Donde quiera que se ama el arte de la medicina se ama también a la humanidad. (Platón).
La semana pasada iniciábamos el análisis de la situación de la atención primaria que continuamos hoy. En la Consejería de Sanidad reciben desde los centros de salud dos mensajes repetidamente: “Houston (Pucela) tenemos un problema” y “Mayday, mayday (no hay médicos)”.
Es evidente que, ante la falta de médicos especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria, una realidad innegable que tiene responsables, estamos ahora en una situación difícil que exige soluciones a corto y a medio plazo, compatibles entre sí y que mejoren la calidad asistencial que se presta a los ciudadanos y la satisfacción de los profesionales.
Entre las soluciones inmediatas e imprescindibles está mejorar y dignificar las condiciones de trabajo para, además de retener a los profesionales que actualmente trabajan en Castilla y León evitando que se marchen, atraer a muchos especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria que han emigrado a otros lugares donde ejercen su profesión con niveles muy superiores de satisfacción profesional y personal.
Los médicos de familia que trabajan en Castilla y León soportan una presión asistencial muy elevada, tanto en el día a día en las consultas de los centros de salud, donde se ven obligados a mal atender a un número muy alto de pacientes, como en el número de guardias que se ven obligados a realizar, que rompen la continuidad asistencial y dificultan su calidad de vida y su propia conciliación familiar. También se ven sobrecargados con trámites burocráticos prescindibles que no aportan valor a su actividad. Es muy importante buscar una solución inmediata a esta situación.
La segunda solución a corto plazo está estrechamente relacionada con la anterior. Es preciso atraer tanto a los MIR de Medicina de Familia que terminan su formación en Castilla y León como a los que se han formado en otras CC.AA. Soluciones imaginativas, como el plan de fidelización de residentes, que se podría extender a cualquiera que quiera trabajar en Castilla y León independientemente de donde se haya formado, pueden ayudar a paliar la situación a corto plazo, pero necesita ser reforzado con otro tipo de medidas que puedan resultar atractivas para atraer médicos jóvenes al medio rural y, especialmente, a los puestos de difícil cobertura ofreciendo algún tipo de compensación a quien esté dispuesto a cubrirlos.
A medio plazo y en ese mismo sentido es necesario un debate, en este caso a nivel estatal, acerca del número de médicos que serán necesarios, debate que debe abarcar desde el número de alumnos que deben formar las facultades de Medicina al número de plazas de formación de médicos de familia en el sistema MIR. No hay que olvidar que en los últimos años un número no despreciable de plazas de esta especialidad quedan sin cubrir. En 2023 en España quedaron vacantes 202 plazas de Medicina de Familia (el 8,2% de las convocadas). En Castilla y León de las 190 ofertadas por la Consejería de Sanidad 55 no se cubrieron (el 28,9%). No sirve de nada aumentar las plazas si no se ocupan y tampoco sirve de nada invertir en ello si al acabar, como sucede ahora, los médicos especialistas emigran a otras regiones o países europeos.
También a medio plazo es preciso abordar la modificación del mapa sanitario. La nueva realidad asistencial es más compleja en Castilla y León que en otras CC. AA. debido a tres factores que influyen en la organización asistencial: primero la dispersión territorial y el pequeño tamaño de los municipios (en CyL el 88% tienen menos de 1.000 habitantes, en Salamanca el 97,2%), segundo el envejecimiento de la población y tercero el aumento de las enfermedades crónicas. Esos tres factores interactúan entre sí: de hecho, los pueblos más alejados y con menor número de habitantes son los más envejecidos.
Reestructurar el mapa sanitario exige un consenso político que incluya a todos los partidos pues inevitablemente exigirá una racionalización y redistribución de recursos que seguramente generará resistencias. Hace falta explicarlo en todas las zonas básicas de salud, incluso en todos los pueblos, ayuntamiento por ayuntamiento, alcalde por alcalde, hace falta pedagogía y, por ello, es necesario buscar el consenso y no utilizar este tema como arma electoral arrojadiza.
Hace falta voluntad política para llevar a cabo un plan de estas características. Cuando se diseñó el actual mapa sanitario de Castilla y León también se generaron resistencias y fue preciso que los responsables políticos y sanitarios en aquel momento dedicaran mucho tiempo y esfuerzos a explicar la reforma, pateándose los pueblos, especialmente aquellos donde había mayor oposición porque no querían que el médico de su pueblo se trasladara al Centro de Salud en la cabecera de comarca. Se hizo bien y el modelo ha funcionado cuarenta años, pero ya no da más de sí.
Pretender solucionar el problema contratando médicos sin especialidad es posiblemente ilegal y puede ser una solución para hoy, pero es una carga de dinamita contra la calidad del sistema: ¿Qué pasará si los alumnos que terminan medicina optan por esta posibilidad en vez de formarse como residentes? ¿Qué pasará si los residentes de Medicina de Familia de los primeros años abandonan la especialidad para ser contratados por SACyL como médicos generalistas con mejores condiciones laborales y económicas que las que tienen de continuar como residentes? Hay situaciones en las que es peor el remedio que la enfermedad: primun non nocere.
La Atención Primaria es cada día más compleja y exige de una formación especializada a través del sistema MIR. El médico del maletín, con termómetro, fonendo y tensiómetro ya no es posible. Hubo un tiempo en el que los médicos rurales, en muchos casos verdaderos héroes, se desplazaban a sus pueblos en caballo; ahora no se nos ocurriría plantear algo parecido porque existen los coches. Pues igual de obvio es también que existe una especialidad que se llama Medicina Familiar y Comunitaria a la que tienen derecho todos los ciudadanos de Castilla y León que esperan recibir una asistencia sanitaria de calidad en la ciudad y en los pueblos.
Miguel Barrueco
Médico y profesor universitario.