 1 de cada 3 de estos casos lo hacen con apoyo telefónico de los centros de coordinación. Los servicios de emergencias médicas consiguen recuperar el pulso y trasladar al hospital al 31% de los pacientes de paro cardíaco fuera del ámbito hospitalario en España. La supervivencia, una vez alcanzada el alta del paciente, es del 11,4%, de los cuales un 9,8% regresa a su casa en buen estado neurológico.
Además, indica que España se sitúa por debajo de la media europea en actuación por parte de los testigos frente a este tipo de emergencias. En concreto, más de la mitad de las paradas que suceden en el domicilio (53%) son presenciadas por familiares y otras personas y apenas el 4% de las reanimaciones realizadas por testigos utiliza un desfibrilador externo automático (DEA).