Existe una importante crisis de la Atención Primaria que se viene larvando desde hace tiempo por una gestión deficiente, y probablemente malintencionada, para favorecer un cambio de modelo en el que la asistencia sanitaria pública ceda espacio, protagonismo y dinero (financiación) a la medicina privada, y que sólo ahora, que le ha estallado en las manos a los políticos y gestores responsables, solo ahora que comienzan las protestas de los ciudadanos que sufren en primera persona su deterioro, solo ahora parece preocuparles en alguna medida, posiblemente menos de lo que debería.
Esta crisis es generalizada en toda España, en todas las CC.AA., pero afecta más a las comunidades gobernadas por el Partido Popular que son aquellas en el que la trasferencia de pacientes (y dinero) a la medicina privada ha sido más notable, siguiendo la estela del buque insignia que es la Comunidad de Madrid, escoltada de cerca por Andalucía.
En Castilla y León este tipo de gestión ha sido más “moderada” que en Madrid o Andalucía, pero también se ve afectada por un mismo modelo en el que se detraen recursos a la sanidad pública y, en base al aumento de las listas de espera, se desvían pacientes y financiación a la medicina privada.
En la Atención Primaria a lo largo de los diez últimos años los médicos de los centros de salud han vivido el deterioro del modelo de medicina familiar y comunitaria para el que se formaron como especialistas, donde se han perdido por el camino las actividades de salud comunitaria, es decir de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, obligados a centrarse exclusivamente en la actividad asistencial y, aun así, desbordados por el aumento de la demanda y la escasez de recursos porque cuando podía hacerlo Sacyl no cubría las plazas vacantes, cargando el peso de la asistencia cada vez en mayor medida sobre un menor número de médicos. Muchos de ellos no lo soportan y lo dejan, se van en busca de mejores horizontes, generalmente a Europa, donde les ofrecen mejores condiciones profesionales y laborales; no están dispuestos a seguir soportando el peso del sistema sobre sus espaldas porque ni pagados, ni agradecidos.
En el momento actual, en el Área de Salud de Salamanca, como en el resto de áreas sanitarias de Castilla y León, faltan médicos especialistas de familia en prácticamente las treinta y seis zonas básicas de salud de salud, 23 de ellas son rurales, y ahora SACyL tiene dificultades para cubrir las vacantes, por lo que ha decidido contratar médicos que no tienen la especialidad de Medicina de Familia, lo que significa un deterioro importante de la cantidad y calidad asistencial y, de alguna manera, volver al modelo periclitado de medicina general que existía antes de la implantación en España de la especialidad de Medicina de Familia.
En términos comparativos con los médicos especialistas de atención primaria a estos profesionales sin especialidad se le ofrecen unas buenas condiciones profesionales y económicas que, independientemente de la calidad asistencial que puedan ofrecer, a corto y medio plazo producirá efectos indeseados como, por ejemplo, que muchos médicos al terminar la carrera opten por este sistema en vez de hacer la especialidad y, lo que es peor, que médicos residentes de primer y segundo año de formación en Medicina de Familia abandonen la especialidad para incorporarse a este nuevo sistema de contratación. Un efecto perverso que hará que sobren plazas de Medicina de Familia en las convocatorias futuras del MIR, agravando lo que ya viene sucediendo en los últimos años. (Continuará).
Miguel Barrueco
Médico y profesor universitario.