Opinión

Oremos

Escultura de Juan Francisco Pro.

Hoy más que nunca necesitamos el reconocimiento del Misterio en la vida humana. Una de las peores enfermedades de hoy es que estamos distraídos y fragmentados. Sufrimos una gran crisis de interioridad y de todo aquello que nos conduce a la paz de los adentros. Ignoramos la fuerza psicológica y mental que pueden tener la contemplación, la meditación y la oración.

Estamos superando antiguas formas de oración y elaborando otras maneras de caminar hacia la espiritualidad más positivas y plenificantes. La oración que solemos hacer de petición cuando nos vemos apurados o débiles intentando mover a Dios a obrar en nuestro favor es algo mágico e ingenuo. Incluso las fórmulas de la religiosidad popular (tan alabadas por algunos…) no suelen tener contacto con la realidad y los problemas de nuestra sociedad y no refuerzan el compromiso personal por un proyecto vital más solidario y responsable.

Nuestras oraciones parece que tratan de taparle la boca a Dios para que no nos hable, tenemos miedo al silencio y a la escucha. La conexión con el Misterio no es a través del lenguaje ni de las fórmulas sino solo a través de la contemplación y del vacío de todo nuestro ser del que mana la alabanza, la adoración humilde y el éxtasis amoroso.

No se trata de hablar sino de escuchar. Ni se trata de contar sino de acoger. Si estamos callados nos llegará una especie de iluminación que clareará el sentido de nuestras personas y nos pacificará. Experimentaremos una fuerza que nos irá transformando desde la comprensión y la aceptación de cuanto nos suceda. Dejarnos flotar sin ningún esfuerzo por nadar. Dejarnos llevar sabiendo que estamos en buenas manos.

Decía Einstein que “el sentimiento más profundo de las personas es la experiencia de lo místico-espiritual, admirativa del cosmos…”- Es la capacidad de admiración ante lo que nos sobrepasa y eleva a la trascendencia. Frente a una actitud activa se trata de una acción receptiva, que el alma de las cosas y los acontecimientos penetre en mi- No hacer, sino recibir-

Meditar es callar para escuchar el corazón, descubrir la propia profundidad. Y allí encontrarnos con todos los otros seres humanos para construir juntos un mundo mejor. La verdadera contemplación nos acerca siempre a las necesidades de los demás. No rezamos para ser más santos sino para ser más humanos y solidarios. Esto lo han tenido muy claro los grandes orantes y místicos.

Las oraciones salen de la oración-contemplativa. Frente a la subjetividad somos relación-apertura en la comunión de un Todo. Hemos llamado Dios a muchas proyecciones y elucubraciones psicológicas que no tienen que ver nada con el Ser. Nos quedamos tan felices con nuestras invenciones y apariciones, pero lo espiritual-sagrado se manifiesta de otras formas.

El lenguaje religioso clásico hoy se está muriendo- Muchas predicaciones y tareas de las iglesias no aportan el sentido profundo de la experiencia divina. Hay que descubrir el método: a través de las formas llegar al silencio interior, al vacío, a la nada. Superar los dogmas y los ritos que han paralizado la verdadera espiritualidad y situarnos humildemente ante lo que desconocemos. No saber. No hacer. Desaprender. Y esto desde el ofrecimiento de nuestra pequeñez.

Y desde una práctica distinta de veneración intentar ser, no intentar ser mejor. Descubrir en nosotros y en todos los seres lo que tienen de alabanza y de eternidad. Hallar en lo profundo de la realidad la única eternidad posible. No buscar en la religión la solución a todos los problemas como una especie de refugio de espíritus débiles. Más bien se trata –superando proyecciones falsas sobre Dios- de alcanzar esa fuerza amorosa que nos humaniza desde la entrega y la disponibilidad.

Con constancia, desde la vida, a cualquier momento del día y sin compensaciones sentimentalistas.

Oremos, pues.

8 comentarios en «Oremos»

  1. La inquietud, la sinceridad y la búsqueda nos conducen a una humildad participativa, creativa y comprometida; donde la orientación es gratificante y estimulante.
    Celebro encontrarme con sus comentarios.
    Saludos cordiales.

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  2. Bueno, creo que no hay por qué despreciar la oración de la viuda frente al juez inicuo; tampoco la de la que pide las migajas de la mesa del Señor; ni la de los profetas que claman a voces a Dios o se atreven a lanzarle improperios; ni la del centurión que reclama vida para su hija; ni la de la viejita que acude, cada día, a Misa de ocho de la tarde a pedir por sus hijos y sus nietos. ¿Te ha dicho a ti Dios, en tu meditación tan, tan, tan espiritual y tan, tan, tan transcendental y tan, tan, tan silenciosa que éstas «le gusten» más que aquellas?

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  3. ¡ Bravo!. Esa es la cuestion; llegar a la comun-union con la existencia por los métodos universales del amor y la compasión, elevando el espíritu y la majestuosidad del alma, intengrandonos a la ¡ Maravilla de la Creaciónacion!.
    Unos lo llaman sincretismo, yo lo llamo Evolución.

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  4. Estoy muy de acuerdo contigo, la oración, si es desde el corazón siento que esa oración llega al Universo, al AMOR , con mayúsculas, da igual la forma de hacerlo, solo desde dentro sabemos que llega.

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  5. Creo oir voces desde el cielo. Ocho años en un seminario y nunca escuché parecidos comentarios ni plegarias tan elevadas como lo que aquí se dice; pienso que no estuve muy atento. Lo que sí sonaban eran las tortas que nos atizaban.

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  6. Decia fray Luis de leon dichoso el sabio que se retira con solo dios se acompasa y a solas su vida pasa ni envidiado ni envidioso

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  7. Gracias por el artículo! Acabo de hacer un Google para saber quien escribió otro artículo que me llegó.
    Quise saber quien era, y descubrí éste, que también me ha encantado! Detrás de todo, descubro al Evangelio bien interpretado!

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