La irrupción de los chatbots de inteligencia artificial supone tanto ventajas como inconvenientes en el ámbito educativo. Mientras que herramientas como ChatGPT pueden ser de gran ayuda si se emplean de forma responsable, también presentan un problema cuando los alumnos recurren a ellas para que hagan los trabajos que deberían elaborar ellos mismos.
Ante la expansión de las aplicaciones de inteligencia artificial, como ChatGPT, su aplicación en los diferentes ámbitos cotidiano está ganando cada vez un mayor protagonismo. Uno de ellos es el educativo, donde la llegada de este tipo de chatbots plantea una seria problemática a los docentes, cuyos alumnos recurren en ocasiones a la inteligencia artificial para que elabore sus trabajos y tareas.
En algunos de estos casos, los estudiantes recurren a ChatGPT para que genere los trabajos que deben realizar, lo que supone ‘hacer trampas’ frente al profesor. Debido a ello, los docentes recurren a diferentes herramientas para reconocer la escritura de la inteligencia artificial, así como métodos como entregar los trabajos en papel.
Sin embargo, pese a todo, siempre hay algunos alumnos cuyos trabajos realizados íntegramente por ChatGPT llaman la atención al profesor cuando este los lee sin necesidad de que recurra a herramienta o aplicación alguna. Por ello, el diseñador y programador Javier Padilla ha recopilado una serie de consejos que los alumnos deben tener en cuenta para no ser ‘cazados’ en su mentira.
El primero de ellos consiste en prestar atención a las tildes. “Si normalmente no ponéis bien las tildes, es extraño que, de repente, hayáis recibido una iluminación del cielo”, comienza explicando, antes de aclarar: “Pedid a ChatGPT que meta faltas. Ej: Se me da mal poner tildes en las palabras llanas”.
La forma de escribir, así como la extensión y complejidad de las frases también ‘delatan’ a los estudiantes que entregan trabajos hechos por ChatGPT. “Si no os expresáis en vuestro día a día como Góngora, Cervantes o Quevedo, no debéis encabalgar frases con excesiva genialidad. Pedid a ChatGPT que haga afirmaciones cortitas, de no más de 7-8 palabras entre punto y punto”.
Siguiendo con ello, las comas también son otra de las cuestiones a tener en cuenta. Sobre ello, Padilla indica: “Resulta que os saltáis a piola la coma del vocativo desde siempre… Pero ahora las ponéis todas bien. ¡No hagáis eso! Decid a ChatGPT que sois de tirar las comas con una pala normalmente”.
Pasando a cuestiones más concretas, el experto aclara que “a ChatGPT no se le dan especialmente bien las matemáticas”. Por ello, aconseja a los estudiantes que repasen “bien los resultados que te ofrece la máquina”. “Las derivadas, integrales y demás, no son su fuerte. No arrastres a ChatGPT a su suspenso”, añade.
Por su parte, para los alumnos de programación, recomienda prestar atención a los códigos. “Resulta que has llegado en SQL a ver lo básico. Te piden en un ejercicio que hagas la consulta X y tú se lo encargas a ChatGPT. Ella (la máquina) no entiende de barcos… Si puede hacerlo mejor metiendo INNER JOINs y cosas así, lo hará. Ídem si hacéis cosas en Java, C#, Javascript… Decid a ChatGPT el nivel que tenéis en un lenguaje antes de que os dé una solución”.
Finalmente, Javier Padilla concluye con dos consejos generales para los estudiantes que entregan trabajos hechos por ChatGPT. El primero, “no seáis vagos profundos, revisad el trabajo que hace la máquina”. El otro, enseñar el trabajo a las madres, y preguntarles “¿te crees que esto lo he hecho yo?”. “Ella os conoce mejor que nadie. Te dirá si cuela o no tu brillante trabajo… o si es la antesala de que te expulsen varios meses de la asignatura por chapucero”.