Las visitas a personas mayores por parte de familiares y amigos pueden suponer un menor riesgo de morir. Así lo ha demostrado un estudio, que ha concluido que la esperanza de vida puede incrementarse en un 39% para aquellos que reciben visitas de sus seres queridos. Además, indican que, ya sea una vez al mes o más frecuentemente, el beneficio es el mismo.
Ante unas características iguales, como edad, sexo y condición, dos personas con diferentes conexiones sociales pueden tener diferente riesgo de muerte. Así lo expone un estudio publicado en la revista ‘BMC Medicine’ y recogido por El País, en cuyas conclusiones se indica que las personas mayores que reciben visitas de sus seres queridos con mayor frecuencia tienen un 39% menos de posibilidades de morir.
Este trabajo tomó como muestra, entre los años 2006 y 2010, los casos de 458.146 adultos de entre 40 y 70 años, cuya edad media era de 56,3 años en esa época. Pasados 13 años, 33.135 de ellos habían muerto, y los investigadores comprobaron esas defunciones con las respuestas que habían dado sobre la soledad. También diferenciaron entre soledad objetiva y subjetiva, y armonizaron cuestiones como el sexo, la edad o la situación socioeconómica.
Finalmente, llegaron a la conclusión de que la soledad mata y quienes no reciben visitas de sus amigos y familiares, al menos una vez al mes, tienen un mayor riesgo de morir. “Una vez que empiezas a ver a tus amigos y familia mensualmente, el riesgo se mantiene bastante estable. Da igual que sea una visita mensual, semanal, varias veces a la semana o todos los días”, señalaba Jason Gill, uno de los autores del estudio.
Sin embargo, el profesor de la Universidad de Glasgow y también miembro del equipo de investigación, Harmish Foster, aclaraba que, “hay diferentes tipos de soledad y diferentes tipos de aislamiento”.
Por ello, el estudio analizó desde el participar o no en actividades sociales, el vivir solo o acompañado y el recibir o no visitas de seres queridos. “Cada uno de estos tres factores se asoció con un mayor riesgo de muerte, pero, en particular, destacó el de las personas que afirmaron no recibir nunca visitas”, indicaba Foster.
Sobre el efecto protector de los seres queridos, los investigadores señalan que, aunque el estudio “no responde a eso directamente”, “puede que los amigos y la familia ofrezcan un nivel particular de apoyo a las personas y les ayuden a acceder a los servicios sanitarios”. Asimismo, también asocian unos comportamientos más insalubres, como el tabaquismo y el alcohol, a los ciudadanos socialmente aislados.
“Viendo los resultados de este estudio, creo que es muy aconsejable, si conoces a alguien que vive solo, hacerle una visita”, ha asegurado el director de ‘The Laboratory for Clinical Neuroscience’, Bryan Strange. Este experto, que ha trabajado sobre los ancianos de 80 años con memoria propia de treintañeros, recuerda que, en esos casos, “vimos que se destacaba que estas personas tenían muchas relaciones sociales”.